Bajo la misma luz
- Por Susana Guerrero Fuentes
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Separados en época, momento histórico y ubicación geográfica, las coincidencias entre Antonio Maceo y el Che parecieran limitarse solo a su día de nacimiento, el 14 de junio. Sin embargo, más que una fecha en el calendario, sus destinos se cruzan, en diferentes siglos, gracias al lazo con Cuba y el compromiso con su libertad.
No serían adecuadas las comparaciones ni intentar igualarlos, pues cada uno fue revolucionario a partir de sus propias circunstancias. En cambio, las similitudes de sus vidas se hallan en fragmentos de la historia que los unen en acciones y legado.
Uno de sus vínculos es El Cubano Libre, periódico mambí nacido en la manigua durante la Guerra de los Diez Años. En 1895, Maceo se encarga de reeditar la publicación a la que referenció en cierta ocasión como “la artillería de la Revolución”. Seis décadas más tarde, en la Sierra Maestra, el Che retoma su labor y renace el periódico bajo los mismos ideales, cuya voz nuevamente “llama a vencer o a morir”.
Entre las muchas cualidades del Titán de Bronce, destacan sus hazañas militares y la Guerra del ’95 fue testigo de una de las más gloriosas y complejas: la invasión de Oriente hasta Occidente. Tal empresa mambisa resurge también en 1958 convertida en proeza rebelde, esta vez bajo el liderazgo del Che y de Camilo, quienes marcaron así el camino de la victoria revolucionaria.
Del Titán de Bronce, Martí expresó: “Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo. (…) Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante, y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste con la idea cauta y sobria.”
Mientras, Fidel diría del Che: “Reunía, en su extraordinaria personalidad, virtudes que rara vez aparecen juntas. Che era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura (…) reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción”.
Hay en ambas figuras una suerte de semejanza simbólica debido a la autoridad que representaban, garantes de disciplina en el combate y a la vez seres de reflexión aguda y emociones reservadas, en ellos confluía la inteligencia con el alma guerrera. Bajo los méritos y elogios, los grados militares, el machete y el fusil sobrevivieron los héroes, distantes 83 años en el tiempo, pero cercanos bajo la misma luz que los ata a esta Isla.