Un boricua eternamente enamorado de Cuba
- Por Yanela Ruiz González
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Un intercambio deportivo lo trajo a Cuba por primera vez en 1994. Tenía solo nueve años. Por aquel entonces la Isla atravesaba el complejo periodo especial. Aun así Guillermo Olivieri Miranda volvió a su natal Puerto Rico encantado de lo que apreció con sus propios ojos, sin saber que este sería solo el inicio de su historia en el verde Caimán.
“Desde la escuela primaria los americanos imperialistas se encargaban de intoxicar nuestras mentes con falsedades a través de libros y propagandas sobre nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro y su Revolución”, dice.
No obstante, confiesa el joven boricua, “nada nos detuvo, la oportunidad fue muy enriquecedora. Además de jugar básquet con jóvenes cubanos logramos visitar escuelas del sistema de Educación y lugares históricos en La Habana y Santiago de Cuba. Comenzamos a ver la verdadera realidad de este país”.
¿Este fue el preludio de los lazos que te unen a Cuba?
Guillermo Olivieri Miranda participa junto a sus compañeros en la pesquisa activa para enfrentar la COVID-19. Fotos: Alexis del Toro
¿Entonces tu padre abrió el camino hacia un vínculo más familiar?
Mis raíces son muy humildes. Mis abuelos solo cursaron hasta la escuela secundaria, no había muchos recursos, aunque siempre hubo un plato de comida en la mesa. Siempre nos inculcaron valores como el amor y la solidaridad a mis hermanos y a mí. Mi padre admira mucho a la Revolución cubana y a sus grandes protagonistas, sobre todo a Fidel y al Che y eso también nos lo transmitió.
Recuerdo que nos decía “no se dejen engañar cuando les digan que Puerto Rico es muy chiquito o que somos muy pocos para ser independientes. Gonzalo es un soñador por excelencia. También nos expresaba “es mejor ser cabeza de ratón, que cola de león”.
En 2018 realizas una segunda visita a la Mayor de las Antillas, pero los motivos distaron mucho de la primera ocasión. ¿Qué te trajo esta vez?
A los 30 años me diagnosticaron una enfermedad, que luego de cerca de tres años bajo tratamiento excesivamente costoso no obtuvimos los resultados esperados. Dolorosamente el sistema de salud puertorriqueño es capitalista y la prioridad es el dinero que se pueda ganar y no la salud del paciente. Mi hermano Gustavo Adolfo buscó en Internet sobre tratamientos médicos fuera de Puerto Rico y entre los primeros países apareció Cuba. Mediante amistades cubanas logramos llegar a Holguín y aquí me atendieron. Tenía la referencia de un boricua que ya se había tratado el mismo problema y me había dicho que los cubanos son los “bravos” en medicina. Realmente los resultados excedieron nuestras expectativas. Fue mucho más, una transformación humana.
¿Esta nueva experiencia en suelo cubano fue el motor impulsor para que hoy ocupes un pupitre en la Universidad de Ciencias Médicas Mariana Grajales de Holguín?
A partir de ahí comenzó a crecer mucho más mi amor hacia Cuba y el de mi familia también. Así que decidí estudiar medicina, otra nueva oportunidad que me brinda esta tierra cubana, tomando en cuenta el reconocimiento que tiene a nivel mundial la educación médica aquí, especialmente, en Holguín, de donde puedo hablar con más conocimientos de causa.
¿Qué más aprecias de la Medicina cubana?
En primer lugar, en Cuba la medicina es un derecho que se le garantiza a todos los ciudadanos, y lo otro es la humanidad y solidaridad del personal de la Salud Pública, valores estos que distinguen tanto al pueblo cubano. A pesar de que llevo muy poco tiempo estudiando esta carrera, pues estoy en el primer año,siento que soy mejor persona al formar parte de una institución que prepara el futuro de lo que Fidel llamó “ejército de batas blancas”.
¿Y de los estudios en la Universidad?
Todos mis compañeros son cubanos. Es curioso ver que tenemos muchas semejanzas. Estoy aprendiendo sobre la idiosincrasia, costumbres y cultura cubanas, pienso que iremos construyendo una familia en este ambiente, en el que profesores, trabajadores y personal de servicio de la escuela nos enseñan a amarnos con amabilidad.
¿Por qué pediste que te dieran la oportunidad de participar junto a tus compañeros en la pesquisa activa para enfrentar la COVID-19? ¿No temiste contagiarte en un país foráneo?
