"Conquistando los aires"
- Por Claudia Laura Rodríguez Zaldivar / estudiante de periodismo
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Sus ojos son del azul del cielo; del mismo cielo que le robó el corazón en su juventud. Ese que tantas veces ha estado a punto de tocar antes de cada salto. Como si estuviera profetizado desde su nacimiento, por el color de sus iris, que ella sería una criatura del aire. Para esta mujer no existe el miedo, solo existe lo crucial de vivir cada momento como si fuera el último.
Como ave que extiende sus alas durante cada vuelo, Marisol Maldonado Castellanos abre su paracaídas y sobrevuela con gracia cualquier paisaje, por más recóndito que sea. La mujer con más saltos de toda Cuba -más de 5 mil 200- vive y respira por y para el paracaidismo desde la primera vez que lo probó:
"Tenía sólo 14 años cuando comencé a practicar paracaidismo por la antigua Sociedad de Educación Patriótico Militar (SEPMI). Mi madre estaba en contra de que lo practicara, por lo cual mis primeros saltos los ejecuté sin su conocimiento. Sabía que este deporte era lo que me gustaba y no dejaría de practicarlo. Los primeros entrenamientos los realicé en un campo llamado Limpio Chiquito con antiguas avionetas rusas. Me hice instructora de paracaidismo pocos años después y desde entonces he seguido practicándolo. Solo interrumpí mis prácticas cuando nos quedamos sin aviones."
¿Qué sentiste justo antes de saltar por primera vez?
Me encontraba muy nerviosa. No solo por el salto, sino también porque era la primera vez que montaba en un avión. Sin embargo, tenía tantos deseos de hacerlo que todo el miedo que sentía, desapareció. No mentiré, impresiona estar en la puerta del avión lista para saltar y ver todo aquel vacío esperándote. Recuerdo presionarme contra ella y pedirle a Dios porque todo saliera bien, algo que desde entonces nunca he dejado de hacer. El salto fue como una inyección de adrenalina para mi cuerpo, pero cuando abrí mi paracaídas todo fue muy lindo. Fue como si hubiera alcanzado la paz completa. Una sensación de la cual nunca más me pude apartar.
¿Cuáles han sido tu mejor y tu peor momento con el paracaidismo?
He tenido muy buenos y malos momentos. Cada triunfo obtenido y cada salto realizado son buenos momentos, pero reunirme con mis compañeros en un evento es lo mejor de todo. Somos una gran familia y la pasamos muy bien juntos. También disfruto mucho de los eventos internacionales, conocer nuevas personas y visitar diferentes lugares. Malos momentos, aunque en menor cantidad, nunca han faltado. Los contratiempos, como fracturas; malas condiciones meteorológicas que dificultan el salto y de vez en vez alguna que otra emergencia, son habituales. A pesar de todo esto, mi experiencia y fe me ayudaron a salir triunfante.
¿Qué modalidades del paracaidismo has practicado?
Practiqué el paracaidismo tándem durante diez años. Es bastante fuerte para la mujer porque hay que llevar el paracaídas doble más el peso del cliente, este como mismo puede ser 50 libras que 200. Fue muy complicado por lo exigente que es y por el machismo que tuve que enfrentar. Mis compañeros no me apoyaron, decían que no podría hacerlo. Entonces les demostré que una mujer sí era capaz de lograrlo. Lo realicé durante diez años como cualquier hombre lo habría hecho y no sufrí ningún accidente con ningún cliente. Algunos de los lugares en que lo practiqué fueron playa Varadero y Guardalavaca. También hice tándem con parapente, remolcado por una lancha. Este es diferente del paracaídas común, pues el parapente es mucho más fino.
Entre lo más duro que he practicado está el politrón, del cual fui campeona absoluta. Esta competencia está compuesta por cuatro deportes: carrera a campo traviesa; paracaidismo; tiro y natación. Gracias a la preparación que recibí en la SEPMI estuve capacitada para una competencia tan exigente como esta. Participé en otros certámenes a nivel nacional; latinoamericano y mundial, en los cuales obtuve buenos resultados. No sé cuántas medallas he ganado. No las cuento porque aunque mis victorias me han traído mucha felicidad, el salto es todo cuanto necesito para alegrarme el día y la vida.
Mucha gente no practica paracaidismo por miedo a que falle el equipo, como tantas veces hemos visto en las películas. ¿Qué opinas?
El paracaidismo es muy seguro si cumples con todas sus reglas y eres disciplinado. Si les gusta, deben enfrentar el miedo. Solo las personas fuertes pueden vencerlo. No debemos abandonar nuestros sueños. Es una bendición probar esta experiencia y después de comenzar no lo puedes dejar. En lo personal, a pesar de que es un deporte que conlleva mucha dedicación y esfuerzo, ha sido mi mayor placer y disfrute.
¿Qué es lo que más atesoras de esos momentos?
Mi paracaídas abierto por completo; el cielo; la sensación de la caída libre; esa paz que te llena y a todos mis compañeros y entrenadores. Todo se ve muy pequeño y me encanta contemplarlo, sobre todo cuando saltamos en las playas. Podría describirlo como un paraíso. Durante la COVID-19 sufrimos muchos contratiempos con los aviones y no pude saltar. Fueron momentos muy dolorosos porque hacerlo es mi pasión.
Para mi alegría volvía a saltar en agosto, en una competencia nacional en Baracoa donde obtuve el primer lugar. Fue sensacional volver a sentirme en el aire reunirme con mis compañeros. Me sentí divina como si no hubiera dejado de saltar nunca. El paracaidismo es una de las piezas más importantes de mi vida junto con mi familia. Si tengo 80 o 100 años y puedo seguir practicándolo, lo haré, porque la felicidad que me trae quiero llevarla hasta la tumba. Ahí está mi paracaídas, listo para usarse.
Marisol, no conoce límites si de experiencias nuevas se trata. Sonríe mientras vuela como si todos los misterios del universo le fueran develados por el viento. En total complicidad con él, llega al suelo con la suavidad de un ser alado. Los 41 años de practicar el paracaidismo no impiden el desborde de su energía. Al contrario, son la prueba definitiva de que ella es, y será siempre, conquistadora del aire.