Potenciar las semillas de la bondad

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bondad
 
Si como dice la frase: “La bondad es el punto más elevado de la inteligencia”, abunda, lamentablemente, mucho una materia gris reducida o poco talento en este mundo.
 
Hablamos de una de las cualidades que mejor refleja la naturaleza de los seres humanos, pues los caracteriza de: buenos, benignos, benévolos y, a veces, amables. Tiene inclinación por hacer el bien a los demás y lo hace con devoción, comprensión y respeto.
 
Su antítesis: egoísmo, avaricias, mezquindad, sordidez y, en fin la ausencia de cualquier grandeza humana. El que no es piadoso es incapaz de sentir compasión y ve a los demás como rivales o enemigos en potencia, a los que sería una imprudencia ayudar y de quienes debe cuidarse en extremo.
 
Quizá la bondad sea uno de los valores éticos más apreciados en los demás y de los cuales más nos gustaría estar envueltos. ¿A quién no le gustaría estar rodeado de gente afable, atenta, alegre, considerada y respetuosa…?

Como todas las virtudes humanas, es en su manifestación a través de los actos donde se define. Todos sabemos reconocer a una persona caritativa, aunque no sepamos definir la bondad y esta se exprese o no de infinitas formas.

La misericordia nos envuelve en nuestra vida cotidiana mucho más de lo apreciado, es la base de todo lo bueno, hace posible mejor la convivencia, generosidad y esmero en la búsqueda del bien común, que nos humaniza. Su ausencia genera el individualismo y destruye los tejidos cohesionadores de la vida.

La revendedera es un ejemplo concreto de falta de ese motor interior, que busca el bien en los demás. Con esa acción, aparecen los oportunistas, es decir, quienes aprovechan las escaseces, para ofertar productos con precios exorbitantes, o tratar de aprovecharlo todo con enorme egolatría.

De sembrador de ayuda no tiene nada, no trabaja con el “nosotros”, sino con solo para mí, bien alejados del amor, humildad, sencillez o respeto a los correligionarios.

Hay dos caminos, podemos cultivar la bondad, cuya raíz parece existir en todos los seres, o dejarla apagarse bajo el peso del egoísmo; alimentar lo que nos humaniza o nos animaliza (con perdón de los animales).

En la medida en que tratamos de potenciar las semillas de la bondad en nosotros, las flores que se abrirán en nuestra vida a través de nuestros actos, de nuestras actitudes, nos aportarán cada vez más serenidad, felicidad y permiten entender ante esta pandemia mundial Cuba sabe honrar la humanidad.

Ya lo decía Platón: “Buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro”.
 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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