Como estudiante de medicina me he tomado la responsabilidad de aprender sobre esta terrible enfermedad desde que empezó el brote en China. Luego a educarme sobre cuáles son las medidas para protegerme y proteger a las personas con quien tengo contacto. Siento que es un deber, una manera de aprendizaje, crecimiento personal y reafirmar mi eterno agradecimiento a Cuba y su gente linda. Estoy pesquisando en el área del policlínico Máximo Gómez y es muy gratificante aportar en esta dura batalla, sobre todo, por el vínculo afectivo que se va creando con la población que ya espera mi visita cada día.
¿Y tu familiaque dice de esta decisión?
“Lo más difícil es estar lejos de mi familia en estos momentos que generan mucha preocupación, más si se es padre y no puedes proteger de cerca a tu hijo. Pero me reconforta que todos estén bien y aprueben mi desempeño. Mantenemos comunicación gracias a la tecnología, por eso puedo besarlos y abrazarlos en la distancia”.
¿Qué mensaje te gustaría transmitirles a tus compatriotas y al mundo?
“Tenemos que ayudarnos. A veces estamos tan centrados en nuestro pequeño mundo interior, que olvidamos lo que sucede fuera. Debemos preocuparnos un poco más por las personas que nos acompañan. Creo que en eso está la clave, en aportar todos nuestros granitos de arena, si lo hacemos podemos crear un efecto dominó, que genere un cambio para bien. A mis compatriotas les pediría que se cuiden y apoyen, sean cautelosos cuando salgan de casa, no se confíen y cumplan con todo lo orientado”.
Mucho le queda aún por recorrer a Guillermo Olivieri Miranda en este nuevo proyecto de vida que decidió fuera en la Cuba de Fidel, del bravo hombre del que siempre le habló su padre Gonzalo. La que alguna vez vio como algo prohibido y hoy se le devela como su segunda patria, como la madre que educa al hijo.Mientras tanto aprovecha, para de alguna manera, reciprocarle con su eterno amor./Con información de María Caridad Marrero Aguilera y Marlon Frías Ramírez. Estudiantes de Tercer Año de Medicina. Miembros del Grupo de Comunicación de la FEU de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín./ Con información de María Caridad Marrero Aguilera y Marlon Frías Ramírez. Estudiantes de Tercer Año de Medicina. Miembros del Grupo de Comunicación de la FEU de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín.
A su corta edad muy poco podía comprender sobre el ambiente político mundial que se tejía en torno a la realidad de la Isla caribeña, por eso cuando pisó esta tierra tuvo la impresión de visitar la Isla prohibida.
“Desde la escuela primaria los americanos imperialistas se encargaban de intoxicar nuestras mentes con falsedades a través de libros y propagandas sobre nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro y su Revolución”, dice.
No obstante, confiesa el joven boricua, “nada nos detuvo, la oportunidad fue muy enriquecedora. Además de jugar básquet con jóvenes cubanos logramos visitar escuelas del sistema de Educación y lugares históricos en La Habana y Santiago de Cuba. Comenzamos a ver la verdadera realidad de este país”.
¿Este fue el preludio de los lazos que te unen a Cuba?

Mi padre Gonzalo Olivieri siempre ha sido partícipe de la lucha por la independencia de Puerto Rico y durante estos intercambios deportivos quedó impactado por la situación que atravesaban los cubanos. Nació entonces la idea de crear vínculos con la Misión de Puerto Rico en Cuba localizada en La Habana. Esto permitió que la comunidad boricua se uniera y formara parte de múltiples viajes turísticos con la intención de cooperar y brindar ayuda al pueblo cubano; mayormente con medicamentos, productos de aseo personal, ropa, calzados, entre otros.
¿Entonces tu padre abrió el camino hacia un vínculo más familiar?
Mis raíces son muy humildes. Mis abuelos solo cursaron hasta la escuela secundaria, no había muchos recursos, aunque siempre hubo un plato de comida en la mesa. Siempre nos inculcaron valores como el amor y la solidaridad a mis hermanos y a mí. Mi padre admira mucho a la Revolución cubana y a sus grandes protagonistas, sobre todo a Fidel y al Che y eso también nos lo transmitió.
Recuerdo que nos decía “no se dejen engañar cuando les digan que Puerto Rico es muy chiquito o que somos muy pocos para ser independientes. Gonzalo es un soñador por excelencia. También nos expresaba “es mejor ser cabeza de ratón, que cola de león”.
En 2018 realizas una segunda visita a la Mayor de las Antillas, pero los motivos distaron mucho de la primera ocasión. ¿Qué te trajo esta vez?
