Entre espinas, flores

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Jose Marti presidio

A la edad en que la mayoría nos preocupábamos por cómo empezar a vivir de veras, José Martí estuvo en prisión, por expresar sin miramientos sus ideas políticas, y sobre esa experiencia escribió un artículo tremendo: El presidio político en Cuba.

¿Qué sucedió para que Pepe tuviera que probar las amarguras de la cárcel? ¿Cuál había sido su formación, background de una obra primeriza que continúa conmoviéndonos?

A los 9 años es consciente del significado de la esclavitud. “¿Quién que ha visto azotar a un negro no se considera para siempre su deudor? Yo lo vi, lo vi cuando era niño, y todavía no se me ha apagado en las mejillas la vergüenza”, escribe después.

A los 12, al conocer sobre la muerte de Abraham Lincoln, quien había proclamado la abolición de la esclavitud en la gran nación vecina, lleva un brazalete negro, en señal de luto.

A los 13 años, su padre confiesa: “A mí no me extrañaría verte defendiendo mañana las libertades de tu tierra…”

Por aquel entonces, publica su primer artículo político, en el único número del periódico fundado por su amigo, Fermín Valdés, una semana después de que los bayameses quemaran su ciudad para no rendirla. Luego llegaron Abdala y el soneto ¡10 de octubre!

Pero el 4 de octubre de 1869, una escuadra de Voluntarios pasa frente a la casa de la familia Valdés Domínguez y provocan un incidente sin importancia: dicen que han sido burlados por los jóvenes que habitan aquella vivienda.

En la noche, irrumpen en el hogar. Detienen a los hermanos Fermín y Eusebio. Los conducen al vivac, a donde más tarde llevan otros adolescentes. Son acusados de haber cometido faltas contra una fuerza armada de Voluntarios del Batallón Ligeros. Son sospechosos, simpatizantes de la insurrección.

En el registro efectuado en la casa de los Valdés Domínguez encuentran periódicos separatistas y varias cartas. Una de ellas suscrita por José Martí y dirigida al cadete Carlos de Castro y de Castro:

“Compañero: ¿Has soñado tú alguna vez con la gloria de los apóstatas? ¿Sabes tú cómo se castigaba en la antigüedad la apostasía? Esperamos que un discípulo del Sr. Rafael María de Mendive no ha de dejar sin contestación esta carta”.

Casi una semana después, un funcionario de la secretaría del gobierno se percata del contenido de la carta y aconseja proceder urgentemente contra el autor de la misiva, a quien calificó como enemigo declarado de España.

El 21 de octubre, Pepe ingresa en la Cárcel Nacional, acusado del delito de infidencia. Tras más de cuatro meses en prisión, es juzgado por un consejo de guerra ordinario que, por unanimidad de votos, lo condena a la pena de seis años de presidio.

Hasta allí es trasladado el 4 de abril de 1870. Lo destinan a la Primera Brigada de Blancos y le asignan el número 113. En la hoja histórico-penal aparece su filiación: estado, soltero; edad, diecisiete años; estatura, regular; color, bueno; cara, boca y nariz, regulares; ojos, pardos; pelo y cejas, castaños; barba, lampiña; señas particulares, una cicatriz en la barba y otra en el segundo dedo de la mano izquierda.

Al día siguiente le cortan el cabello. Se viste con el uniforme del presidio. En el tobillo derecho le fijan un grillete, unido a la cadena que aprisiona su cintura. Lo destinan a trabajar en la cantera del presidio, la cantera de San Lázaro.

“Mírame, madre, y por tu amor no llores: Si esclavo de mi edad y mis doctrinas, Tu mártir corazón llené de espinas, Piensa que nacen entre espinas flores”, escribe en el reverso de la foto que inmortaliza aquella etapa de su vida.

