Envidia

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envidiaFoto: vix.com
 
Es muy diferente actuar en defensa de lo bien hecho, por principios y conciencia, que hacerlo, cuando hay intereses por medio, la envidia es una de ellas y llamamos así al sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer, uno mismo, la dicha del otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cuestiones tangibles e intangibles.
 
Son rasgos de ese sentir la pobre autoestima, compararse continuamente, desear el mal a los demás, burlarse y hacer falsos halagos.

Las personas que las sienten, en el fondo, poseen una idea base de ser inferiores, confirmado cuando no logran lo alcanzado por los otros, esto genera comparación, frustración e incluso, en los casos más graves, odio y deseo de “destrucción”, humillación o denigración.

Cuando pasa algo bueno o triunfa un proyecto novedoso, esos individuos quitarán méritos a lo pasado, lo ignorarán o lo menospreciarán. La sensación habitual es calificar los rasgos no tan buenas ni tan importantes. Poco a poco, apagan la ilusión, sin ningún acentuar lo excelente.

Hacen lo posible por no apreciar la valía personal de los demás. Por ejemplo: comentarios de menosprecios en público, acaparar la conversación hablando de temas donde no poder intervenir o no dar importancia a meritorios asuntos e, incluso, menosprecian cualquier aporte.

Los resentidos desean ser imitarte, aunque aprovechan todas las posibilidades para criticarte o menospreciarte. Pueden intentar quitarle todo lo que te pertenezca, desde objetos o posición socio-laboral, hasta amigos e incluso, parejas. Aunque esto no siempre es de la misma forma, porque hay diversos matices según la personalidad de cada quien.

Muchas veces estas personas son muy amables y cariñosas, incluso prometen y ofrecen ayuda y apoyo, pero a la hora de la verdad te dejan de lado, actúan a tus espaldas y nunca están para escucharte.

Si consigues algo, te recordarán su aparente influencias para materializar tal fin, o que ellos, también, ya hicieron algo similar o mejor en el pasado. No te sorprendas si delante de amigos, parejas, compañeros o jefes (si trabajan juntos) actúan a tus espaldas para intentar ascender.

Aprendes a utilizar esa envidia como algo que te ayude a desarrollar. En lugar de querer destruir al otro, aprovecha todas esas energías desperdiciadas en odiar, destruir y enfócala en sacar fuerzas para llevar a cabo tu propio proyecto o tus sueños, mejorar en ciertas cosas, desplegarte como persona. Créeme, si te centras totalmente en ti, estarás más tranquila/o y feliz.
 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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