Holguineros en la historia: Héroes del 26 de Julio

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“El 26 de Julio ha pasado a ser una fecha histórica en los anales de la larga y heroica lucha de nuestra Patria por su libertad. No era este alto honor, ciertamente, los propósitos que guiaban ese día a los hombres que quisimos tomar esta fortaleza. Ningún revolucionario lucha con la vista puesta en el día en que los hechos que se deriven de su acción vayan a recibir honores de la conmemoración.
 
‘El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente’, dijo Martí. El cumplimiento de un deber nos condujo a esta acción sin que nadie pensara en las glorias y los honores de esa lucha”, expresó Fidel Castro en ocasión del XX Aniversario del asalto al cuartel Moncada y las acciones de apoyo.

Los hechos que se produjeron en Bayamo, a unos 70 kilómetros de la ciudad de Holguín y más allá, en Santiago de Cuba, a 196, tal parece que no tuvieron incidencia en esta ciudad y el municipio, sin embargo hay que tener en cuenta primero que en 1953 por el municipio transitan, desde Las Arenas hasta Cauto Cristo (unos 94 kilómetros de la Carretera Central), por lo que 110 de los revolucionarios que se trasladaron a Santiago de Cuba en 15 autos y dos ómnibus y los 25 que llegaron a Bayamo en cuatro autos atravesaron desde el oeste hacia el sur el municipio.

Segundo, que la ciudad era parada obligada de todos los ómnibus que desde La Habana se dirigían a Santiago de Cuba y que por la distancia existente entre Las Tunas y Bayamo muchos choferes hacían paradas de descanso en algunas de las barras (cafeterías) que existían a la orilla de la carretera que bordeaba por el oeste la ciudad. Así los 30 compañeros que viajaron en los ómnibus de la Ruta 80 y La Cubana, hicieron escala aquí, y uno de los autos, con seis compañeros, que tenía como destino Bayamo se detuvo en la Barra Sintes.

Tercero, que después de las acciones familias holguineras protegieron a combatientes hasta ponerlos a salvo.

Lugares en los que estuvieron en Holguín

En el hotel Majestic

La Ruta 80 tenían su paradero en el hotel Majestic, aquí estuvo el día 25 en horas del mediodía un grupo de 13 jóvenes que estaban destinados a Santiago de Cuba. Almorzaron y permanecieron en este lugar alrededor de una hora. Sus nombres: Mario Lazo Pérez, Mario Collazo Cordero, Rigoberto Corcho López, Ciro Redondo García, Tomás Álvarez Breto, Carmelo Noa Gil, Flores Betancourt Rodríguez, Guillermo Granados Lara, Emilio Hernández Cruz, Marcos Martí Rodríguez, Antonio Betancourt Flores y Julio Díaz González, todos artemiseños. el mismo hizo el viaje el compañero Jacinto García Espinosa, de la célula de El Cerro, en La Habana.

En la barra Crespi

Los ómnibus La Cubana paraban en la Barra Crespi, la cual quedaba al final de la calle Frexes, frente al parquecito. El grupo que viajó en ese ómnibus era de 17 compañeros. Al frente venía Ramiro Valdés Menéndez.

En este lugar, entre las 4:00 y 4:25 de la calurosa tarde del 25 de julio de 1953, hicieron escala Ramón Callao Díaz, Gelasio Fernández Martínez, Roberto Galán Betancourt, Gerardo Granados Lara, Fidel Labrador García, Rosendo Menéndez García, José Ponce Díaz, Ismael Ricondo Fernández, y Ramiro Valdés Menéndez de las células de Artemisa; Abelardo García Yllis, Ángel Sánchez Pérez, Jaime Costa Chávez, Alfredo Corcho Cinta, José Ramón Martínez Álvarez y José Francisco Costa Velázquez de Guanajay. Además, Pedro Miret Prieto y Léster Rodríguez Pérez, santiagueros que estudiaban en la Universidad de La Habana.
 
En la barra Sintes

Er Viernes, 24 de julio. El joven Antonio López Fernández, jefe de una célula revolucionaria, a quien todos conocen como Ñico, ha recibido la orden: llegó la hora del ejercicio final. Comienza a citar a sus compañeros para Dragones No. 216, la casa de Antonio Darío López García. Pasado el mediodía, ya se encuentran todos: Ñico, Armando Arencibia García, Calixto García Martínez, Adalberto Ruanes Álvarez, y, por supuesto, Antonio Darío.

Como ninguno sabía manejar, ya estando en 25 y O, Fidel les asignó como chofer a Mario Martínez Arará y partieron rumbo a Bayamo.

