La prensa y el reguetón
- Por Rolando Adolis Casals Cuenca/ Estudiante de periodismo
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El reguetón, estilo que en las últimas dos décadas se ha consolidado como un pilar central dentro del consume sonoro de una parte de los cubanos, especialmente los más jóvenes, ha sido diseccionado con la delicadeza de una bola de demolición por parte de quienes, desde el periodismo, asumen la crítica a este género.
Es muy fácil reconocer los artículos que intentan dar explicaciones a este fenómeno, repitiendo la muy común historia de los muchachos de la bocina en el transporte público y cómo los adultos se llevan las manos a la cabeza al escuchar semejantes "groserías". Los lectores y melómanos más afilados se darán cuenta de dos cosas, por un lado el consumo de este tipo de música ha incrementado y por el otro, el discurso en torno al género urbano no ha cambiado un ápice. Lo que nos lleva a la conclusion evidente: las críticas que se hacen a estos géneros han sido completamente inefectivas.
Antes de continuar debo aclarar que no soy fanatico del reguetón. No es mi estilo. Pero sí que me encanta la música y es decepcionante ver cómo seguimos repitiendo como loros los mismos teques sin lograr ningún resultado al intentar encaminar el gusto de nuestros lectores en una dirección, que estimamos más beneficiosa para la cultura y la sociedad. Así que debemos aproximarnos al "problema del reguetón "desde otros ángulos.
Comencemos con uno de los ataques más comunes contra la música urbana: el machismo. Que la reproducción de estereotipos y conductas cavernarias en la música urbana es un problema muy serio y merecedor de análisis es innegable, pero el fallo con este tipo de réplicas es que ignora que en la sociedad machista en la que vivimos, la música de todos los géneros está infestada de misoginia. ¿Porqué los críticos del reguetón agitan cómodamente las banderas del feminismo, pero no escuchamos, al mismo nivel, ninguna crítica ante el sexismo rampante en los videoclips de otros géneros de la música popular bailable?
Luego, llegamos al tema del sexo, la violencia y el lenguaje de adultos. Los que critiquen al reguetón por su tratamiento de la violencia y el sexo, deberían hacerlo por la absoluta falta de gusto e ingenio a la hora de abordar estos temas, En resumen, tomarnos en serio lo que decimos, dejar de hacer comentarios sobre los fenómenos culturales y populares como si fuesen meras conversaciones de parada de ómnibus.
Los jóvenes seguirán escuchando esta música, para bien o para mal. Si queremos que sus horizontes no se limiten solo a este tipo de canciones, debemos abandonar los sermones moralistas o las burlas disfrazadas sobre el bajo coeficiente intelectual de los aficionados a este tipo de música. A nadie se le convence diciéndole estúpido o inmoral.
La juventud necesita la formación de un pensamiento crítico sobre el arte desde una edad temprana. Requiere convertirse en un público exigente, abierto y apasionado, que no se conforme con la primera bobada que un músico le aviente a la cabeza y que sea capaz de llevar el género a sus expresiones más avanzadas.
También se deben aumentar las publicaciones sobre crítica musical, tanto nacional como extranjera. ¿Quiénes mejor que los cubanos, que llevamos el ritmo en la sangre, para analizar y criticar con ideas serias a nuestra música? Pero nunca para promover el elitismo rancio o para humillar a la “perdida juventud”, sino para dar más sabor al ritmo y más saber a las palabras, q ue vertamos en nuestras canciones.