Cervantes en Holguín
- Por Claudia Patricia Domínguez
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Se dice que Holguín es de los lugares que mejor se habla el Español en Cuba, característica que gana la admiración de unos y la antipatía de otros. Lo cierto es que ese hablar pausado nos identifica y más allá de refinamientos esta característica demuestra el gusto de los holguineros por su lengua, la cual defiende más que a un idioma la cultura hispanoamericana.
Quizá sea este el motivo por el que muchos piensen que El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha es de los personajes cervantinos el que más se ajusta a las particularidades de Holguín y su gente, que mucho tiene que ver con esa creencia de sentirnos el centro del mundo y que nos ganó el epíteto de “provincia universo” como nos bautizara, en cierta ocasión, la escritora Loudes González.
Lo cierto es que el holguinero es capaz de desafiar el fatalismo geográfico con la misma determinación que lo hiciera el caballero andante al enfrentarse a los molinos de viento con la certeza de que estos eran gigantes con brazos de dos leguas.
Y si no me creen pregúntenselo a ese grupo de jóvenes soñadores que en la década del ´90, en pleno Periodo Especial, se propusieron convertir a Holguín en la capital del arte joven y crearon a más de 700 kilómetros de La Habana las Romerías de Mayo. De estas quijotescas historias se compone la cultura del holguinero, quienes al igual que Don Alonso Quijano reconocen que “por la libertad así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida”.
En la ciudad de Holguín se encuentra uno de los monumentos más emblemáticos que existen en la nación caribeña que inmortaliza la obra cumbre de la lengua española, que publicada en el año 1605 por Miguel de Cervantes Saavedra constituyó la primera novela genuinamente crítica contra la tradición caballeresca y cortés, por el tratamiento burlesco que da a la misma.
El conjunto escultórico que desde hace unos 15 años acompaña la cotidianidad de los holguineros es fruto de la creación de los artistas Silvio Carralero, Alberto Rodríguez y César Sánchez, quienes no se ciñeron exclusivamente a la figura del legendario caballero e incluyeron al fiel escudero Sancho Panza, su caballo Rocinante y el peculiar molino de viento, que aparece en los delirios del Quijote disfrazado de temible gigante.
La singular plaza ubicada justo donde comienza la transitada Avenida de los Álamos en Holguín no es el único punto de la urbe que recuerda la impronta del Manco de Lepanto, pues una de sus principales arterias también perpetúa al trascendental novelista.
La calle Cervantes que de acuerdo con la periodista e historiadora María Julia Guerra es de las más antiguas en llevar el nombre de un español, denominada así desde el siglo XIX fue rebautizada en el XX con el nombre del General Feria, pero el pueblo le siguió llamando hasta el día de hoy Cervantes, la cual va de norte a sur desde la Avenida Cajigal (carretera de Gibara) hasta Coliseo siendo la penúltima de las calles que marcan el límite del centro histórico de la ciudad de Holguín.
Cada 23 de abril se celebra el Día del idioma Español, en honor al escritor Miguel de Cervantes, quien falleció ese día del año 1616 y tuvo su origen en la propuesta que hiciera unos tres siglos después el valenciano Vicente Clavel Andrés de tener un día para celebrar la literatura, idea que iniciada en Valencia se diseminó gradualmente por toda la península ibérica hasta que en el 1964 fue adoptada por todos los países hispanohablantes.