¡Bienvenido, 2025!
- Por Jorge Fernández Pérez
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Desde hace semanas, en la casa de Verónica no se habla de otra cosa. Tal parece que, luego de más de una decena de meses complejos, la ilusión ha retornado al hogar de esta holguinera con la magia de diciembre y la proximidad del 2025.
Bien sabe esta fémina lo duro que ha sido el predecesor del año que casi termina y todas sus esperanzas están depositadas en lo que ocurrirá a partir de enero. Por eso, su familia solo habla de los preparativos y las expectativas para el día 31.
La búsqueda de los ingredientes para la cena ha sido un proceso extenuante, pero, para felicidad de todos, fue bastante exitosa. Consiguieron el arroz, los frijoles, la yuca, la lechuga y una rica mermelada para degustarla a modo de postre. Eso sí, la matriarca les dejó claro que este año toca pollo por cerdo asado.
En la última noche de diciembre, la vivienda de Verónica se llenaba como en ninguna otra, con la alegría de sus hermanas y sobrinos. En esta ocasión, los participantes en la velada serán menos, pues muchos se dieron su ultimo abrazo hace algún tiempo, pero eso no amilanará los ánimos.
Cuando choquen los vasos con cerveza, se brindará por todos, por los de cerca y los de lejos, porque la esencia de cada uno se mantiene en los recuerdos y anécdotas que se comparten como tradición en todas las fiestas familiares.
Ya el cubo de agua está preparado. Escogieron el más grande de la casa para, con la llegada de la medianoche, lanzarlo con todas las fuerzas y el deseo de que cada gota arrastre lo malo que ha afectado sus vidas. Verónica heredó esta costumbre de su bisabuela y es incapaz de pasarla por alto.
También sacó la vieja maleta, que hace tiempo no se utiliza, para complacer a sus hijos. Los niños escucharon que si le dan una vuelta a la manzana con ella viajarán en el venidero año y su madre se lo prometió con la esperanza de, al menos, llevarlos a conocer La Habana.
La holguinera siempre escuchó hablar de los malos presagios que se auguraban cuando febrero trae 29 días, pero el 2024 se tomó en serio su condición de bisiesto. Han sido meses duros, donde hasta la naturaleza ha impactado de forma negativa en la Isla.
Entre ausencias y contingencias, esta mujer cubana ha sorteado las vicisitudes que, por temporadas, parecían venir una detrás de la otra. Se adaptó a rotaciones de bloques e hizo malabares para alimentar a su familia, pero puede sentirse orgullosa de lo logrado.
Ha sabido resistir, como el resto del país, con la certeza de que no está sola en la batalla por lograr una Cuba mejor. Desde su posición de maestra, ha sido testigo de los momentos duros que han atravesado sus estudiantes; sin embargo, también ha presenciado sus muestras de solidaridad y las de sus familias, hacia aquellos que más lo necesitan.
Eso la reconforta y le permite asegurar que no todo está perdido. Ha sido una protagonista más de las complejidades de los tiempos, pero mantiene la convicción de que el 2025 será mejor. ¿Acaso la magia del fin de año no radica en el optimismo por los nuevos comienzos?
En estas fechas, Verónica también celebra con orgullo de patriota el aniversario del Triunfo de la Revolución. Cuando suman 66 años del hecho, no deja de agradecerle a sus precursores por darle la posibilidad de convertirse en educadora y transmitir saberes a otros, pues, siendo hija de un matrimonio humilde, graduarse de la universidad resultaría utópico en otro sistema social.
A pesar de lo adverso del contexto, sabe que todavía sobran motivos para celebrar la vida. Los momentos duros la han fortalecido y demostrado cuanto es capaz de crecerse para superarlos.
Han sido días de ajetreos, risas y nostalgias, pero ha podido organizarlo todo para celebrar el 31 de diciembre y despedir el año viejo con todas las de la ley. Ha pensado en cada detalle y, como buena anfitriona, colocó un cartel muy grande en la puerta.
Siempre le ha gustado recibir a los visitantes con la cortesía típica de los cubanos y, por eso, quienes pasan por su casa pueden leer, escrito en un rojo muy intenso: ¡Bienvenido, 2025!