Caminos obstruidos y hogares inundados en el poblado de Bocas
- Por Mélany Quevedo Rojas
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Hijo, no me preocupa cuánta ropa te quedó a salvo, o en qué lado del pueblo cargas el teléfono luego de tantos días sin electricidad, o si quedó intacta la bicicleta que te regalé el día de tu cumpleaños. Me inquieta (y es una pregunta que me hago a diario) cuánto bien haz hecho por otros. Sin buscar pretextos; ser bueno porque sí, porque te nazca dentro un gusto fértil de hacer el bien, de ser útil (O.C. t. 18 pág 455). Y así día tras día, sin cansarte nunca. El bienestar permanente solo se logra después de muchos años de hacer el bien (O.C. t. 18, pág 391). Hay gente que perdió todo por lo que habían luchado y me haría muy feliz verte ayudarles a recuperar, aunque sea, su esperanza.
Ejemplos encomiables de personas, instituciones, actores económicos estatales y privados, que en situaciones adversas donan, comparten, colaboran en gestos altruistas, por fortuna, brotan con el mismo efecto salvador del agua fresca de manantial ante la sed insaciable. La lista de buenos paradigmas podría ser extensa, porque si algo distingue a nuestra gente, en todos los ámbitos, es su carácter solidario, la tradición de compartir lo que tiene, aunque sea poco.