Por gestiones de sus padres, lo destinan a la cigarrería del penal. Luego, lo trasladan a La Cabaña. Está enfermo y tiene los ojos afectados por la cal. El Capitán General lo indulta, en atención a su corta edad, y conmuta la pena por la de ser relegado a Isla de Pinos. La madre suplica al capitán General que le permita viajar a España, donde puede terminar los estudios. El permiso es concedido.

Es en Madrid, en el taller de Ramón Martínez y con el apoyo económico de Carlos Sauvalle, que publica en 1871 (tenía 18 años) El presidio político en Cuba.

“Dolor infinito debía ser el único nombre de estas páginas (…) el que mata la inteligencia y seca el alma”, dice, y a continuación describe los malos tratos que sufrían los condenados, a tal punto crueles, que según el razonamiento del joven Martí, si Dante hubiera estado en el presidio, no hubiera tenido que inventarse un Infierno.

Quien lee El presidio político en Cuba jamás olvida a Nicolás del Castillo, el anciano ex-mambí; ni a Juan de Dios, el antiguo esclavo que perdió la memoria; ni al joven Delgado, quien se suicidó y, por desgracia, sobrevivió; ni a los niños Lino, Tomás y Ramón Rodríguez Álvarez.
 
Tampoco olvida la visita de Don Mariano Martí:
 
“Y ¡qué día tan amargo aquel en que logró verme, y yo procuraba ocultarle las grietas de mi cuerpo, y él colocarme unas almohadillas de mi madre para evitar el roce de los grillos, y vio al fin, (…) aquellas aberturas purulentas, aquellos miembros estrujados, aquella mezcla de sangre y polvo, de materia y fango, sobre que me hacían apoyar el cuerpo, y correr, y correr! ¡Día amarguísimo aquél!

¡Prendido a aquella masa informe, me miraba con espanto, envolvía a hurtadillas el vendaje, me volvía a mirar, y al fin, estrechando febrilmente la pierna triturada, rompió a llorar! Sus lágrimas caían sobre mis llagas; yo luchaba por secar su llanto; sollozos desgarradores anudaban su voz, y en esto sonó la hora del trabajo, y un brazo rudo me arrancó de allí, y él quedó de rodillas en la tierra mojada con mi sangre, y a mí me empujaba el palo hacia el montón de cajones que nos esperaba ya para seis horas. ¡Día amarguísimo aquél! Y yo todavía no sé odiar”.

Todas las experiencias están contadas con la elegancia y la belleza inherentes a la prosa martiana. Se percibe la indignación, a veces reto, a veces ironía, a veces ruego. El espanto de un joven cuya rectitud moral no da crédito a la realidad del presidio.

Para Martí, el gobierno español era responsable de las prácticas del presidio, ya fuera que la aprobara, las apoyara o le fueran indiferentes. Desde el sentido común, con clara nación de lo que es justo, se dirige a los españoles de la época:

“Yo no os pido que os apartéis de la senda de la patria; que seríais infames si os apartarais.

Yo no os pido que firméis la independencia de un país que necesitáis conservar y que os hiere perder, que sería torpe si os lo pidiera.

Yo no os pido para mi patria concesiones que no podéis darla, porque, o no las tenéis, o si las tenéis os espantan, que sería necedad pedíroslas.

Pero yo os pido en nombre de ese honor de la Patria que invocáis, que reparéis algunos de vuestros más lamentables errores, que en ello habría honra legítima y verdadera; yo os pido que seáis humanos, que seáis justos, que no seáis criminales sancionando un crimen constante…”
 

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Comentarios  

# Luis Enrique 27-01-2020 07:47
Gracias Claudia por tu artículo, un escrito tan bello y profundo solo puede escribirlo una persona sensible y patriótica. Gracias de nuevo. Muchas felicidades en tu carrera profesional.
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# Claudia 27-01-2020 10:39
Luis Enrique, gracias a usted por leer y dejarnos tan cálido comentario. Martí es fuente de inspiración, para ser justos, para ser buenos... Lo que de él se escribe lleva su huella y no puede ser menos. Gracias también por los buenos deseos. Saludos!
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