Martín trabaja y confía
- Written by Heidi Calderón Sánchez
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Fotos: Heidi Calderón Sánchez
Que las cosas salgan bien es la idea que obsesiona a Martín, supervisor de montaje en la Termoeléctrica Lidio Ramón Pérez. De los buenos resultados de su trabajo y el de sus compañeros depende el rápido avance en las labores de reparación que se desarrollan en la Unidad 2 de esta central.
“A los cubanos nada les molesta más que un apagón. Pueden faltar mil cosas, pero que no falte la luz”, afirma José Martín Ramírez, guantanamero de nacimiento que ha encontrado en Mayarí, al sur de la provincia de Holguín, la motivación para quedarse, formar familia y hacer del trabajo una fuente de logros para él y para los suyos.
“Comencé a trabajar en la termoeléctrica de Nuevitas en el año 1983 y en 1986 me trasladé para Felton”, cuenta. “Mi primer trabajo voluntario fue en la fundición de la loza de la caldera número uno de esta central”.
Además, piensa que lo más importante es trabajar con prisa, pero que todo salga bien. Lo afirma mientras camina por la unidad y mientras habla mantiene bien fijos en el trabajo sus ojos verdes, hace señas y desde lejos se dirige a sus compañeros a pesar del ruido, todo para indicar acciones que permiten que cada tuerca esté ajustada, que cada pieza sea bien colocada y que las soldaduras sellen sin poros.
Es un trabajo que no deja margen a las medias tintas, todo tiene que hacerse bien. Por eso Martín ha aprendido también a saltar barreras, pues el bloqueo económico, comercial y financiero impuestos por los Estados Unidos de América a Cuba se percibe de forma permanente en el sector energético, por todas las limitaciones que provoca en las importaciones de piezas y materiales básicos para su desarrollo. En ese sentido también Martí ha hecho su aporte.
“He tenido la oportunidad de contribuir”, comenta en tono entusiasta. “De aportar soluciones con mis conocimientos de una vida de trabajo dedicada a la termoeléctrica, he ayudado con ideas para sustituir productos y recursos que el país no tiene, también con esquemas tecnológicos, o simplemente he aprendido a reciclar, a utilizar por segunda vez lo que aún sirve”.
Habla con orgullo de su trabajo y de su familia, por allí también anda su hijo sudoroso por la faena y a quien se refiere con orgullo por el hecho de que el joven sigue sus pasos; pero de lo que más quiere hablar es de la dedicación de sus compañeros.
“Aquí hay hombres decorosos. Este es un trabajo duro y de mucha responsabilidad, somos conscientes del rol que jugamos y de la importancia que tiene esta reparación para toda la sociedad.
“Nosotros pensamos siempre que, con lo que hacemos le estamos dando satisfacción a nuestras familias, a todas las familias cubanas, porque esta electricidad que generamos es la vida de la gente, es la cocción de los alimentos”.
Para terminar, Martín sonríe, se acomoda el casco rojo, se estruja el sudor de la cara y casi grita para que se escuche su voz.
“Tenemos confianza en el futuro, y esa confianza ahora mismo es confiar en que este bloque va a entrar muy pronto en funcionamiento”.
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