Mozo, el barrendero de la zona 10

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Me senté en el contén de la acera frente al Banco Provincial de Sangre. El muchacho se movía de un lado a otro mientras arrastraba con su escoba lo que le sobra a la ciudad. Usaba capucha negra y botas blancas de goma. Se veía firme y calmado, como si cada movimiento fuese el mismo de todo un siglo y aprovechara para imaginar las siluetas que provoca la noche sobre otras calles distantes.

Hacía pequeños bultos de basura que luego recogía y echaba al carrito: un artefacto de latón con tres ruedas pintado de amarillo resinoso. Se acercó hacia donde estaba y barrió con cuidado la zona para no echarme polvo encima. El gesto me pareció noble. Bajo la capucha se perfiló un hombre joven, delgado, de ojos bondadosos. Hablamos algunas palabras. Eran las 5 de la mañana y agosto se despedía de la que algún día fue la ciudad más limpia de Cuba.

Siempre me ha interesado la gente que despierta antes que el sol. "Me levanto a las 4 de la mañana —dijo— hago los bultos y a las 5 espero al Jefe de Brigada en Comunales, paso por el carrito y voy a recoger los bultos que ya tengo amontonados. Así hasta las 10 o las 11". No dejó de barrer mientras hablaba. La escoba era una prolongación de sus manos y parecían no cansarse nunca. Le hice una foto mientras se difuminaba su imagen por la calle 7ma del Reparto Peralta. Fue una foto tímida, sin mucha calidad visual. No quería que me viera: solo impedir que se borrara su imagen gentil y aleccionar a otros con su historia.

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Le conté el hecho a tantos como pude, resaltando que despertaba temprano, que era joven, que cambió de ritmo para no echarme encima la basura. No sé, la vida va tan aprisa que los pequeños gestos son cada vez más necesarios. La gente preguntaba su nombre, dónde vivía, quién era. Sentí la necesidad de contar su historia a más personas; comencé a buscarlo.

Fui a la Dirección de Comunales. Me pusieron en contacto con Ivis Tamayo Díaz, jefa de la Zona número 10, Reparto Peralta. "Ese de quien hablas es Mozo, el más joven del equipo". Luego de llamarlo me confirmó que estaba dispuesto a brindarme una entrevista.

Eran las 2 de la tarde y en el Reparto Sanfield no había electricidad. Las personas se agrupaban en los portales como si ya no supieran hacer otra cosa que esperar. Un muchacho me increpó: "¿Eres el escritor?" Asentí. "Soy Mozo".

La sala de su casa estaba decorada con sencillez. Había fotos de familia y en sus rostros se veía un espíritu bondadoso que al parecer se había legado de unos a otros como la mayor herencia. "Lo de Mozo es cosa de mi madre". Y lo que dice una madre es cosa santa. El muchacho se llama Danyer Leyva Oro y tiene 30 años.

Hablamos largo rato sobre las particularidades de su empleo, en el que lleva poco más de cuatro años. "Al inicio las calles eran más limpias. Algo ha pasado, ni sé, pero la gente echa más basura. Pasan también cosas feas. Algunos quieren que uno le limpie el patio de su casa. Y son lugares que no nos corresponden. Ellos se molestan y hasta nos ofenden. Nosotros barremos acera, contén y calle. Hay otros que nos pasan por el lado tomándose un refresco y tiran la lata en el lugar que ya hemos barrido." Se me contrita el espíritu. Lo he visto cien veces: el cucurucho de maní, el envoltorio de algún dulce... la gente tira la basura en cualquier lugar como si fuera responsabilidad de algunos recoger del piso el decoro que pierden otros hombres.

mozo 03Foto: Tomada del perfil de Facebook de Michel Rojas Abreu

"Pero hay cosas lindas —continúa—. En la calle Roosevelt hay un médico que muchas veces se levanta temprano, barre su patio, barre la calle frente a su casa y me deja hechos los bulticos para que yo no pase trabajo en recogerlos." Y festejé, con los ojos pequeñitos y ese nudo enorme que se hace en el alma cuando se ve que hay hombres que valen miles de hombres, que debería poblarse con ellos la humanidad entera.

Susana es la madre de Danyer. Me habla de sus dos hijos. "Fueron muy deseados. Ya tenía 28 años y no quedaba embarazada. Le prometí a Dios que si me permitía tener hijos dejaría de fumar. Tres meses después estaba embarazada del primero. Y luego que pasaron 4 años llego Danyer. Él trabaja en una zona oscura. En los días de fiesta se pone peligrosa. Me da mucho miedo. Pero me siento orgullosa de él, de su trabajo honrado."

La escucho con atención y recuerdo a mi madre, sacando de mis manos las espinas de marabú cada vez que regresaba de la finca. Sus ojos llorosos, mezcla de impotencia y orgullo sano. Susana me habla de su "Mozo", el más pequeño de sus hijos, como se habla de un hombre que va al combate cada día y gana, para los suyos, el derecho a la vida.

La charla se ha extendido. El muchacho prende otro cigarro, hace un breve silencio y me dice: "Me gusta la lluvia. Siempre que llueve es más fácil el trabajo. La lluvia arrastra la basura hasta las alcantarillas y no hay que barrer la calle completa, solo ir hasta allí y recogerla. La alcantarilla es mi amiga". Hay sosiego y y lejanía en su diálogo. Inevitable que recuerde al poeta Vicente Aleixandre comparando la lluvia a un beso, un beso triste y hondo ¿como una alcantarilla? Quién sabe si Vicente veía en los rieles de la compañía de trenes donde trabajaba lo mismo que Danyer ve en las rejillas de los desagües.

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Hace pocos días de la entrevista. Hoy me he sentado en otro contén de una calle cercana al Reparto Vista Alegre. Miro a varias personas lanzar sus desperdicios, alejarse apresurados como si temieran alguna censura. Este no es un vertedero oficial. Me pregunto a quién le tocará cada mañana enfrentarse a la difícil tarea de recoger lo que sobra en este sitio. Pienso en el médico de la calle Roosevelt, la lluvia como un beso de Dios y en Danyer: sus manos que madrugan con la esperanza de que Holguín vuelva a ser la ciudad más limpia de Cuba.


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Comentarios  

# Cesar Chal 18-09-2024 15:27
Muy conmovedor , muchas felicidades a ese joven , noble y necesario oficio, Dios lo bendiga siempre.
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# José 19-09-2024 07:43
Excelente artículo. Lo felicito a usted y al “Mozo”. Ojala nuestra ciudad vuelva a ser la más limpia de Cuba. Si todos aportaramos nuestro granito de arena así sería.
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