Ignacio Flores: “Chile y Cuba son mis amores”

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Fotos: Cortesía del entrevistado.

Ignacio Flores (Leandro Lanfranco Leverton), quien ha dedicado la mayor parte de su vida a defender justas causas, se entrega por completo a la solidaridad y sufre las secuelas de torturas físicas y sicológicas a las que fue sometido durante la dictadura pinochetista, en su Chile amado, coincide con el principio martiano de que, “Recuerdos hay, que queman la memoria”.

Este batallador, que ha visitado a Cuba en 27 ocasiones, me comentó sobre aquel fatídico 11 de septiembre de 1973, cuando se produjo el golpe militar por efectivos de todas las dependencias de las fuerzas armadas chilenas, parte de cuyos efectivos y aviones atacaron la sede del gobierno nacional, en el Palacio de la Moneda, donde el Presidente Allende perdió la vida.

Explicó que, antes de aquella acción criminal, hubo otro intento de golpe militar, el 29 de junio de ese propio año, denominado ´El tanquetazo´, el cual fue abortado por el propio ejército.

Tras el golpe se instauró en Chile una junta militar, al frente de la cual estaba el ex general Augusto Pinochet; su dictadura se extendió hasta el año 1990, 17 años en los que se cometieron todo tipo de violaciones de los derechos humanos, suprimiéndose la libertad de expresión y los partidos políticos, además de la disolución del Congreso Nacional. Una nota reveladora de aquellos trágicos años vividos en Chile, señala que, aún existen mil 469 víctimas de la desaparición forzada.

¿Dónde se encontraba usted antes de ser hecho prisionero?

“Había terminado un curso de un año, becado, en el instituto Enrico Maya, en Stressa, a 91 kilómetros de Milán, Italia, respondiendo a una encomienda del Gobierno popular, para ocupar el cargo de subsecretario de esa esfera, para lo cual necesitaba ese título internacional. La idea era desarrollar el turismo popular, utilizando las casas patronales que habían sido confiscadas en Punta Arenas, así como otra instalación que se dedicaría al turismo industrial con el fin de generar importantes ingresos al país.

“Allá en italia yo promovía esos lugares e instalaciones y traducía algunos documentos y canciones del español al italiano, hasta que me sorprende el golpe de estado y tres días después, es decir, el 14, regreso a chile y el 18, cuando llego a santiago me entrego, porque ya se había dado la orden de captura y hacen prisionero a mi padre, pensando que era yo.

“El 23 de diciembre nos conducen a una isla y como los demás prisioneros, fuimos torturados salvajemente, nos hicieron simulacros de fusilamiento, realizamos trabajos forzados y nos tiraron desnudos al frío estrecho de Magallanes, entre otros actos criminales, pero no pudieron doblegarnos”.

No obstante, confiesa que, aunque han transcurrido 50 años de la asonada golpista, no ha podido despojarse de los daños sicológicos sufridos por las torturas a que fue sometido, más de un año en prisión, junto a su padre, bajo condiciones similares a los campos de concentración creados por los nazis y una persecución constante después.

¿Y su militancia comunista?

“Desde joven sentí la necesidad de defender las causas justas de mi pueblo y de esa manera, ingresé a la juventud comunista, una organización con una amplia trayectoria de luchas que me preparó para el ingreso del Partido. Es por eso que, a los dos meses de concedérseme la libertad, me dan la tarea, junto a otros militantes, de constituir en medio de la clandestinidad, la primera organización juvenil comunista en la región de Magallanes.

Pero era tanto el acoso, que decidí trasladarme a la capital, para lo cual tuve que cruzar territorio argentino y, una vez en Santiago, trabajé en la juventud y el partido Comunista, en el comité regional y como encargado sindical. Entonces me enviaron a pasar un curso político en la escuela del Pcus, en la entonces Unión Soviética. Al regreso, me eligen secretario del comité regional, ocupé otros cargos a instancia nacional, hasta que se me encomienda incorporarme a una comisión, que se encargaría de atender las relaciones internacionales”.

¿Es ahí donde comienza su acercamiento a Cuba?

“Exactamente, porque esa designación, en el año 2002, como miembro de la comisión de relaciones internacionales, era para que atendiera el tema Cuba y, de inmediato comienzo a trabajar, organizando la primera brigada de solidaridad, que integraron 34 personas y en coordinación con el Icap desfilamos el 1ro. de mayo en la Plaza de la Revolución y estuvimos en un encuentro de solidaridad, en el Palacio de Convenciones.

