La dicha de ser cubana

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Despierta apenas sale el sol, tararea una canción mientras prepara el desayuno de la familia y organiza la casa para luego irse al trabajo. Con la frente en alto camia hacia su destino, segura, confiada, resguardada por un sistema que le confiere alta estima.


Es hija, esposa, madre, hermana, amiga, profesional, ejemplo. Existe una palabra específica para integrar estas aristas, la expreso con todo el sentimiento de satisfacción que inspira: cubana. Se muestra inquebrantable para animar a los suyos cuando alguna pena perturba, y ríe cuando desea llorar y la coraza de heroína la acompaña en cada escenario cotidiano enrarecido por leyes maquiavélicas impuestas por vecinos malsanos.


Se satisface por el alto vuelo social conquistado, pero no olvida y apoya a las que en otras latitudes organizan huelgas, marchas y las actividades necesarias para evitar la violación de sus derechos.


Iluminada por el legado de las luchas de las trabajadoras textiles, que inspiraron la designación del 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer en 1911, y por paradigmas más cercanos y contemporáneos como las insignes Haydee Santamaría y Melba Hernández, la cubana de hoy multiplica su representatividad y participa en congresos, ocupa vicepresidencias en organismos gubernamentales, lidera empresas, protagoniza descubrimientos científicos trascendentes, es virtuosa en el arte y la cultura…


No permite ser subestimada y para quienes lo hacen tiene en su filantropía y consagración cotidianas las respuestas a los inconcebibles menosprecios.


De ella nace la vida, por eso trata en todo momento de sacar lo mejor de lo que están cerca suyo. Ofrece consejos, da aliento y esperanza. Cuando todo se siente perdido, ahí está, cuan ángel protector, con una solución eficaz, renaciendo como el ave Fénix, enalteciendo la dicha de ser mujer.

 


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