Libro con huella de mujer

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Foto: de la autora

Una mujer resiliente se acerca a mí, a las cuatro de una tarde de febrero. Dice que la resiliencia es importante porque hay que tener fuerza de voluntad para vivir. Cari Camejo es un nombre que no se escucha mucho, pero sí se conoce. Cuando preguntaba por ella, todos coincidían “es una mujer fuerte y trabajadora”.


Sara Caridad Hernández Camejo es promotora literaria, trabajó en la librería Ateneo-Villena-Botev y fue profesora en el Politécnico Luis de Feria, al que consideraba una extensión de su casa y un lugar donde se sentía feliz y cómoda.

Tiene consigo un arsenal de distinciones y premios, entre ellos la medalla Antonio Bachiller y Morales, que es la más alta distinción que otorga el país a un bibliotecario, la Distinción Beby Urbino, del Centro Promotor del Libro y la literatura (CPLL) , y la Juan Albanés, que confiere la Biblioteca Provincial Álex Urquiola junto a la Sociedad Cubana de Ciencias de la Información y la Asociación Cubana de Bibliotecarios.


Se acerca esa mujer admirable, que me trae un libro y flores silvestres y se sienta a que la entreviste, más bien a contarme, suavemente, todo lo que ha hecho, como quien narra la anécdota más simple de la vida.


Un libro para Cari Camejo


“Un libro es como una joya. Algo muy valioso. Leo, desde muy pequeña, todo lo que me cae en la mano. Mis abuelos, que fueron quieres me criaron, me enseñaron a leer. Siempre he leído mucho, y me hace feliz ver personas que leen”.

 

Pregunto por ella


“Nací en Santiago de Cuba. El 30 de junio de 1957, pero luego de que mi mamá falleciera, fui a vivir a Baracoa con mis abuelos maternos.”
“Recuerdo Baracoa con mucho cariño, una ciudad preciosa. Regresé a Santiago a estudiar, y luego a vivir allí un tiempo. Hasta 1984, cuando me mudé a Holguín”.


Sobre cómo y cuándo llega a la promoción literaria


“Trabajé como profesora, como bibliotecaria en el Pedagógico y en El Alba; esta fue una escuela para mí, pues aprendí mucho de artes visuales. Después, fui para la Escuela de Trabajadores sociales, hasta que pasé al Centro Promotor del Libro y la Literatura. Cuando trabajaba en la Biblioteca del Pedagógico, conocí a personas como Maricela Messeguer, Carolina Gutiérrez y María Elena Infante, que investigaban la literatura holguinera, y me vinculé a esta y tuve la posibilidad de leer mucho y conocer a personalidades de las letras holguineras, como Lalita Curbelo.”


“Aún amo la pedagogía, nunca he podido desvincularla de la literatura. De niña, les daba clases a las muñecas, las ponía a estudiar y leer. Para mí, libro y pedagogía son un mismo concepto. Un promotor literario debe ser muy paciente, y debe tener mucho de educador, no a todo el mundo le gusta leer. A las personas hay que ganárselas con lo que les guste, así sea una cursilería. Algún día se leerán algo bueno. A mis alumnos de Bibliotecología siempre les dije que se leyesen todo lo que les cayera en la mano. Martí lo dijo: ‘Leer es crecer’. Me interesa que la gente lea y se cultive”.


Su trabajo


“Cuando comencé a trabajar en el CPLL, decidí vincular a Baracoa con Holguín mediante la literatura, creé el proyecto ‘Los libros holguineros a la Ciudad Primada’. Esto nos ha ayudado a lograr una mayor difusión de la literatura holguinera. Todos los años, íbamos dos y tres veces y llevábamos a diferentes escritores. Acá tenemos una peña que se llama ‘Baracoa, un paraíso para el alma’, que pretende aunar a todos los baracoesos que están viviendo aquí. Es sentido de pertenencia, sin dudas”.

 

Foto: Cortesía de Rubén Rodríguez

 

Su impronta


“Yo iba a escuelas de niños discapacitados, a las cárceles, a centros de desintoxicación, y a todos llevaba literatura. Es una labor que reconforta. Muchos me dicen: ‘Profe, todavía conservo el libro. ¡Qué bueno que aprendí con usted!’. Por supuesto, también me servía para promover la literatura holguinera hacia muchos lugares.”


“Una vez, en una Feria del Libro, vi unos niños llorando porque no alcanzaron libros. La mamá me contó que vivían en el campo, muy lejos. Como tengo amistades en tantos sitios, comencé a llevar libros a zonas rurales. Coordinaba con las escuelas y llevaba textos, y escritores. Casi siempre nos íbamos por nuestros propios medios, a Aguas Claras, Pedernales, El Coco. Ver a los niños poder comprar y elegir un libro por primera vez, saber que los niños pueden leer y que luego me recuerden, satisface.”


Desde la experiencia


“Para ser un promotor, se necesita sentirlo en el corazón, tener cultura, saber de lo que se habla y dirigirse a todas las personas de manera entendible. La promoción literaria en Holguín no ha decaído; incluso ahora, en las redes, todos los días se expone el trabajo que se realiza y se divulgan los títulos que poseemos. En ese sentido, Ediciones La Luz tiene un trabajo meritorio; esos muchachos que dirige Luis Yuseff mejor no lo pueden hacer. Necesitamos más promotores, y promotores que amen lo que hacen y que estén dispuestos a volcarse por la literatura”.


Epílogo


“Quisiera que se leyera más en Holguín, y que se conociera más a nuestros escritores, que son tan buenos y a veces pasan desapercibidos entre las personas, que no los reconocen como los creadores de los libros tan bonitos que tenemos.”


“Para mí, los premios no son un adorno sino un compromiso a seguir trabajando para los libros y un halago. Con dinero o sin dinero, con pago o sin pago, yo seguiré trabajando. Soy una persona que no puedo estar sin hacer nada, creo que todavía soy útil y quiero ayudar y enseñar a muchas personas. Me gusta bordar, tejer, hacer dulces. Me siento feliz con lo que estoy haciendo. Estoy complacida, pero puedo, y quiero, hacer más”.

 


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