Ingratitud
- Por Hilda Pupo Salazar
- Hits: 4735
Un fiel lector de esta columna, quien hoy reside en La Habana, nos solicita reflexionar sobre las actitudes de la ingratitud, uno de los sentimientos más desagradables que puede mostrar una persona.
Para algunos es un egocentrismo recargado de indiferencias y desprecios para borrar a quienes los beneficiaron, sin importarles desvelos, acciones, entrega, sacrificios, gastos. Con esa actitud hieren las buenas intenciones de quienes les ayudaron.
Según los estudiosos no hay un solo origen, puede ser por una deficiente educación desde las primeras edades o por arrogancia, rencores, frustraciones, lesiones emocionales, egoísmo, con prácticas para ofender sin límites a los demás en cualquier momento.
Por lo general no reconocen el mérito ajeno, las ayudas, los desvelos, al contrario los ignoran, sin importarles dañar a quienes tanto les dieron, incluso quienes no dan las gracias, no ofrecen disculpas, ni usan un por favor, no valoran el civismo.
Son capaces de maltratar a familiares sin apreciar los esfuerzos para hacerles la vida más fácil y al mostrarse en un diálogo emocional desprovisto ignoran los términos claves de la cortesía, con los mayores insultos.
Conductualmente los desagradecidos camuflan la incapacidad de reconocer el valor de las cosas, pero son hábiles para beneficiarse de la amabilidad de otros, pedir favores que jamás devuelven ni evalúan el desprendimiento de los demás.
El ingrato no aprecia gestos de atención a su persona ni a los suyos, se hace el desequilibrado para no tomar en cuenta cuidados, tratos o atención extrema, la nobleza la considera un acto social y la caballerosidad una basura, la franqueza y la hipocresía las tiene en la misma categoría.
La ingratitud no solo puede proceder entre amigos, familias, sino en relaciones sociales, centros de trabajo o estudio, entre otros, cuando casi siempre carecen de suficiente empatía para ponerse en el lugar de un tercero.
Este sentimiento puede ocurrir de forma mutua entre personas, cuando hay muestras de la falta de correspondencia en momentos claves de la vida.
Necesitamos cultivar más la gratitud desde las primeras edades, sin descuidarla nunca, jamás debe olvidarse el verbo agradecer, que junto con el respeto, solidaridad, favor, colaboración, apoyo deben demostrarse en todas las relaciones.
Podemos reflexionar con León Tolstoi, novelista ruso: “A un gran Corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa”, Richard Brinsley Sheridan dramaturgo del Reino Unido: “Cuando la ingratitud eriza de púas el dardo de la injuria, la herida es doblemente peligrosa.” Gaspar Betancourt, escritor y periodista cubano: “La ingratitud es la amnesia del corazón… Saluda a la ingratitud como una experiencia que enriquecerá tu alma…Después de la ingratitud, lo más penoso de sobrellevar es la gratitud… El ingrato escribe el bien en el agua y el mal en la piedra…” Daniel Defoe, escritor inglés:"Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos" y según Las leyes de la vida, consolidadas por la fuerza de fomentarse: "Cuando al malagradecido se le olvida quien le ayudó, la miseria le refresca la memoria”.
Artículo relacionado: