La solidaridad holguinera deja sus huellas en Occidente
- Por Yanela Ruiz González
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Ian, huracán categoría III en la escala de Saffir Simpson, provocó estragos dolorosos, tristes, lamentables en el occidente del país. Ian también tocó las fibras de la nación toda, desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí y movilizó a gente de aquí, de allá y acullá para ayudar a quienes han sufrido la pérdida de sus bienes materiales y servicios básicos.
Hace poco más de siete días, los holguineros seguimos paso a paso la recuperación de los afectados y buscamos la forma de brindar apoyo, esa mano amiga que se solidariza y reconforta en medio de la tragedia, que impulsa a seguir y a pensar que existe la oportunidad de renacer de entre los escombros.
La primera muestra partió hacia la región occidental mucho antes de que ocurriera el desastre, nos cuenta Julio César Reyes, director de la empresa eléctrica de Holguín, al frente del contingente “Calixto García”, integrado por 84 hombres
“Desde el propio día 27 nos dieron la indicación de movernos hacia las provincias occidentales, pues era inminente el impacto del huracán. En un total de 24 transportes, nos fuimos desplazando en una composición casi completa, que comprende brigadas de línea y de izaje, servicio eléctrico, comunicaciones, asistencia técnica, grupos electrógenos, personal de servicio y aseguramiento material.
“Comenzamos las labores apenas pasó el huracán, en el municipio cabecera de la provincia de Artemisa. Ahí laboramos durante dos jornadas en servicios vitales, como las líneas principales que alimentan los sistemas de agua. Luego nos fuimos para el municipio de San Cristóbal, que no tenía servicio eléctrico y donde las comunicaciones aún se dificultan. Llegamos el sábado con todas las fuerzas, trabajamos integralmente la línea de 33 kV que alimentan las subestaciones y líneas de distribución”, comenta Julio César.
De acuerdo con el directivo, para los últimos días de esta semana la restauración del servicio eléctrico en el municipio debió llegar hasta cerca de un 90 por ciento.
“Hemos sentido el calor humano de las personas en los lugares por donde vamos pasando y su satisfacción al vernos trabajar. Tienen esa gentileza de brindarnos café, agua, y se preocupan por qué cosas hay que hacer para sumarse a las labores, lo que nos da aliento para continuar los arduos trabajos en la zona.
“Cuando terminemos aquí seguimos a otros territorios con alto nivel de afectación, la tropa en sentido general está en disposición de continuar donde nos indiquen. Lo importante ahora es lograr que las personas tengan el servicio eléctrico restablecido”, afirma.
Allí donde más cerca se sintió el rugido del huracán Ian, en el municipio de San Luis, provincia de Pinar del Río, no han sido muy diferentes las vivencias de las brigadas de Etecsa, de Holguín, quienes también partieron desde hace más de una semana a prestar su ayuda.
Entre la dotación de telecomunicadores, se encuentra Bárbaro Mastrapa, jefe de la brigada de Cables de la entidad holguinera, a quien, además de la tamaña destrucción causada por el fenómeno meteorológico, le ha impresionado la actitud de los vecinos de este pueblo y el cariño que profesan, aun en medio de dificultades.
“Sonríen, brindan café, agradecen, preguntan cómo estamos, y entonces uno se dice cómo no vamos a echar para adelante con personas así, que se quitan lo que tienen y brindan sus cosas”.
Largas jornadas enfrentan estos hombres, que dejaron el calor del hogar para imbuirse en una rutina de trabajo que inicia sobre las cinco de la mañana y concluye en muchas ocasiones hasta que la oscuridad de la noche les impide continuar.
“El tiempo se va, el esfuerzo y cansancio ni se sienten ante la satisfacción de saber que cada persona de allí reciba el servicio y muestre la alegría de poder comunicarse”, agrega Bárbaro, un ejemplo de la fortaleza que moldea la coraza de los cubanos y al mismo tiempo de la sensibilidad y compromiso de ayudarnos unos a otros.
Hombre de sobrada experiencia en estas lides, Alexander Díaz, jefe de la Brigada de Líneas de Etecsa Holguín, cuenta: “Cuando el jefe me pidió que comunicara la tarea a los subordinados, para ver quien tenía la disposición, realmente ni los llamé. Somos una brigada bastante unida y sabía que la decisión que tomara sería su respuesta, y así mismo fue. El día 30 de septiembre salimos para occidente.
“Hemos visto mucha destrucción material, lágrimas en los ojos de los pinareños, pero también los embarga un cariño enorme y una fuerza poderosa interna admirable. Venimos a ayudarlos, sin embargo también nos han asistido cuando hemos tenido alguna dificultad y se preocupan por nuestro bienestar.
“Cada día nos sorprende la amabilidad, educación, el respeto de los pinareños, el apoyo que nos dan. Nos ven trabajando de sol a sol y donde quiera nos brindan la tacita de café, el vaso con agua, que no está fría, pero el vaso con agua…”
Muchas han sido las vivencias por estos días de Alexander y sus muchachos en consejos populares como el Corojo, Santa María, Buena Vista, todos marcados por la fuerza del huracán y, ahora por la de los holguineros, que levantan postes, recuperan la cablería, instalan aquí y allá y le dan vida a los poblados que pronto dejarán de permanecer en el silencio.
“Somos conscientes de lo que necesita este país y nuestros compatriotas. Por eso, en el municipio de San Juan y Martínez no titubeamos cuando nos llamaron a las 7:30 pm para poner un poste y levantar los cables de las comunicaciones, que impedían el paso de cerca de 20 pipas que necesitaban abastecerse de agua, pues dieron la posibilidad de poner una turbina con motor. El pueblo llevaba tres días sin este servicio. Estuvimos hasta las 10 de la noche, con poca visibilidad pero mucha responsabilidad para ejecutar el trabajo y brindarle la oportunidad al pueblo de recibir el preciado líquido”, cuenta.
Son muchos los nombres que integran cada equipo de trabajo que no mencionamos aquí, como también de los que a través de los CDR y la CTC se suman a las donaciones y confecciones de valijas para socorrer a los afectados por el huracán, pues aunque permanecemos a más de 800 kilómetros, hoy el corazón nos late afuera por quienes sufren tanta pérdida.
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