El fantasma de la guerra
- Por Leonardo Pupo Pupo
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El 28 de junio de 1914 un atentado en Sarajevo devino asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero a la corona del imperio astro-húngaro, junto a esposa, la archiduquesa Sofía de Hohenberg.
Un mes después, este acontecimiento fue la mecha que encendió las llamas de la Primera Guerra Mundial. El 28 de julio el ministro de Exteriores austro-húngaro, el conde Leopoldo Berchtold, comunicaba, a través de un telegrama, la declaración de guerra al gobierno serbio.
Pero más de un siglo después el fantasma de la guerra a gran escala merodea nuevamente por la mente de muchos. Los más optimistas creen firmemente en el sentido común, en la paz duradera y en quienes apuestan por despojar este flagelo del vocabulario universal. Otros, se empeñan en mantener en vilo a la humanidad, involucrada o no, en los acontecimientos que desde hace una semana son caldo de cultivo para un conflicto armado en el Oriente Medio.
El asesinato del general iraní Qasem Soleimani, por órdenes precisas de Donald Trump, desató una ola de protestas no solo en el país Persa, sino en gran parte de la comunidad internacional e incluso dentro del propio territorio estadounidense.
Soleimani no era cualquier militar. Era considerado un estratega y un líder capacitado. Fue protagonista de los principales golpes asestados a los terroristas del Estado Islámico en Iraq y en varias regiones del Oriente Medio.
Las primeras muestras de la nefasta decisión de Trump comenzaron a sentirse en aspectos económicos, pues los mercados bursátiles de varias naciones asiáticas sintieron los efectos, mientras que el precio del petróleo aumentó considerablemente en pocas horas.
Irán prometió venganza y dio un golpe de autoridad. Una docena de cohetes impactaron en los complejos militares de Al Asad, ubicado al oeste de Bagdad, y de Irbil, cerca de la frontera iraní. Estados Unidos mantiene alrededor de cinco mil efectivos militares en todo Iraq.
El operativo fue bautizado como "Mártir Soleimani" y fue ejecutado por la división aeroespacial de la Guardia Revolucionaria de Irán. El ministro de Relaciones Exteriores Javad Zarif, dijo que su país atacó tropas de EE.UU. en Iraq en defensa propia bajó el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.
Aunque en las últimas horas algunos expertos consideran que la temperatura en los discursos ha bajado, lo cierto es que las consecuencias son impredecibles.
Tras el ataque a sus bases, Trump anunció nuevas sanciones a Irán y “aconsejó” a quienes firmaron el pacto nuclear con la nación Persa (del cual EE.UU. se retiró), abandonarlo definitivamente.
Fue esa acción unilateral de alejarse del acuerdo, avalado por la ONU, el primer paso de la Casa de Blanca hacia lo que sucede hoy contra los iraníes. Nada ha sido casual.
El asesinato de Soleimani tiene muchas lecturas, pero el guionista es el mismo. Una cortina de humo que alejara a sus conciudadanos del proceso que se le sigue en su contra relacionado con un posible Impeachment era ideal para Trump.
Las estadísticas, además, muestran que en la historia de Estados Unidos, jamás un presidente ha perdido una elección cuando ha estado involucrado en algún conflicto bélico.
Sin embargo, hay quienes coinciden en que el mandatario estadounidense “cruzó” la línea roja, precisamente porque Irán no es cualquier enemigo. Su capacidad militar se une a su capacidad de resistencia y a la unión que muestran sus ciudadanos, amen del odio manifiesto contra Estados Unidos.
Por el momento las tensiones continúan, más allá de amenazas y declaraciones de uno y otro contrincante. Teherán jura vengar a su mártir, mientras que Washington promete someter al país persa.
La suerte está echada. Sea la paz el camino más seguro ante otra amenaza de guerra Made in USA.
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