Sin justificación
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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“Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos". En esta frase del estadounidense Martin Luther King pensaba en estos días ante actitudes antisociales y agresivas; escenas denigrantes a las cuales no estábamos acostumbrados a presenciar y lugares donde el vandalismo ha hecho acto de presencia.
De estos problemas se ha hablado y escrito en múltiples ocasiones, sin que existan acciones ejemplarizantes o se haya actuado consecuentemente para prevenir o detener, por ejemplo el atentado contra la propiedad social o el patrimonio.
Para ninguna de esas afrentas puede existir justificación ni por las adversidades afrontadas desde hace algún tiempo, derivadas de la situación económica que enfrenta el país, apagones, recio bloqueo y otros problemas. Pero perder la sensibilidad, el control y sentido de pertenencia a lo colectivo, eso nunca.
Hay muchos casos por citar, como la arremetida que antisociales les ha dado ahora por escenificar, entre ellas el robo descarado y burdo de cercas perimetrales de instituciones, rejas de parques, cables eléctricos, tubos de redes hidráulicas, bombillas y otros tantos recursos de los que puedan obtener dinero fácil, porque lamentablemente, siempre encontrarán compradores.
Por ejemplo, hace más de un año a través de alertas de holguineros honrados y con decoro, publicamos en reiteradas ocasiones sobre la sustracción de que eran objeto las rejas del parque infantil Rubén Bravo.
Nunca recibimos respuesta del organismo responsable de velar y preservar por esos medios y el lugar, como si nada pasara, indiferencia total a un hecho vandálico y de connotación, en primer lugar por lo que representa y en segundo, por los miles y miles de pesos que costaron esas estructuras al Estado.
Esta semana, de paso por ese emblemático sitio, el asombro nos sobrecogió, allí de esas piezas no queda nada, se las robaron todas, bueno sí , aún los bandidos no han sustraído los pilotes a los cuales estaban fijadas esas barandas, por cierto, bastante pesadas y largas; sin embargo, parece que nadie vio cuando las arrancaban y trasladaban.
Algo similar sucedió con las del parquecito aledaño al preuniversitario Enrique José Varona, donde había un busto de José Martí. De allí primero desaparecieron las plantas ornamentales, también a un costo millonario, y luego las rejas, solo quedaba una pequeña puertecita el lunes 24, pero el miércoles 26 de febrero, ni su rastro. Aquí tampoco nadie vio nada, al parecer, y peor, todo indica que a los responsables del lugar no les ha interesado lo acontecido.
De otro hecho semejante nos comentaba un colega, que según él acontece a la luz del día en una zona bastante poblada, por la cantidad de edificios multifamiliares a su alrededor. Es en una obra en construcción en Villa Nueva Tres, primero sustrajeron las planchas de fibrocemento que protegían la inversión, después fueron por piezas y partes de lo construido, para solo quedar apenas la caricatura de lo que se iniciara en aquel sitio.
De igual manera sucedió con porciones de la cerca perimetral de un hospital de la ciudad, del área deportiva del ateneo Fernando de Dios, despojada de todos sus encantos y hoy convertida en una zona de tolerancia, como señalan vecinos, e igual destino le espera a la sala de video de Alcides Pino, donde adolescentes y jóvenes juegan y maltratan aquel escenario y así ha sucedido con otros muchos locales y no pasa nada.
Esto es igual a las decenas de veces que se ha denunciado el problema de la agresión a la tranquilidad ciudadana, ocasionada por muchos choferes de motorinas con música obscena, denigrante y contrarrevolucionaria amplificada, y todavía no hemos escuchado que se haya multado o mandado a retirar los bafles acoplados a esos medios, conducidos muchas veces por menores de edad de día, aunque también a altas horas de la noche o en la madrugada.
Pero si todo esto duele, aún se siente más la cantidad de personas en estado precario de higiene que desandan principales calles de la ciudad pidiendo dinero. Claro que cualquiera se pregunta: ¿la familia dónde está o por qué no son recogidos los que tienen conducta deambulante, si son bien conocidos?
A estos y otros tantos problemas que hoy afrontamos y sufrimos por causas muy sabidas, no podemos quedar indiferentes y mucho menos cruzarnos de brazos a indisciplinas que resquebrajan las normas del cuidado a la propiedad social y al bienestar general, porque como afirmara Fidel en su discurso por el aniversario 30 de su entrada a La Habana, el 8 de enero: “De la misma forma que hablo de la disciplina como condición indispensable, creo que la bandera de la exigencia, de la rigurosa exigencia a cada cual con el cumplimiento de sus deberes sociales, debe ser otro de los principios fundamentales de las nuevas generaciones”.