Crónica de una frontera emergente

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cuarentena 26d Julio JPC 1Foto: Juan Pablo Carreras
 
Rostros camuflados y sudorosos acuden al encuentro en un área que antes era de libre acceso pero hoy tiene zona restringida, con muchas precauciones sanitarias, donde se envían señales, no de humo, pero sí para reconocer a alguien muy familiar, que ahora se esconde detrás de un nasobuco y atuendos protectores del radiante sol que calienta el mes de abril.

Cientos de personas, como hormigas, entran y salen de su lugar de origen. Llegan hasta la barrera epidemiológica, en los alrededores de la clínica Manuel Angulo Farrán, donde trabajadores de la PNR, Salud Pública y otro personal de apoyo, lidian con visitantes y lugareños, quienes se dejan vencer por la ansiedad, esa, para la que nadie se preparó, pero que debemos enfrentar.

Amanece. La mañana comienza, y con ella un periplo para abastecer una jaba que tendrá como destino esa zona aislada donde viven mi hermana, sobrinos y cuñado. Ellos resisten la pandemia con sobredosis de películas, series, novelas y por supuesto, internet, el analgésico de los más jóvenes, con reacciones adversas en el bolsillo de los veteranos.

Mi conciencia me recuerda que ellos no pueden salir de su hogar y debo llevarles los productos necesarios para que cumplan con las medidas pertinentes y evitar así el contagio de una enfermedad silenciosa y devastadora, pero la necesidad no me puede convertir en presa fácil de oportunistas que se aprovechan del momento para duplicar sus ganancias.

Como dice mi mamá, hay que dormir con Pepe, para conocer sus vueltas en la cama. No soy amante de las colas, por lo que prefiero un flamante huevo frito con arroz blanco, antes de un pollo a la cazuela, luego de cinco horas de espera, como mínimo, con una mala noche incluida.

Pero en esta ocasión marqué para comprar embutido, pendiente al horario, pues las 11:00 am se han convertido en sagradas para todos los cubanos y luego de 50 minutos, había logrado cumplir mi primer objetivo de la jornada, con más miedo que ganas.

Se acercaban las 10:00 am y fui por viandas, vegetales y frutas a una batalla que mejor no les cuento, porque si no tendría que cambiar la historia que me propuse contarle en una frontera emergente, funcional para un periodo atípico que vivimos los holguineros debido a la propagación de la COVID-19.

Con más desgaste que las suelas de mi zapatos, llegué al punto de encuentro, donde me esperaba un familiar a quien debía reconocer entre tantas personas y por si fuera poco, con los protectores que antes he mencionado y la presión de solo poder entregar la mercancía antes de las 12:00 m. Evidentemente me perdí la conferencia del profesor Durán.

No todos pueden venir hasta la barrera, para evitar aglomeraciones, pero los que llegaban debían buscar a sus allegados, porque luego vendrían otros a hacer lo mismo, mientras el compañero de la PNR o el de seguridad que se encontraba en ese momento solo decía: “Mira a ver si encuentras a los tuyos”.

En el punto de encuentro una madre suspicaz preguntaba a su hijo como estaba todo por la casa y este contestaba, que el caso positivo era lejos de su cuadra, pero su instinto maternal no le permitía marcharse tranquila, pues este amor y la distancia no son directamente proporcionales.

Una niña, tras su inocencia pretendía besar a su tía de quien la separaba una barrera de madera, actitud que causó risa a muchos y a su vez conmovió, porque insistía en hacerlo mientras le explicaban.

Por suerte mi espera no fue larga, pero sí lo suficiente, como para percatarme que una muestra de cariño en tiempos de COVID-19 no se circunscribe a besos y abrazos, una práctica que luego de esta etapa, estará en peligro de extinción. ¿Veremos si la costumbre es más fuerte que el amor?

Lo cierto es que esta frontera emergente, muy necesaria para controlar la pandemia hoy, se ha convertido en un área de intercambio, no solo de mercancías sino de amor y añoranzas. Si cumplimos con las medidas orientadas, recogeremos esos saludos habituales que han quedado en el aire, para preservar la salud de seres muy queridos y juntos, en casa, volveremos a celebrar como hace un tiempo atrás.
 
Flabio Gutiérrez Delgado
Author: Flabio Gutiérrez Delgado
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Licenciado en Comunicación Social. Soy un ferviente apasionado del mundo deportivo, atrapado por la magia del fútbol, pero no descuido la cultura general y siempre estoy dispuesto a aprender algo todos los días, cuando no lo hago, siento que he perdido el tiempo.

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