Salvador, en primer plano
- Por Susana Guerrero Fuentes
- Hits: 1701
Desde la sala de control se aprecia la armonía de cada pieza en función de un mismo objetivo, mente fría ante situaciones inesperadas, decisiones en el momento preciso… se encienden las cámaras, luces, micrófonos y se pone en acción la gran maquinaria humana y técnica que da vida al universo televisivo.
A este espacio de imágenes infinitas y pantallas iluminadas llegó Salvador Hechavarría hace casi 40 años. Desde entonces, ha transitado por etapas en blanco y negro y también momentos a todo color, ha explorado distintos planos y ángulos y el descubrimiento devino vocación y nuevo hogar.
Aunque hace varios años ejerce fundamentalmente como realizador y director de programas, conoció el mundo de la televisión a través del periodismo. Si bien sus padres no tuvieron formación académica, atribuye a ellos sus primeras influencias en el mundo de las letras, pues creció rodeado por una familia de ávidos lectores.
Atesora como recuerdo de la infancia los días en que su abuelo leía las noticias del periódico Granma mientras escuchaban los vecinos de casas cercanas, en los alrededores de la Loma de la Cruz, e incluso durante sus años de estudiante se desempeñó como corresponsal voluntario de la FEEM.
Sin embargo, al terminar el preuniversitario, se propone seguir la ruta de otra de sus pasiones: la aviación. “Pienso que era un espejismo, a mí me fascinaba la idea de pilotar un avión, pero realmente no creo que ese hubiera sido mi rumbo definitivo.”
Mientras cursaba la carrera de piloto en Pinar del Río se encontraba inmerso en el camino a conquistar las nubes, aparece el giro definitivo. “En el final del primer año me detectan que soy daltónico, por un error de la comisión médica no lo detectaron antes. Debido a ser bajas médicas, pudimos optar a carreras en la universidad y yo no lo pensé dos veces y pedí periodismo.”
Su decursar como estudiante de periodismo en la Universidad de Oriente resultó una grata experiencia y desde ahí comenzó a perfilar sus aspiraciones. Por aquel entonces no concebía su futuro profesional entre cámaras y estudios, sino entre las páginas de un periódico.
“Hice prácticas de periodismo por primera vez en segundo año, en el periódico ¡ahora! y me enamoré. En aquel momento se imprimía en una linotipia, una máquina enorme rotativa. Me fascinaba todo aquel mundo y muchas veces iba al periódico de madrugada a ver cómo se imprimía.”
No vivió experiencias similares en cuanto al periodismo televisivo, pues nunca hizo prácticas y las clases fueron muy rudimentarias. No es hasta los últimos meses de la carrera que se involucra en el medio, casi por obra del azar. En aquel momento la televisión en Holguín consistía en el Estudio 2, dependencia del canal Tele Rebelde de Santiago de Cuba y se estaba conformando su departamento informativo.
“Empiezo a mezclarme un poco con el ejercicio de periodismo televisivo, pienso que a quien le gusta el periodismo le gusta como sea, aunque tenga algún tipo de preferencia. Cuando termino la carrera voy para la televisión y me fascinó. Había mucha motivación, mucho oficio, esa dinámica de sacar un programa al aire se metió en las venas y me encantó el mundo de la imagen.
“Las primeras experiencias eran muy románticas. En aquellos inicios se hacía una revista variada de una hora, Holguín de Cinco a Seis, que tenía una enorme teleaudiencia y era muy lindo porque fundábamos un proyecto. Se trabajaba incluso con fotografía fija, teníamos dos cámaras de televisión, pero además tres cámaras fílmicas y se hacía periodismo con imágenes fílmicas en blanco y negro, silentes, que se apoyaban con textos en off y se musicalizaba.
“Era una dinámica extremadamente rica y yo crecí en eso como profesional de la prensa, en una etapa donde todo el mundo quería hacer cosas, con un entusiasmo tremendo, era una señal muy respetada y estuve rodeado de grandes profesionales.”
Poco a poco, el espectro de intereses se amplió, del periodismo a la realización televisiva, de estar frente a una cámara a seguir todo el proceso detrás de ella. Contó con las enseñanzas y apoyo de los directores de la televisión holguinera y aprendió de ellos los secretos del oficio. Incluso sin poseer aún la titulación oficial, ya ejercía labores de dirección.
El 2005 marca un punto relevante en esta trayectoria: nace En Primer Plano. El programa se ha mantenido como el estelar informativo de la televisión en Holguín durante más de 15 años, con Salvador como uno de sus fundadores y encargado de la batuta.
“En Primer Plano fue y sigue siendo una escuela de periodismo televisivo, ha sido siempre un espacio muy reconocido. Yo lo dirijo, pero en modo alguno significa que En Primer Plano es Salvador Hechavarría. Desde el principio fue un colectivo de trabajo que trascendía más allá del periodismo, todo lo que comienza con muchos deseos es hermoso porque logra aglutinar voluntades, entusiasmos, iniciativas y eso se volcó sobre el programa.
“A En Primer Plano le cupo el honor, apenas unos meses después de salir al aire, de recibir el reconocimiento como el mejor programa de la Televisión Cubana en el año 2005. Por situaciones de la vida y por circunstancias que ya conocemos, hemos ido perdiendo terreno. Sin embargo, quienes lo hacemos todavía tenemos las esperanzas de mejorarlo, de seguirlo enriqueciendo, tenemos un grupo de buenos profesionales y también de voluntad institucional para rescatar lo que se ha perdido.”
A la par de su trabajo ininterrumpido en el noticiero holguinero, ha iniciado diversos programas y espacios que ha delegado con el tiempo, entre estos destacan Para Tocar el Cielo y Espiral. Sus orígenes profesionales conforman la base de su perspectiva como realizador y comenta que detrás de cada proyecto hay un fuerte componente periodístico.
Su universo profesional se mantiene tras el encuadre de En Primer Plano y también sigue el ritmo de otros programas, planes y aspiraciones. “Tengo muchos proyectos, sobre todo documentales, que quisiera hacer en lo que me queda de tiempo profesional. Tampoco me gustaría divorciarme de la programación en vivo, me gusta mucho sentarme en el switcher, dirigir programas que tengan ese componente de realización televisiva y de periodismo.”
Lo inspira además una gran vocación docente que lo ha motivado a impartir clases durante más de 20 años en el Instituto Superior de Arte. “Me gusta compartir mis conocimientos, sobre todo con aquellos que tienen talento y perseverancia, pues la entrega es fundamental para que ese talento fluya. Soy agradecido de quiénes vienen a mí a pedirme asesoría o criterio, me hace sentir útil y lo aprecio muchísimo.”
Detrás de tan fructífera carrera hay también un sinnúmero de premios y reconocimientos cuyo mayor mérito, asegura, es del colectivo que lo acompaña y del indispensable trabajo en equipo. La televisión ha trascendido el carácter institucional para convertirse en hogar, familia, y esencia.
“No puedo atrapar en una frase lo que es la televisión para mí porque entraña demasiado los sentimientos. Aquí tengo gente que cuando se me ocurre una idea enseguida me siguen y sobre la marcha también me siguen; y no es solamente por una cuestión de respeto profesional, sino por afectividades. Yo no me veo haciendo televisión en otro sitio que no sea Holguín.”