Sé el cambio que quieres ver

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Mi hija salta entre los charcos de regreso de la escuela mientras yo pienso: ¿qué cocino hoy, alcanzará el gas licuado, habrá llegado el pan a la bodega, estará bueno? ¿qué le pongo mañana de merienda en la lunchera?
 
Ella, que no se angustia con semejantes preocupaciones, pregunta:
-Mami, si pudieras pedir tres deseos, ¿cuáles serían?
A riesgo de sonar como una miss universo le digo:
-Paz mundial. Revertir el cambio climático y una fuente inagotable de helado.
Ya sé que sueno poco original en las primeras y glotona en la última, pero después de haber resuelto estos grandes conflictos a la humanidad, una se puede relajar y comer un refrigerio ¿o no?

Una piensa que solo Will Smith, (hecho genio por Disney) y sus infinitos poderes de criatura fantástica, podrían volver príncipe al menesteroso, y que únicamente un milagro podría cambiar los graves pronósticos y las complejas realidades que enfrentamos hoy.

No calculamos nuestra verdadera capacidad de empezar el cambio, ni por qué a un montón de los adultos de hoy nos dijo el Capitán Planeta durante muuuuuchos años, “el poder es tuyo”, al parecer nadie se lo creyó. Con esto termino mis referencias a audiovisuales para niños y te pregunto:
¿En serio no has pensado que puedes ser el principio del cambio? Un país no se sostiene por el esfuerzo de un solo individuo, es cierto, pero empieza con uno o una, para ser inclusivos. Si crees que lo pequeño no mueve una estrella, pregúntale al átomo.

Si eres de los que cuando dicen energía fantasma piensas en un Polstergeist, actualízate y ve a desconectar todo aquello que esté sin usarse y pegado al tomacorriente.

Si eres de los que creen que porque es tu dinero puedes gastarlo a voluntad en extensas facturas de electricidad, recuerda que el apagón es para todos por igual, como el sol, y no bastarán tarjetas de crédito o abultadas billeteras cuando la oscuridad se haga en tu barrio.
 
Si te asfixia la perspectiva de las carencias, los titulares apocalípticos, la catástrofe del Amazonas, la subida del petróleo, pero pasas a otro tema porque no crees poder hacer nada al respecto. ¿Qué tal si dejas de usar tanta agua en cosas que no lo precisan? ¿Y si apagas esa luz del cuarto en que no hay nadie? ¿si realmente escuchas las decenas de mensajes de bien público que hablan sobre el ahorro, ya sabes, apague más y pague menos? ¿si sigues sus recomendaciones? ¿si lo hacemos todos? Con esto no garantizo la paz mundial inmediata, ni cumplir los objetivos de desarrollo de 2030 de las Naciones Unidas, ni siquiera que tú y yo podamos alcanzar una caja de helados en el mercado Ideal, pero al menos estaremos dando un respiro al país en que habitamos, porque la suma de los pequeños sacrificios individuales puede ser la esencia del cambio que esperamos hagan otros, los fuertes, los grandes, los poderosos, que podríamos ser también nosotros.

Yo no quiero abanicar a mis hijos en la madrugada esperando el grito de los vecinos que anuncie el fin del apagón, no quiero reverberos en mi cocina, ni carbón, ni leña. Ni llevar ropa estrujada por no poderla planchar a última hora. No quiero revisar la tarea de mis hijos a la luz del candil defenestrado por años de revolución energética. Me opongo a la precariedad vivida y apuesto por la sostenibilidad posible con la conciencia de todos ¿me ayudas?
Liset Prego Díaz
Author: Liset Prego Díaz
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Yo vivo de preguntar… porque saber no puede ser lujo. Esta periodista muestra la cotidiana realidad, como la percibe o la siente, trastocada quizá por un vicio de graficar las vivencias como vistas con unos particulares lentes

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