Todos rendimos cuentas

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rendicion cuenta cubaLas rendiciones de cuenta no son un asunto del Delegado, ni de los directivos ni de los electores, sino de todos, de la sociedad en general. Foto: ACN
 
Los acontecimientos colectivos en los barrios de campo tienen una connotación mayor. Quizá por eso, y por esa capacidad que tienen los niños para magnificarlo todo, recuerdo como algo especial los procesos de rendición de cuenta de mi infancia. 
 
En Los Haticos de Báguanos, el barrio que me vio correr, las reuniones con el Delegado eran asunto muy serio. Días antes llegaban a la casa las boletas personalizadas con el nombre de cada adulto de la familia, a pesar de lo cual siempre me sentí aludida. En el círculo social se reunían todos los vecinos para quienes los niños declamábamos “Dos goticas de agua” y después, los chicos a jugar y los grandes a hablar de importantes asuntos.

Puede ser que mi memoria lo haya omitido, pero no recuerdo en aquellos actos la participación de personas ajenas al barrio, entiéndase invitados, directivos, etc. Si estaban, al menos no se hacían notar. Los problemas se discutían entre los propios vecinos y las soluciones, generalmente, también.

El Delegado, que se llamaba Nolberto y fue reelecto en varias ocasiones, actuaba como moderador, y aunque de vez en cuando alguien reclamaba por algo en plan de protesta, siempre se llegaba a un entendimiento y al final de la reunión todos se quedaban un rato en el Círculo conversando, saludándose, no recuerdo que nadie mencionara: “Ya va a empezar la novela” o cosas así… estoy segura de que todo no era perfecto, pero, ya lo he dicho, los niños lo magnifican todo. Esa noche me iba a la cama con la certeza de haber participado de algo trascendental.

Luego la vida dio muchas vueltas, y hace algunos años me vi en el lugar de Nolberto. Ya no en mi barrio de la infancia, sino en una comunidad urbana del municipio cabecera.

La primera vez que tuve que enfrentar a la comunidad en un proceso de rendición de cuentas fue una experiencia intensa. Poner la cara, como solemos decir, a veces puede ser incómodo, sobre todo cuando no podemos decir lo que la gente quiere escuchar. En cualquier caso, de aquellas reuniones de mi niñez había aprendido que lo importante es decir siempre la verdad, y explicarla bien; y que el pueblo, cuando se le habla con transparencia, siempre termina por entender.

Por estos días en que se desarrolla el segundo proceso de rendición de Cuentas del delegado a sus electores, correspondiente al XVII periodo de mandato, he vuelto a recordar. Hoy algunas cosas han cambiado, pero la esencia de este proceso sigue siendo la misma: un espacio de intercambio entre los miembros de una comunidad para discutir los problemas que le aquejan y sus posibles soluciones.

En ese sentido, cada vez se enfatiza más en el protagonismo que deben ganar los propios electores en la solución de aquellos planteamientos que puedan ser resueltos con el esfuerzo colectivo, los que deben ser chequeados con la misma sistematicidad que los que se tramitan con los organismos, a fin de que cobren vida fuera del acta de la asamblea y se materialicen en el plazo acordado.

En las más de 2 mil 500 asambleas ya realizadas, se han captado cerca de 15 mil planteamientos, de ellos 7 mil 283 para ser tramitados con organismos y 7 mil 429 comunitarios. Para el próximo proceso, sobre todos ellos debe rendirse cuentas, de lo contrario estaremos exigiendo que otros queden bien mientras no nos esforzamos por cumplir con lo que nos toca.

A propósito de la vinculación de los organismos con las asambleas, cada año son más los directivos que se insertan en estos espacios, que, dicho sea de paso, son para que rinda cuenta el Delegado, pero no está demás el respaldo y la explicación oportuna de quienes administran los recursos del pueblo. Es cierto que en ocasiones están todos menos los que esa comunidad quiere ver, como también lo es que algunas noches son más los invitados que los electores presentes. En cualquier caso, debe continuar perfeccionándose el mecanismo para que a cada reunión asistan, de manera intencionada, los representantes de los organismos con mayor incidencia en la comunidad en cuestión.

Las rendiciones de cuenta no son un asunto del Delegado, ni de los directivos ni de los electores, sino de todos, de la sociedad en general.
 
En un contexto único en el que la propuesta es pensar como país, estos espacios se pintan como el escenario ideal para el debate abierto, sincero y respetuoso sobre los temas que nos preocupan y también para vernos todos juntos, saludarnos, conversar, esas cosas que me hacen extrañar las reuniones de mi infancia, cuando importaba menos el horario de la novela.
 
 
 

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