Los espíritus de una cola me acechan

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comentario colasLas largas colas son ya habituales entre los cubanos, aunque en ocasiones son innecesarias.
 
Si tuviera que caracterizar a un cubano, yo diría que es una persona alegre, jovial, solidaria, de muy buenos sentimientos, aunque sin generalizar, características que me arriesgo a afirmar permiten identificarlo en cualquier parte del mundo.
 
Sin embargo, en los últimos tiempos, los cubanos y particularmente los holguineros, mis coterráneos, nos hemos distinguido por hacer largas colas, algunos para realizar compras necesarias, otros, como un modo más de subsistencia para lucrar mediante ellas o los productos que pretenden adquirir y aquellos que contribuyen a que existan las colas.

Caminar por mi querida ciudad de los parques resulta uno de los momentos más placenteros para muchas personas, hasta que tropiezas en el pasillo de unos de los corredores con una impúdica cola donde mujeres y hombres rivalizan por un puesto más cercano al primero en el listado.

Este ambiente se puede apreciar en varios lugares de la comarca como si el espíritu de las colas circundara la provincia, sin importar la variedad de productos o servicios.

Lo cotidiano es ver la aglomeración de individuos con protagonismo de especialistas en acaparamiento o actrices y actores con dificultades que le impiden hacer la cola.

Y no siempre el desabastecimiento tiene la culpa de este problema. El pasado carnaval, en un kiosco del área ubicada alrededor del estadio de béisbol Calixto García Iñiguez, había cuatro termos de cerveza y en dos de ellos, la fila era bastante extensa, yo ¨alérgico¨ a la espera, fui a uno donde iban a comprar tres o cuatro personas.

Compré sin ningún problema una cerveza bastante buena, Mayabe como casi toda la que se vendió, pero me agobiaba la incertidumbre de saber porque la preferencia por la que no quise esperar.

Las respuestas de los hombres que pretendían comprar fue que como había cola, la cerveza de ese termo debía estar mejor que aquella.

Tuve que brindarle de la mía para demostrarle que si había alguna diferencia, era muy poca, acción que motivó a algunos a dejar la fila que hacían y a convencerme que la necesidad de hacer colas va más allá de preferencias, quizás sea algo psicológico.

Igualmente conocí que en el centro comercial Luz de Yara, de la ciudad capital, se conformó una larga fila, algunos desde horas muy tempranas en el lugar, para esperar lo que “llegaría” en el transcurso del día y desde luego garantizar un puesto de privilegio.

Para cerrar mi larga lista de ejemplos entre “coleros” que pudiera mencionar, recientemente presencié mientras pretendía comprar en el centro comercial Modas Praga un paquete de pollo, de esos, que te cuesta perder una mañana de trabajo o un tiempo útil, para ver si al final Carolyn Fabiana, mi hija, quiere probarlo en la comida.

Sorprendido quedé, cuando llego al encuentro del cuéntame tú vida, donde había dos colas, una para comprar nuestra querida ave congelada y otra, casi igual, para guardar los bolsos en el local designado para ello, como si no fuera suficiente con las que he visto en mi vida por diversas causas.

Al parecer la moda de este primer cuarto de siglo es hacer cola por cualquier motivo, un aspecto psicológico que será muy difícil de cambiar en las personas que han sufrido en algún momento de su vida el desabastecimiento o en aquellos que han encontrado así una forma de vivir.

Habrá que buscar soluciones en esos centros comerciales que no tienen creadas las condiciones para vender productos o prestar un servicio, de tal manera que cuando una mercancía que este en falta, se vaya a vender, no propicie la aglomeración de personas, mucho más si existe heterogeneidad cultural en sus clientes.

Lo cierto es que parece que el espíritu de las colas ronda por la ciudad cubana de los parques como el ángel de la guarda que custodia aquellos que viven de este flagelo, pero que me acecha donde quiera que voy como si yo fuera su víctima preferida.
 
 
Flabio Gutiérrez Delgado
Author: Flabio Gutiérrez Delgado
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Licenciado en Comunicación Social. Soy un ferviente apasionado del mundo deportivo, atrapado por la magia del fútbol, pero no descuido la cultura general y siempre estoy dispuesto a aprender algo todos los días, cuando no lo hago, siento que he perdido el tiempo.

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