Asfixia desde el norte
- Por Hilda Pupo Salazar
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En el diferendo entre Estados Unidos y Cuba el acoso es una constante de diversas formas, estilos y con la máxima intención de asfixiar a la Revolución.
Ahora, el Bloqueo yanqui se recrudece criminalmente bajo la Administración del magnate Donald Trump. Ese es uno de los rasgos de ese mandato republicano de la Casa Blanca. Acoso más acoso.
Aplican cualquier invento para tratar de destruirnos, con una persecución financiera, como nunca antes y a eso suman la asechanza a las navieras que nos traen el combustible. Genocidio es la palabra exacta para caracterizar ese cerco, con el mayor daño a nuestro heroico y honesto pueblo, al cual, hipócritamente, dicen, en sus discursos, que quieren proteger.
El pasado día siete, en la ONU, 187 países respaldaron el proyecto cubano en contra de esa política agresiva, pero, además, este mes nos trae varios hechos históricos que no olvidamos, entre ellos lo sucedido a los ocho estudiantes de Medicina.
Estremece solo de pensar lo sucedido aquel 27 de noviembre de 1871. Una culpa falsa fabricada (rayar la tumba de Gonzalo Castañón), un proceso inaudito: ocho víctimas, elegidas al azar, sin derecho a defenderse y un castigo exagerado: fusilamiento.
Imperó la venganza de entonces, el rencor ocupó el sitio de la justicia y generó el crimen. Hay que imaginar lo vivido por aquellas familias, cuando se enteraron del triste destino de sus hijos adolescentes y que, por mucha explicación, nunca entendieron porqué aquella extrema condena, sin motivos.
Martí refiere en 1893: “Se expresó el alma rencorosa y cruel de España en América…, cada bestia obraba con la furia de su privilegio amenazado… y se exagera el peligro para aumentar el precio de la salvación. Hay odios…, que suben, babeantes, del vientre del hombre”.
A 148 años, de aquellos hechos abominables, está Cuba nuevamente enredada en un nido de venganzas, el rencor vuelve a desplazar cualquier vestigio de justicia y la histeria desemboca en abuso del imperio más poderoso del planeta.
¿Quién dice que no actúan con furia por complacer a un grupúsculo que ve su “privilegio amenazado”? No le importa difundir cualquier exageración, inventar peligros, para justificar las razones de lo inentendible, así los odios inundan las almas de los verdugos y actúan sin raciocinio ni decencia alguna.
Del otro lado de ese “horno de iras” está todo un pueblo tratando de entender el “civilizado” sistema del Norte, que le condenó desproporcionadamente sin delito alguno y abusa de su poder, aunque infrinja lo establecido internacionalmente, como el comercio con terceros países.
Lo acontecido con los estudiantes de Medicina no tiene nada de excusable; se actuó con desenfreno y saña, pero a la distancia de casi tres siglos, de aquella Cuba colonia y una España metrópoli con sed de venganza, cómo comprender, actualmente, la barbarie de la poderosa nación del norte que tanto cacarea de democracia, derechos humanos y jueza del mundo contemporáneo.
Decía Martí en 1871: “Lo que España defiende en América es la posesión.” Entonces podemos preguntar: ¿Y qué defiende Estados Unidos en Cuba?, una posesión perdida y no vuelta a recuperar. Aquel seguro traspatio desapareció para siempre en 1959, cuando llegó el Comandante y mandó a parar.
Y esa impotencia por no habernos podido convertir en “fruta madura”, la traducen en actitudes rabiosas, que les hace actuar con desatino y prepotencia, velando las oportunidades de vengarse, que el mundo moderno de hoy condena en total mayoría.