¿Egoístas o solidarios?
- Por Hilda Pupo Salazar
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El virus nos pone a prueba: ¿egoístas o solidarios? La humanidad, en sentido general, exhibe o no sus mejores valores.
Hoy la realidad acentúa, tal vez como pocas veces en la historia del planeta, estos dos tipos de personas: solidarias u oportunistas. Ya aumenta el número de quienes hablan si perduraran esos comportamientos contraproducentes, como herencia de la pandemia.
El oportunismo es responder a las oportunidades, pero en este caso prioriza el interés propio y quebranta, sin escrúpulos, principios éticos relevantes para lograr ciertas ambiciones o resolver sus asuntos a cualquier precio.
Los estudiosos lo definen como un estilo de comportamiento humano, tiene la connotación de falta de integridad. La idea subyacente es que constituye el precio de la búsqueda, desenfrenada, solo por el interés propio, con un “yoismo” absoluto en el comportamiento, es decir, en última instancia, es imposible ser así y tener acciones coherentes al mismo tiempo.
Por lo tanto, el oportunismo consiste en comprometer una parte u otros principios generalmente respetados; sin embargo, el límite entre el "legítimo interés propio" y "el egoísmo no deseable (o antisocial)" puede ser difícil de concretar. La definición depende de un punto de vista o posición antes las diferentes encrucijadas de la vida.
La solidaridad es un valor humano, fundamental, en todo momento y, más ahora, con la crisis del coronavirus. Son muchos los ejemplos de cooperación en nuestra sociedad, mas en esta situación tan complicada que vivimos, incluso a riesgo de la propia existencia, hay personas, por definición, más altruistas que otras. Cada uno tiene su propia historia para contar y guardar de la interminable pandemia.
En varios momentos nuestro Presidente reitera: “La realidad que afrontamos requiere solidaridad contra el egoísmo… Estos tiempos difíciles deben motivarnos a continuar trabajando unidos con más cooperación y concertación…Trabajando juntos la victoria será nuestra, ahora y siempre”.
Independientemente de la realidad de hoy, tanto en la familia como en nuestra sociedad, debemos insistir en desarrollar y fortalecer más valores como: justicia, amistad, empatía y sensibilidad, para profundizar en la conciencia, de cada quien, la decisión de ayudar a aquel que más necesita, como característica en Cuba.
Analicemos estas fábulas: Érase una vez un hipopótamo que tomaba el autobús muy, muy temprano, para acudir a su trabajo. Pero este hipopótamo, en lugar de guardar su sitio en la cola, como hacían los demás, no dudaba en imponerse a todos a fuerza de empujones y manotazos hasta verse el primero de la fila.
Esta otra: Una familia de topos vivía cerca de la guarida de un lirón, a cuya puerta llamó un topito para decir: Buenos días, señor lirón. Dice mi mamá que le preste un kilo de harina para preparar una torta. El lirón dio de mala gana cuanto le pedía, no obstante deberle favores a doña topo. Al rato volvieron a llamar. Era el topito que esta vez solicitó medio kilo de azúcar. El lirón, molesto por la impertinencia, le entregó medio kilo de sal. Horas más tarde se presentaron en casa del lirón, mamá topo y su familia, para abrazarlo: ¡Feliz cumpleaños, vecino! Acepta esta torta.