Bancarización, luces y sombras

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El 2 de agosto la Gaceta Oficial publicaba la Resolución 111/2023 del Banco Central de Cuba sobre la bancarización de las operaciones en la Isla: “Se trata de realizar todos los pagos de servicios, productos, y demás operaciones comerciales y financieras, mediante el uso de instrumentos de pago y canales electrónicos preferiblemente, en lugar de utilizar dinero en efectivo”, especifica el documento.

La resolución apunta que existe un ascenso del uso del dinero en efectivo en las transacciones económicas, lo cual ha provocado un retroceso en los niveles de bancarización e inclusión financiera. Ello, unido a los elevados costos de emisión, transportación, procesamiento y almacenamiento del efectivo han impulsado la necesidad de incrementar el empleo de canales electrónicos de pagos, con el fin de dinamizar las finanzas de todos los actores económicos y su relación con la población.

Sin embargo este proceso dista de implementarse en Holguín como prevé la normativa. Un recorrido por diversas instalaciones, donde se supone deban promoverla, así lo confirma. Tan absurdo como que en una sociedad en transformación digital los ciudadanos no encuentren dónde obtener el efectivo, es que en los comercios más importantes de la ciudad capital el cliente no tenga la posibilidad de pagar por cualquiera de los canales electrónicos.

Tal es el caso de las Mipymes con amplia afluencia de clientes, que encuentran como obstáculo la imposibilidad de pagar por esta vía, y no es el único ejemplo, entidades estatales, esgrimen todo tipo de justificantes para limitar el pago electrónico. De modo que la bancarización tiene luces y sombras a diferentes escalas, lo mismo en el sector estatal que en el privado donde no pocos reciben negativas.

Tratándose de un proceso gradual, muestra efectos positivos en la cantidad de cajeros que se logran reaprovisionar, en cuanto a periodicidad, denominaciones y monto. También se evidencia el halagüeño aumento e incorporación de empresas estatales y privadas al pago de salarios por tarjeta, así como el incremento de instalaciones o entidades que ofertan bienes y servicios mediante los canales electrónicos de pago.

Es lógico que en una sociedad bancarizada deba existir una infraestructura que la respalde y, lejos de entorpecer su desarrollo, logre ofrecerles a los ciudadanos todas las opciones que faciliten su vida. A los ojos de muchos actores esto es una de sus mayores limitantes.

En los análisis que con frecuencia realiza el Gobierno con respecto al tema, datos financieros prueban que el asunto de los depósitos ha ido en ascenso en la medida en que avanza el propio proceso. Existe una tendencia en los nuevos actores de la economía a sumarse a la bancarización; pero hay una gran limitante, no existe un mercado mayorista para la asignación de la divisa, una de las tantas consecuencias del bloqueo comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba.

Por supuesto que todo el proceso no está exento de oportunismos e ilegalidades que nublan la apreciación de sus ventajas. La caja extra es uno de esos servicios que se ha visto afectado.

A casi un año de promulgada, la bancarización dista de ser el proceso feliz avisorado. Predominan sombras sobre las anheladas luces y lejos de resolver mágicamente los entuertos de la economía suma fisuras que prolongan incertidumbres e insatisfacción, no obstante si se continúa apostando por esta como vía expedita para el futuro económico, urge resolver las trabas inmediatas y elaborar estrategias más coherente con las necesidades de nuestra sociedad, donde primen soluciones válidas para todos. La Cuba del presente y futuro así lo requiere.

Author: John Alex Fernández Leyva
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