La ansiedad, encontrar la paz enfrentando la vida

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Mover el pie como si pusiéramos todo nuestro empeño en una máquina de coser, caminar cinco kilómetros en una habitación de cuatro paredes o sentir la preocupación de que en el próximo minuto del día puede ocurrir un terrible suceso son solo algunos síntomas de un padecimiento que hoy forma parte de la vida de muchas personas: la ansiedad.

Las manos sudorosas o las famosas "mariposas en el estómago" suelen ocurrir a raíz de un evento que se considere importante, lo cual resulta totalmente normal pues el cuerpo se prepara para enfrentar un desafío.

Todas las personas en algún momento de su vida han experimentado este tipo de sensaciones ya que la ansiedad suele ser moderada en la mayoría de las casos, pero puede resultar preocupante si se llega a convertir en un trastorno.

El desespero y la intranquilidad se vuelven comunes, la sensación de cansancio se apodera del cuerpo y la mente solo se encarga de repetir los problemas una y otra vez como si de un ciclo se tratara.

Apoyar la cabeza en la almohada puede resultar difícil porque el cuerpo no está preparado para descansar. Todo lo que sucede alrededor parece una amenaza y la solución a las pequeñas situaciones de la vida parece no estar a nuestro alcance.

La mente se dedica a que todo parezca una catástrofe. Toma los pensamientos que nos preocupan y los transforma en algo más grande que nosotros. La vida comienza a oscurecerse y el día a día puede parecer una tortura.

Vivir sin saber a qué hora se apagarán todas las luces de la ciudad ha desatado un cuadro de ansiedad en muchísimas personas. Las actividades diarias se vuelven pesadas y las ganas de hacerlas se ausentan por días, solo estamos inmersos en un mundo donde los pensamientos conforman un bucle hasta que nos ahogan.

La tranquilidad se puede lograr y debemos trabajar en base a controlar nuestro cuerpo. Realizar actividades que aporten a nuestro bienestar y a la salud puede ser una solución. Relajarse, descansar y tomar tiempo para reflexionar con uno mismo, pueden llegar a ser opciones simples, pero con muy buenos resultados.

Los momentos con la familia y los amigos hacen el transcurso del día más liviano. Compartir las frustraciones puede servir para liberar esa carga que se acumula en el pecho y que muchas veces hace brotar el llanto.

El tiempo pasa y se debe disfrutar al máximo. Los minutos perdidos nunca se recuperan. Si nos dedicamos a sacarle provecho tanto a las situaciones buenas como a las malas podremos crearnos un ambiente lleno de positividad porque como dijera la famosa escritora Virginia Woolf: " No se puede encontrar la paz evitando la vida".

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