Lázaro Peña, una semilla
- Por Maribel Flamand Sánchez
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Con frecuencia paso frente a aquel cartel lumínico, que muestra su imagen siempre sonriente. Cuentan que tal fue su carácter, jovial, afable. Sin embargo poseyó bastante de corajudo. Tuvo que serlo para asumir la dirección del movimiento obrero cubano (entonces Confederación de Trabajadores de Cuba) durante los dos gobiernos más sanguinarios de la Cuba pre revolucionaria, Gerardo Machado y Fulgencio Batista, además de militar en las filas del Partido Comunista de Cuba (PCC).
En el anuncio lumínico, además de la imagen del también miembro fundador de la Federación Sindical Mundial, se lee: Empresa de Cigarros Lázaro Peña.Se trata de la entidad, que honra al asumir su nombre, también uno de sus oficios, el de tabaquero, del hombre que consagró su existencia de 63 años a representar y defender los derechos de los trabajadores de Cuba y del mundo.
En la Empresa de Cigarros por donde paso a diario por radicar en el mismo reparto donde vivo, hoy advertí un movimiento diferente. Era una gala político-cultural a través de la cual se rindió tributo al Capitán de la Clase Obrera, como también se le conoce a Lázaro. Este 11 de marzo se cumplieron 46 años de su muerte.
Allí se recordó que durante su sepelio el Comandante en Jefe Fidel Castro pronunció unas palabras que representaron su talla de hombre íntegro: “Inútil era rogarle que moderara sus esfuerzos y atendiera su salud. Era lo único en que este militante modesto, dócil y disciplinado desatendió los ruegos de sus compañeros y las exhortaciones de su Partido… No venimos propiamente a enterrar un muerto, venimos a depositar una semilla”.