CELAC e integración: difícil, pero no imposible

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Fotografía oficial de la VI Cumbre de la CELAC. Foto: @GobiernoMX


Hace una década, el 3 de diciembre del 2011 para ser exactos, surgió la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).


Por primera vez, las 33 naciones de la región se articulaban en un mecanismo de concertación e integración, con el fin de aumentar la calidad de vida, el crecimiento económico y el desarrollo independiente y sostenible, sobre la base de la democracia, la equidad y la justicia social.


Para tener una idea de los beneficios que supone una organización como esta, basta con leer los temas centrales de su agenda: Seguridad Alimentaria; Empoderamiento de la Mujer e Igualdad de Género; Migraciones; Educación; Medio Ambiente y Cambio Climático; Desarrollo Productivo e Industrial…


VI Cumbre de la CELAC. Foto: Cubadebate.


Su existencia siempre ha sido necesaria; sin embargo, la crisis detonada en todos los ámbitos por la pandemia de COVID-19, que encontró en la región tierra fértil para su cosecha de muerte, exigía hoy, más que nunca, la cooperación entre naciones.


Así, después de varios años sin realizarse (prueba de que conciliar es asunto complejo) el 18 de septiembre tuvo lugar, en México lindo y querido, la  VI Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC.


Los principales temas de la agenda fueron el reemplazo de la Organización de Estados Americanos (OEA), acusada de injerencismo, por otro organismo regional solidario; la contención de la COVID-19; la creación de un fondo para enfrentar los efectos del cambio climático y la cooperación aeroespacial.


Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de Cuba, durante su intervención en la VI Cumbre de la CELAC. Foto: Cubadebate.


De un encuentro sustentado en los lazos históricos, principios y valores que comparten los pueblos y en la confianza recíproca entre los gobiernos, era lógico esperar la construcción de un consenso a partir del respeto a las diferencias.


Tal vez por eso, el tono de la intervención del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, refiriéndose a la gravedad de lo que ocurre en  Cuba, Nicaragua y Venezuela, o la del mandatario uruguayo, Mario Abdo Benítez, desconociendo el gobierno de Nicolás Maduro, se sintieron, cuando menos, fuera de lugar.


La unidad dentro de la diversidad es un anhelo tan necesario como factible. Y el debate abierto y franco es una vía indispensable para lograrla. Pero no debe confundirse la buena voluntad con la voluntad de imponer, incluso cuando se pretende hacerlo por el bien del otro.


 VI Cumbre de la CELAC. Foto: Alejandro Azcuy

 

La Declaración de Caracas, documento constitutivo de la CELAC, reconoce en el punto 23 el derecho de cada nación a “construir en paz y libremente su propio sistema político y económico”.


De ahí que “los procesos de diálogo, intercambio y negociación política que se activen desde la CELAC deben realizarse tomando en cuenta los siguientes valores y principios comunes: el respeto al Derecho Internacional, la solución pacífica de controversias, la prohibición del uso y de la amenaza del uso de la fuerza, el respeto a la autodeterminación, el respeto a la soberanía, el respeto a la integridad territorial, la no injerencia en los asuntos internos de cada país…”


Mateo Grille, editor de la revista uruguaya de análisis político “Caras y caretas”, refiere entre las posibles causas del disruptivo discurso de Lacalle el deseo de establecer relaciones cercanas con el gobierno norteamericano y la necesidad de este de contar con un aliado en un foro donde E.E.U.U. no está invitado; la reciente visita del ultraderechista presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver Carone; o la intención de apartar el interés público de su gestión en Uruguay.


Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, durante la VI Cumbre de la CELAC. Foto: TV Avileña.


No obstante el intento de plantar suspicacias la VI Cumbre de la CELAC se considera un éxito, plasmado en la  Declaración de la Ciudad de México:  

 

Los asistentes reiteran su compromiso de democratizar la producción y eliminar los obstáculos que dificultan el acceso equitativo a las vacunas anti-COVID-19 en tanto bienes públicos globales, de consolidarse como Zona de Paz, de cimentar un orden internacional más justo, de erradicar la pobreza en todas sus formas, de proveer de mayores oportunidades a la juventud, de promover la igualdad de género…


Háganse realidad las palabras del presidente de México Andrés Manuel López Obrador: “La CELAC en estos tiempos puede convertirse en el principal instrumento para consolidar las relaciones entre nuestros países de América Latina y el Caribe, y alcanzar el ideal de una integración económica con Estados Unidos y Canadá en un marco de respeto a nuestras soberanías”.

 

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