A los 30 años me diagnosticaron una enfermedad, que luego de cerca de tres años bajo tratamiento excesivamente costoso no obtuvimos los resultados esperados. Dolorosamente el sistema de salud puertorriqueño es capitalista y la prioridad es el dinero que se pueda ganar y no la salud del paciente. Mi hermano Gustavo Adolfo buscó en Internet sobre tratamientos médicos fuera de Puerto Rico y entre los primeros países apareció Cuba. Mediante amistades cubanas logramos llegar a Holguín y aquí me atendieron. Tenía la referencia de un boricua que ya se había tratado el mismo problema y me había dicho que los cubanos son los “bravos” en medicina. Realmente los resultados excedieron nuestras expectativas. Fue mucho más, una transformación humana.
¿Esta nueva experiencia en suelo cubano fue el motor impulsor para que hoy ocupes un pupitre en la Universidad de Ciencias Médicas Mariana Grajales de Holguín?
A partir de ahí comenzó a crecer mucho más mi amor hacia Cuba y el de mi familia también. Así que decidí estudiar medicina, otra nueva oportunidad que me brinda esta tierra cubana, tomando en cuenta el reconocimiento que tiene a nivel mundial la educación médica aquí, especialmente, en Holguín, de donde puedo hablar con más conocimientos de causa.
¿Qué más aprecias de la Medicina cubana?
En primer lugar, en Cuba la medicina es un derecho que se le garantiza a todos los ciudadanos, y lo otro es la humanidad y solidaridad del personal de la Salud Pública, valores estos que distinguen tanto al pueblo cubano. A pesar de que llevo muy poco tiempo estudiando esta carrera, pues estoy en el primer año,siento que soy mejor persona al formar parte de una institución que prepara el futuro de lo que Fidel llamó “ejército de batas blancas”.
¿Y de los estudios en la Universidad?
Todos mis compañeros son cubanos. Es curioso ver que tenemos muchas semejanzas. Estoy aprendiendo sobre la idiosincrasia, costumbres y cultura cubanas, pienso que iremos construyendo una familia en este ambiente, en el que profesores, trabajadores y personal de servicio de la escuela nos enseñan a amarnos con amabilidad.
¿Por qué pediste que te dieran la oportunidad de participar junto a tus compañeros en la pesquisa activa para enfrentar la COVID-19? ¿No temiste contagiarte en un país foráneo?
Como estudiante de medicina me he tomado la responsabilidad de aprender sobre esta terrible enfermedad desde que empezó el brote en China. Luego a educarme sobre cuáles son las medidas para protegerme y proteger a las personas con quien tengo contacto. Siento que es un deber, una manera de aprendizaje, crecimiento personal y reafirmar mi eterno agradecimiento a Cuba y su gente linda. Estoy pesquisando en el área del policlínico Máximo Gómez y es muy gratificante aportar en esta dura batalla, sobre todo, por el vínculo afectivo que se va creando con la población que ya espera mi visita cada día.
¿Y tu familiaque dice de esta decisión?
“Lo más difícil es estar lejos de mi familia en estos momentos que generan mucha preocupación, más si se es padre y no puedes proteger de cerca a tu hijo. Pero me reconforta que todos estén bien y aprueben mi desempeño. Mantenemos comunicación gracias a la tecnología, por eso puedo besarlos y abrazarlos en la distancia”.
¿Qué mensaje te gustaría transmitirles a tus compatriotas y al mundo?
“Tenemos que ayudarnos. A veces estamos tan centrados en nuestro pequeño mundo interior, que olvidamos lo que sucede fuera. Debemos preocuparnos un poco más por las personas que nos acompañan. Creo que en eso está la clave, en aportar todos nuestros granitos de arena, si lo hacemos podemos crear un efecto dominó, que genere un cambio para bien. A mis compatriotas les pediría que se cuiden y apoyen, sean cautelosos cuando salgan de casa, no se confíen y cumplan con todo lo orientado”.
Mucho le queda aún por recorrer a Guillermo Olivieri Miranda en este nuevo proyecto de vida que decidió fuera en la Cuba de Fidel, del bravo hombre del que siempre le habló su padre Gonzalo. La que alguna vez vio como algo prohibido y hoy se le devela como su segunda patria, como la madre que educa al hijo.Mientras tanto aprovecha, para de alguna manera, reciprocarle con su eterno amor./Con información de María Caridad Marrero Aguilera y Marlon Frías Ramírez. Estudiantes de Tercer Año de Medicina. Miembros del Grupo de Comunicación de la FEU de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín./ Con información de María Caridad Marrero Aguilera y Marlon Frías Ramírez. Estudiantes de Tercer Año de Medicina. Miembros del Grupo de Comunicación de la FEU de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín.
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