Fidel en tres historias
- Por Claudia Arias Espinosa
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A los 16 años, Fidel Castro comenzó a estudiar en el Colegio de Belén, el mejor de la Orden Jesuita en el país. Allí recibió clases del padre Armando Llorente, quien, además, era responsable del Club de Exploradores.
Muchos años después, ante la cámara de la documentalista Estela Bravo, el maestro contó la siguiente historia:
“Salimos una mañana, para subir un monte, por allá, por la Sierra de los Órganos, y en seguida empezó a llover torrencialmente. Como era en las montañas, pues claro, el agua empezó a caer para el río, el río Taco Taco”.
“Salimos una mañana, para subir un monte, por allá, por la Sierra de los Órganos, y en seguida empezó a llover torrencialmente. Como era en las montañas, pues claro, el agua empezó a caer para el río, el río Taco Taco”.
Casi de noche llegaron a las inmediaciones del campamento, que se encontraba al otro lado del feroz torrente. “Después nos enteramos que aquella tarde había muerto un guajiro, con su caballo, al intentar pasar”, recordó el padre Llorente.
No obstante, decidió que debían cruzarlo, pues sus muchachos no aguantarían una noche bajo la lluvia, sin comer. Él, que había sido scout en Inglaterra, traía consigo una soga fuerte.
“Fidel, tú muerde esta soga con los dientes y no la sueltes, le dije. Él nadaba bien. Llegó al otro lado, a una distancia de 25 metros, qué se yo, que le llevó la corriente”.
El discípulo amarró la soga a un árbol y el maestro hizo lo mismo con el otro extremo. Así, agarrados de la cuerda, los demás pasaron el río sin problemas.
“Pero yo, tonto de mí, quise salvar la soga ─ continuó el padre Llorente ─, la cogí con la mano. Cuando llegué a la mitad, la corriente me arrastró.
“Cuando Fidel vio que yo iba llevado por la corriente, se tiró a salvarme. Nos abrazamos y fuimos llevados por la corriente qué sé yo cuántos metros. Cuando llegamos al final, emocionado, me abraza y me dice, ‘padre, esto ha sido un milagro, vamos a rezar tres Ave Marías a la Virgen’. Y abrazados, rezamos tres Ave Marías a la Virgen, en el río Taco Taco”.
Hacia 1960, Antonio Núñez Jiménez recorría junto a Fidel Castro la Sierra del Escambray, en la provincia de Villa Clara, porque bandas armadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos efectuaban acciones terroristas en aquella región.
“Recuerdo que Fidel se interesaba por conversar con los prisioneros de guerra, para conocer cuáles eran sus intenciones, sus motivaciones”, rememoró el científico, geógrafo, arqueólogo y espeleólogo cubano, a petición de la documentalista norteamericana.
En Topes de Collantes, cerca de la medianoche, conversó con uno de los cabecillas capturados. Para su pregunta, ¿por qué combates la Revolución?, una y otra vez la misma respuesta del prisionero:se había alzado por la democracia representativa. Que Fidel le señalara la corrupción del parlamento cubano, su nula determinación en los destinos del país, resultó vano.
“Llega el momento en que Fidel se desespera un poco, cosa que no es característica en él, pero ocurre. Tomó al prisionero por la ropa. (Figúrese, Fidel que es un gigante, con aquel hombre, que era mucho más pequeño que él). Lo alzó, con furia, y en ese momento, él y yo cruzamos una mirada. Se dio cuenta de que estaba fuera de sí y lentamente bajó al prisionero hasta la silla, le dio la espalda y se fue”, contó Núñez Jiménez.
“Como a las cinco de la mañana, Fidel me despertó y me dijo solamente, ‘vamos’. Entonces, para sorpresa de aquel hombre, le pidió disculpas. Le dijo que había estado un tanto fuera de sí y reiteró que, por favor, comprendiera la situación. A partir de ese momento, desarmó moralmente al prisionero, que entonces sí entró en una conversación con Fidel”.
El 15 de febrero de 1978, Fidel Castro visitó Mariel para inaugurar la segunda unidad de 100 megawatt de la central eléctrica Máximo Gómez. En la moderna sala de control, dialogó con Joel Domenech, entonces ministro de la Industria Básica.
El periodista Lázaro Barredo Medina, que estuvo allí presente, narró la conversación en las páginas de la revista Bohemia:
“Fidel fumaba entonces, saboreaba en su boca un largo tabaco Cohiba lancero. Y le preguntó a Domenech –Bueno, Joel y qué viene ahora para seguir ampliando la electrificación del país.
“El Ministro de la Industria Básica le respondió que de acuerdo con lo planificado y tras la firma de los acuerdos con la entonces Unión Soviética, el próximo proyecto a acometer era la construcción de la central electronuclear, cuya generación garantizaría el desarrollo perspectivo del país.
“El Comandante lo escuchó con atención y le replicó: Joel, ¿qué tú me quieres decir, que vamos a subordinar el desarrollo eléctrico del país a un proyecto sobre el cual no tenemos experiencia, no tenemos idea de cuánto pueda durar su construcción?
“Se hizo silencio. Domenech le recordó que esa era la proyección acordada y entonces el Comandante dijo que había que reformularla, volverla a discutir, había que plantearse otra línea de desarrollo y añadió:
“Tenemos que construir una planta al norte de La Habana y tener la cobertura necesaria para la capital (fue la que se hizo en Santa Cruz del Norte); hay que hacer una en Matanzas para asumir la perspectiva del turismo (es la central Antonio Guiteras), seguir ampliando Cienfuegos, Nuevitas y Santiago al igual que Mariel y pensar en hacer una central eléctrica para el norte de Oriente (la actual Lidio Ramón Pérez).
“Siempre me he preguntado qué situación crítica hubiera tenido el país sin esa estrategia que cambió por completo toda la concepción de la electrificación…”