Síndrome boca, manos, pies

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En los últimos días una preocupación ronda entre la población y, en específico, en los padres con niños pequeños de círculos infantiles, seminternados o escuelas primarias, por la aparición del Síndrome boca, manos, pies, enfermedad de trasmisión de la infancia, que provoca fiebre alta, manifestaciones respiratorias y lesiones en la piel con ampollas o vesículas; inapetencia y dolor en la faringe, entre otras.

En algunos de esos centros se han reportado pequeños con esta enfermedad contagiosa, cuya principal vía de transmisión es la fecal-oral, aunque también por medio de objetos contaminados, por lo cual ante cualquiera de los síntomas o signos, los padres deben de abstenerse de llevar a sus hijos a instituciones educacionales y, ante todo, acudir al médico.

La doctora Yanelis Calviño Vega, jefa de Vigilancia en la Dirección General de Salud en la provincia, explicó que también el niño puede adquirir el virus si alguien tose o estornuda cerca de él, o al entrar en contacto con las ampollas, por lo cual es necesario extremar las medidas de higiene personal y en el hogar; como fundamental, el lavado frecuente de las manos con agua y jabón.

Sobre particularidades de este síndrome, la especialista en Higiene y Epidemiología informó que su período de incubación es de cuatro a seis días y por ser una enfermedad leve o con curso autolimitado, por lo general los pacientes se recuperan en unos siete a 10 días y en casi todos los casos lo que se recomienda es darle de tomar o comer lo que los pequeños prefieran, así como abundantes líquidos, analgésicos para las fiebres y malestar, pero sobre todo asumir correctas y oportunas prácticas de higiene.

Aclaró que aunque esta enfermedad debe su nombre a las áreas del cuerpo que suelen ser más afectadas, también las erupciones pueden aparecer en las rodillas, codos, glúteos hasta en el área genital, pero las ampollas o llagas que salen en la boca son las más molestas para los niños, que pierden el apetito y rechazan todo tipo de alimento hasta el agua, hecho que requiere a los padres estar siempre vigilantes.

Este síndrome fue identificado por primera vez por Robinson y Rodees en 1958, como un erupción asociada a fiebre y lesiones bucales y luego en un posterior brote ocurrido en Inglaterra en 1960, cuando se observaron y fueron descritas lesiones vesiculares en la boca, las manos y los pies, por eso su nombre. Ante la afección, los enfermos deben ser vistos y diagnosticados por el médico de la familia, que le explicará a los padres qué conducta seguir con el paciente.

De igual manera, la doctora Calviño Vega alertó acerca de la situación epidemiológica actual ante los meses de intenso calor, como mayo, cuando se han registrado temperaturas récords en nuestra provincia, lo cual propicia, junto a la contingencia energética afrontada, que los alimentos puedan descomponerse con mayor facilidad y al ingerirse así provocar diarreas.

“De igual manera, inicia el período lluvioso y por la situación medioambiental puede existir un entrecruzamiento de las agua negras con las de consumo, hecho que llama a las familias a hervir todo el líquido previsto para el consumo humano, así como echarle la solución de hipoclorito de sodio, a razón de cuatro goticas por cada litro, esperar 30 minutos y ya está lista para beber”, argumentó.

También recomendó tomar abundante agua, aunque no se tenga sed, evitar exponerse al sol entre las 11 de la mañana y las cuatro de la tarde, vestir ropa holgada y de colores claros. “Son más susceptibles a estas altas temperaturas los niños, ancianos, personas con enfermedades crónicas o encamados, por lo cual hay que protegerlos más; mientras que las viviendas es preciso mantenerlas abiertas en el horario de la mañana y las tardes para ventilarlas”.

Otro asunto a no olvidar es que con la temporada de lluvia y las temperaturas altas se acorta el ciclo de reproducción del mosquito Aedes aegypti, trasmisor del dengue, entonces es momento de elevar la percepción de riesgo y adoptar las medidas conocidas por todos, para no permitir que crezca la población de este dañino vector, por la salud y calidad de vida de la familia.


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