Cachorros perdidos en el bosque
- Por Calixto González Betancourt
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La batalla avanzaba y los Cachorros no aparecían por ninguna parte. Estaban perdidos en el bosque, donde sus ínfimas mordidas y ladridos lejanos contrastaban con el “concierto” predominante de Avispas, Toros, Leñadores, Elefantes y otros. Cuando la fiesta estaba cercana al final, los Canes nororientales por fin encontraron la ruta, pero ¡demasiado tarde!, ya no había sitio para bailar ni ¡clasificar! Los único que pudieron lograr (duodécima posición) fue separarse un poquito de los más rezagados.
Así le sucedió al equipo de Holguín (19 victorias y 26 derrotas) en la LIX Serie Nacional de Béisbol. Antes de comenzar el torneo, las expectativas favorables respecto al plantel holguinero estaban basadas, entre otros aspectos, en la calidad del entrenamiento, la adecuada atención y disponibilidad de los aseguramientos, que tuvieron los peloteros en su preparación, reconocido por los directivos del equipo.
Además, la nómina parecía fortalecida con el regreso del toletero Leris Aguilera y un buen pitcher, Yusmel Velázquez, a pesar de la ausencia de Geydi Soler, “pieza” importante del bateo en anteriores desempeños; junto a un año de más desarrollo y experiencia de jugadores jóvenes y la presencia de dos lanzadores, Wilson Paredes y Rafael Sánchez, quienes acababan de estar en la Preselección Nacional y uno de ellos en el “Cuba”; ambos con meritorios comportamientos en la temporada precedente.
Esos elementos, más la responsabilidad que se contrae y la costumbre de este seleccionado de superarse a sí mismo, seguramente conllevaron al manager Noelvis González a declarar que buscarían la clasificación, en un primer momento entre los ocho y luego avanzar. Agregó que no se conformaría con un quinto o sexto lugar.
Holguín debutó con victoria, pero inmediatamente se atascó y, a diferencia de situaciones anteriores, esta vez no pudo salir del atolladero. Hasta el decimotercer compromiso particular solo pudo imponerse en una subserie. Y ganó las tres últimas. Entre varios factores que incidieron en el bajo desempeño, resaltan el deficiente aporte de los lanzadores relevistas y la poca productividad para hacer carreras.
Los lanzadores sustitutos solo ganaron cuatro juegos y perdieron 13, con solo seis salvados (decimotercero en el Campeonato); 5.04 promedio de carreras limpias permitidas. Ellos fueron los principales causantes que los Cachorros no pudieran inclinar a su bando la mayoría de los marcadores cerrados, aunque tuvieran ventaja en las postrimerías. Incluso no lograron sostener cinco carreras de ventaja en el noveno inning en una ocasión.
Una y otra vez fallaron en sus relevos Paredes (1-4; 5.57 p/cl y 1.55 de whip) y Rafael (0-2; 13.50 y 2.70), dos que debieron ser baluartes, sin embargo, en varias ocasiones no pudieron mantener las ventajas de los suyos, junto al mal desempeño de otros sustitutos.
Es posible que la larga y agotadora campaña precedente, con Holguín y Preselección Nacional pudieran descolocar a esos dos destacados monticulistas y no pudieron recuperarse (físico y mentalmente) a tiempo para ayudar a su conjunto. En apoyo a esta valoración está que Paredes terminó con más efectividad, mientras que Rafael interrumpió su participación por enfermedad.
En este se comportaron mejor Yunier Suárez (1-3; 1.05 y 1.09) y Jesús Enrique Pérez (0-2; 3.38 y 1,17). Mostraron facultades el novato Edmanuel Chapman (lamentablemente sancionado por un año) y el joven Michel Cabrera. En muchas ocasiones, los relevistas, al llegar al box mostraron desconcentración, al parecer falta de confianza, que lo hacían víctimas del descontrol y los batazos de sus rivales.