Era aún temprano en la mañana del día 25. Mario Martínez Ararás conocía muy bien donde se podía serviciar el auto y también desayunar; pues él había sido chofer de la Compañía Taca y, además, en un tiempo había manejado un camión de carga de los que él y su hermano Raúl habían comprado. Así llegaron a la Barra Sintes, en la confluencia de la Carretera Central y la calle Martí, en Holguín.

“Paramos en Holguín para reabastecer el carro y en el mismo lugar ingerimos algunos alimentos ligeros y tomamos refresco y café. De ahí entramos a la ciudad y dimos algunas vueltas. Estuvimos dos o tres horas, luego continuamos el viaje hasta Bayamo”. Ha contado Ruanes.
 
En las Calabazas

Uno de los autos que partieron de La Habana con destino a Santiago de Cuba, sería el conducido por Gildo Miguel Fleitas López. Como a las tres de la tarde del 24 de julio, acompañado por Gerardo Sosa Rodríguez y Armelio Ferrás Pellicer salió de 25 y O; cambió un cheque por 50 pesos, para gastos de viaje; recogió en su oficina unos materiales especiales (los discos para llamar al pueblo por radio, en una programación especial después de la acción en el Moncada); recogió en San Lázaro e Infanta a Reinaldo Benítez Nápoles, Israel Tápanes Vento Aguilera y Carlos González Seijas. Luego tomó carretera.

Todo fue bien, el carácter de Gildo, bromista y campechano, ayudaba a bajar tensiones. Pero, el automóvil se rompió. Estaban sin dinero y en Las Calabazas, a unos 30 kilómetros de la ciudad de Holguín. El mecánico Fernando Esquivel Wilton podía ayudarlos, la cuestión era comprar una pieza.

Ernesto Tizol, quien venía detrás, los divisó detenidos a orillas de la carretera. Paró. Conversó con Gildo, le entregó dinero para el arreglo e intercambiaron un pasajero: Víctor Escalona Benítez seguiría con Gildo, y Gerardo Sosa Rodríguez, con Tizol.

Era día 25, ya de noche, cuando Gildo y sus acompañantes emprendieron de nuevo el viaje de la Historia.
 
Lo que pasó después de las acciones

Tisol regresa a Holguín

Ernesto Tizol Aguilera, holguinero que nació en Santa Lucía y creció y estudió en la ciudad de Holguín, después de la acción del Moncada regresó a Holguín; se escondió primero en la finca de un familiar en Tomí, luego en la casa de José Rafuls Baster y Antonia López Reyes, en Garayalde No. 62, entre Narciso López y Cervantes.

Su padre hizo gestiones, mediante la Logia Holguín; y el Venerable Maestro Raimundo Castellanos, junto al comandante Julio Diez Días, también masón, garantizaron su presentación y conservación de la vida. Fue trasladado a Santiago de Cuba el 31 de julio. Luego sería juzgado y condenado a 10 años de prisión.
 
Amparados en Cacocum

Ricardo Santana Martínez, asaltante al cuartel Moncada (quien sacó de allí a Fidel) y Adalberto Ruanes Álvarez, del de Bayamo, tras larga peripecia y por azar de la vida llegaron juntos a la finca Cabezas, en Cacocum, propiedad de los Gómez Ochoa. Aquí les dieron abrigo y trabajo. Ruanes regresó a La Habana en enero o febrero de 1954, pero Santana estuvo un largo tiempo y después fue trasladado a Santiago de Cuba, donde permaneció hasta los primeros días de enero de 1955.

Salvados por Holguineros
 
Raúl Martínez Arará, jefe de la acción en Bayamo, Gerardo Pérez - Puelles Balmaseda el segundo jefe, Rolando Rodríguez Acosta y Ramiro Sánchez, después que se frustró el asalto al cuartel, salieron en un auto hasta un lugar donde el río no les permitió seguir. Tuvieron que tomar a pie rumbo a Saladillo, donde un tío de Gerardo tenía una finca. Al fin llegaron en dos caballos, pero el tío no quiso esconderlos; les dio ropa y dinero para que siguieran.
 
Estuvieron tres días en la casa de un campesino y luego, en un carro de línea irían para Sabanazo, y de aquí a Omaja, desde donde los embarcaría la familia Batista Lores hasta llegar seguros a sus destinos. (Luis Batista Lores era empleado de Ignacio Balmaseda, en la finca Saladillo, y contó con la ayuda de sus padres).
Author: María Julia Guerra Ávila
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Diplomada en Historia de la nación cubana. Me he dedicado a la investigación y la historia local. Periodista especializada en investigación histórica. Licenciada en Periodismo

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