“a partir de entonces se crea una red de solidaridad en las comunidades, comenzando por punta arenas, con el apoyo de militantes del partido. una red de colectivos, que se hizo fuerte. pero desde 1965, gracias al trabajo con nuestra organización juvenil comunista, ya tenía información sobre cuba, el asalto al cuartel moncada, el granma, la sierra maestra, el triunfo de enero y la marcha de la revolución, a pesar del bloqueo estadounidense. y, además de eso, mi hijo pablo se hizo ingeniero en la universidad tecnológica josé antonio echeverría (cujae), de la habana, siendo desde entonces gran amigo de este hermano país, como yo”.

“Y quiero que sepas que, durante la represión masiva a estallidos sociales en La Alameda, en el gobierno de Sebastián Piñera, quien ocupó la presidencia en dos mandatos, mi hijo, junto a una doctora titulada aquí en Cuba y otros compañeros, crearon un equipo de seguridad, para proteger a los médicos cubanos”.

¿Cómo se han ampliado esos gestos de solidaridad con la isla?

“Bueno, desde aquella primera visita, en la que recorrí todo el país; al año siguiente vine con más de 40 brigadistas, ya han venido a Cuba más de mil 800 chilenos, como brigadistas. Después decidí crear grupos de 15 a 20 personas, con un programa dedicado a la historia, visitando, de esa manera, los sitios históricos, museos y el pasado año trajimos a la agrupación folklórica Raipillán (música, teatro y danza), creada en 2004, en el barrio La Legua, comuna de San Joaquín) y como sus presentaciones tuvieron aquí muy buena aceptación, regresará en octubre próximo”.

¿Qué acontecimientos le han marcado más durante tantas visitas a Cuba?

“Aunque había visto a Fidel por primera vez, cuando yo era dirigente juvenil, durante su visita a Chile en 1971, en el muelle Arturo Prat, ciudad de Punta Arena y después estuve a unos 30 metros de él, en la Universidad (fundada en 1842), me marcó para toda la vida el paso de la caravana, con sus restos, a lo largo de todo el país, pues me encontraba aquí en Holguín y junto al Icap, presencié ese momento y después seguimos la caravana, en guagua, hasta la plaza de Santiago de Cuba. También he visitado en cinco ocasiones el cementerio de Santa Ifigenia, algo que emociona y conmueve.

“Y, aunque he vivido aquí momentos muy importantes, confieso que fue impresionante la celebración del aniversario 70 de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes (de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente); la cantidad de jóvenes presentes, con el entusiasmo y la alegría que los caracteriza; el número de brigadas y otras agrupaciones solidarias en la plaza de Santiago de Cuba, donde tuvo lugar el acto central nacional. Por supuesto que yo no podía faltar a un momento de tanta trascendencia como ese”.

¿Se parece esa respuesta popular a los infundios que lanzan los odiadores en las redes sociales sobre Cuba?

“En nada se parece. Es que, hay quienes aún no reconocen cómo este pueblo ha sabido levantarse una y otra vez, venciendo todas las adversidades, como el bloqueo imperialista, y creo que, entre tantos ejemplos que pudiera enumerar, están, el enfrentamiento a la escasez de productos de primera necesidad, combustibles, así como a los eventos meteorológicos y desastres. Por supuesto, el enfrentamiento a la Covid-19, creando sus propias vacunas, no tiene comparación con lo sucedido en todo el mundo. Es que hay quienes aún no reconocen la trascendencia de la labor e inteligencia de Fidel y como educó a su pueblo para enfrentar y vencer obstáculos. Fidel vive en su pueblo”.

¿Raíces de Leandro Lanfranco Leverton?

“Soy hijo de un trabajador de servicios públicos y una emprendedora mujer. Nací en 1946, en Punta Arenas, Valparaíso, la quinta región de Chile. Soy el segundo de cuatro hermanos. Tuve dos hijos, que son profesionales y no escondo mi orgullo por los preciosos y amorosos nietos que me ha dado la vida, la mayor, que es profesora de historia y geografía; otra que se licencia en estos momentos en educación física y dos pequeños que están en la enseñanza primaria”.

¿Cómo vive Leandro?

“Vivo con mi hijo, porque no tengo la pensión que debe darme el Estado y en estos momentos esa situación está en litigio legal. Por carecer de recursos propios, mis abogados me costearon este viaje a Cuba.

“Tengo serios problemas de salud, como consecuencia de las torturas y daños psicológicos que sufrí hace 50 años y un paro cardíaco que tuve el pasado año. Sin embargo, retomé mis actividades partidarias como dirigente en un proyecto de salud municipal y el trabajo con la junta de vecinos de mi territorio”.


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