La actuación de los lanzadores abridores (15- 13 y 4.37 p/cl) estuvo marcada por la inestabilidad, aunque mayormente lograron caminar más de cinco entradas. Carlos Alberto Santiesteban (7-4, 3.05 p/cl y 1.17 de whip) tuvo otra buena temporada. Sus compañeros iniciadores estuvieron más distantes y con altibajos: Meracles Rubén Oris (3-3; 3.78 y 1.47), Rubén Rodríguez (4-3; 5.12 y 1.40) y Yusmel Velázquez (2-2; 5.75 y 2.02), de quien se esperaba más contribución. En el caso de Rubén, si lograra un poco más de calma en el montículo, sería aún mejor pítcher.
En general, el pitcheo holguinero promedió para 4.66 carreras limpias por juego (décimo), con un whip de 1,54 (sexto) y le batearon para 282 (sexto), con 186 ponches y 171 boletos concedidos.
En el bateo, de 640 corredores en posición anotadora, solo fueron impulsados 132. De un total de mil 272 en bases, 156 resultaron traídos para home. En este renglón y en general en la ofensiva, los principales bastiones no respondieron a la altura que necesitaba el elenco y en correspondencia a sus potencialidades, como Paumier (muy lejos de su nivel, 246 de average y 16 impulsadas), Aguiar (250 y 14), Almeida (274 y ocho) y Leris Aguilera (264 y 25), quien no pudo aportar mayor cantidad de extrabases remolcadores (solo tres dobles y tres jonrones), como él pretendía y necesitaba su equipo.
Máikel Cáceres (355 y 26), el que mejor lo hizo, aunque esta vez con menos producción de jonrones (cuatro; el de más doble en su conjunto con 13). Jorge Luis Peña (273 y 27) se dio a conocer como jonronero (10), renglón que lideró en gran parte del calendario, además sumó ocho dobles. Debió estar en el Juego de las Estrellas y en la competencia de cuadrangulares. El receptor Aballe participó en 40 partidos (solo 204 de average, a la defensa le robaron 12 bases, cogió también a 12).
Tuvieron buenos promedios, Anibal Vaillant (417, usado preferentemente como corredor),Yosbany Millán (326), Noel González (323) Julio David Góngora (313) y Laindel Leyva (300) y Manduley (333), incorporado en las últimas subseries. Gorgüet (cuatro hits, incluyendo un doble y un jonrón en seis veces al bate, cinco impulsadas) había comenzado bien, pero su posible positiva temporada se vio frustrada por una indisciplina.
Entre los jóvenes de más potencial aparece el jardinero Yasiel Andy González (246, cinco dobles y un jonrón, 11 impulsadas). Pienso que desde el principio debió jugar más, máxime cuando otros regulares no estaban rindiendo. Al final, tuvo más oportunidades.
Holguín fue décimo en bateo (average 280) y hits conectados (410), 71 dobles, cinco triples y 32 jonrones. Decimotercero en OBP (363) y octavo en impulsadas (188). Robó 16 bases y cogido robando en 15 ocasiones, para un rendimiento intermedio. En defensa, 32 errores en mil 663 lances para 981 (tercero). Este fue su mejor renglón, no obstante hubo momentos con lagunas, Le robaron 16 bases, cogieron a 15.
Como en todo equipo, si fuéramos a detallar juego a juego, encontraríamos decisiones y jugadas controvertidas y, polémicas en la ofensiva, uso y cambio de lanzadores, alineaciones, sustitutos y en otras áreas, que pudieron influir en uno y otro resultado. Las diversas maniobras con las alineaciones no cambiaron el negativo panorama. Como ya es hemos dicho, la dirección no es culpable de todo, pero si responsable de todo lo ocurrido.
Pero lo que más llama la atención es la contradicción: mejor entrenamiento-mal desempeño. Esa problemática solo pueden desentrañarla los especialistas y técnicos que dirigieron y desarrollaron la preparación. Nos consta que trabajaron con ahínco y dedicación, pero algo no funcionó. En esta ecuación incluir la reacción tardía colectiva y de algunas peloteros.
Estamos tratando de un equipo experimentado en la mayoría de sus “fichas”. Entonces, también hay que ahondar en su dinámica interna (psicología, relaciones interpersonales, disciplina integral) que deben hacer sus propios directivos y funcionarios del Deporte. No caer en justificaciones o explicaciones que no ayudan. Buscar reales motivos y causas verdaderas, no para enjuiciar, sino para cambiar lo que se deba, enmendar y crecer. El equipo Holguín y su afición, el béisbol, lo necesitan y merecen.