Historia detrás de una fotografía
- Por María Militza Ornella Fernández / Estudiante de periodismo
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¿Y esa fotografía?, pregunto con inmensa curiosidad al pasar el umbral de la puerta. Deseo saber su historia y cómo llegó hasta la pared de esa habitación. No es una foto común, ni su contenido ajeno a los habitantes de esta nación. Me acerco, la detallo esmeradamente. No quiero perder un instante. Mis ojos se humedecen por recuerdos que se desatan en lo más profundo de mi interior, son tantos los sucesos que atañan a las dos figuras que protagonizan esa imagen.
Reflejo de solidaridad entre dos naciones, ideales iguales, banderas distintas, corazones generosos y estirpe guerrillera son algunas de las características que se perciben con una agilidad inesperada. Yo los conozco. He escuchado tanto de ellos, que se me oprime el estómago y el corazón al rememorar que no están vivos. ¿Cómo puede ser eso? ¿Por qué tan dolorosa pérdida?, me interrogo con insistencia.
La joven que me acompaña tiene 19 años y es la dueña de ese retrato que se encuentra colgado en la pared de su cuarto. Me cuenta con entusiasmo que su padre se la regaló cuando tenía 14 y que, desde ese instante, sintió una necesidad irresistible de dedicarle uno que otro tiempo al aprendizaje de la vida y obra de ambas personalidades.
De todas formas, eso me llama la atención. Es muy poco correlativo que en las circunstancias actuales encontremos a alguien que, a pesar, de su corta edad tenga la capacidad para entender la magnitud de esa representación. Regocijo es lo que siento. Me enorgullece su actitud, pues requiere de estudio y compromiso conocer todo lo hecho por esos héroes. Sí, héroes, esa es la palabra correcta para describirlos.
Una mirada firme, uniforme perfectamente acomodado y una postura correctamente alineada con sus hombros es el momento preciso captado por la cámara de ese fotógrafo anónimo. Ese experto en el recurso visual, seguramente nunca imaginó que el fruto de su trabajo serviría para reconstruir una hermosa parte de la memoria histórica y sintetizada de esas singulares personas. Y por ello, debemos a él la oportunidad de mantener a lo largo de las décadas una instantánea que refleje el valor de esa relación basada en la cooperación, el respeto y la lealtad mutua.
Liberar a sus naciones y ser fieles defensores de las causas justas fueron sus principales objetivos, siempre vinculados a las ideas de los próceres que antecedieron a su existencia. Estadistas, revolucionarios y ejemplo de sacrificio constituyen sus vidas; fielmente dedicadas a la búsqueda excepcional del bien común.
El 13 de diciembre de 1994, marcó un cambio repentino en el de cursar de lo que había acontecido hasta la fecha. Fue el comienzo de una amistad entre dos países, entre dos personas unidas por lazos inquebrantablemente fuertes y sobre todo el inicio de un nuevo periodo para los países latinoamericanos. Esperanza, lucha e independencia fueron a partir de ese momento el precepto de las clases oprimidas en toda la América Latina y el Caribe.
Seguramente, también sientas la curiosidad de conocer los nombres de semejantes titanes. Yo, en tu lugar, lo exigiría. Vale la pena, como dice nuestro querido profesor Calviño. Es increíble buscar ávidamente en lo más profundo de la lectura la trayectoria de estos gigantes. Conocerlos en persona ya no será posible. Es una pena, pero nos queda el consuelo de convertirnos en partícipes de sus ideas y legado.
De ellos, aún queda mucho por aprender. Te aseguro que te encantará todo lo relacionado con sus vidas, anhelarás encontrar cada vez más de ellos en los libros y, por supuesto, querrás tener, como esa joven, una fotografía. Espera. Ya te digo sus nombres: Hugo Rafael Chávez Frías y Fidel Castro Ruz, amigos inseparables. Sí, lo sé. Te sorprende que hayan sido sus nombres en los que pensaras desde el inicio de estas líneas.
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