Cálculos por la salud
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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¿Cuánto ha invertido la provincia en recursos materiales y humanos en el enfrentamiento a situación epidemiológica afrontada en Holguín desde 2014 hasta ahora, como consecuencia de las arbovirosis? Esta interrogante la hicimos hace tres años y, en ese momento, nadie pudo responder con datos exactos.
Me imagino que ahora será muy parecido, pues los montos desembolsados para mantener esta costosa tarea son difíciles de contabilizar por las múltiples actividades sufragadas y que cada año se han incorporado otros municipios al problema, a parte del cabecera.
Realice un breve ejercicio matemático de lo destinado a garantizar combustible, medicamentos, reactivos, atenciones médicas, ingresos hospitalarios; productos químicos, personal movilizado de otras provincias y desde dentro de nuestras fronteras; alimentación y otras acciones cumplimentadas día a día.
Por eso reafirmo que a cinco años de iniciarse este problema por el municipio de Holguín cualquier cálculo será fallido y muy difícil; sin embargo, lo que hoy más nos llama más la atención es que, a pesar de saberse las implicaciones económicas, medioambientales, a la salud y sociales persistan las mismas ineficiencias en el cumplimiento de las principales acciones previstas en estrategias y programas creados, para enfrentar la compleja situación entomoepidemiológica presente en la provincia.
Lea cualquier informe o trabajo periodístico sobre este particular y verá enumeradas las mismas deficiencias relacionadas con la inestabilidad o déficit de fuerza especializada en control de vectores, mala calidad en el tratamiento ingeniero focal, elevada focalidad y altos índices de infestación; debilidades en la fumigación e incumplimientos en el plan intensivo y fallos en el acompañamiento a los equipos de fumigación.
Además, no inefectividad en programa de aviso, fallas en recuperación de viviendas cerradas, incorrecciones en la técnica de fumigación y frecuentes roturas de equipos, ingresos tardíos o enfermos que no van al médico y deficiencias en bloqueo de casos, entre otras.
Es decir, están debidamente identificadas las debilidades, pero no se acaban de resolver de una vez y por todas. Cierto, que hay algunas, como la relacionada con la fluctuación de la fuerza de la Campaña Antivectorial, que son decisivas y dependen de muchos factores, que a mi modo de ver, en esta, la principal es la atención y condiciones de trabajo a dispensar a los hombres y mujeres que cumplen con esta función vital; sin embargo, no siempre se ha sido todo lo riguroso en la selección de las plantillas ni tampoco se atienden como requiere el esfuerzo de estos hombres y mujeres que deben desandar trillos, caminos y calles de sol a sol.
Y mirando desde mi punto de vista, como una ciudadana más, en la comunidad, el barrio, la casa no se chequea ni controla in situ con la rigurosidad y la calidad necesaria la mayoría de las tareas, dígase el focal, tratamiento adulticida y la pesquisa activa, que pasa por el facilismo de alguien preguntando, de buena fe, desde la calle a cualquiera de adentro de una vivienda si alguien tiene fiebre y claro está, seguidamente viene el No rotundo y una firmita al lado de los nombres relacionados en una hoja.
Por eso hasta que a cada incumplimiento no se pongan nombres y apellidos y se les exija a los responsables con la rigurosidad que amerita la situación actual-siéntanse aludidos todos los inmersos en la Campaña y la población-el problema no tendrá solución y seguiremos dándole vida al mosquito Aedes aegypti.
Esta provincia hoy tiene una elevada focalidad y hay circulación viral y transmisión de dengue en siete municipios (Moa, Sagua de Tánamo, Holguín, Urbano Noris, Mayarí, Banes y Gibara), aunque el cabecera es de los territorios con mayor complejidad del país, con sus nueve áreas del universo urbano en transmisión y reactividad y tasas de incidencia elevadas.
Todo esto en medio del periodo más complejo del año y cuando reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) revelan una elevada focalidad por Aedes aegypti en la región de las Américas y el Caribe, con circulación de los cuatro serotipos de dengue DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4. Una amenaza latente.
Son estas complejidades entomoepidemiológica y la posibilidad de la introducción de otros serotipos de dengue a nuestras fronteras u otras arbovirosis, la que nos debe convocar a la reflexión consciente, para así acabar de ganar en percepción de riesgo por la salud y bienestar de uno mismo, de la familia y la de todos. Así también dejaremos de tener que hacer cálculos matemáticos para saber por dónde va lo que gastamos en una batalla que bien podemos vencerla si la prevenimos.