Madre: la verdadera maravilla

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Ser madre me enseñó a degustar con otra boca, otra lengua; a disfrutar paseos con otra sonrisa; a sentirme libre y veloz con otras piernas; a llorar con otras lágrimas; sentir el viento fresco con otra cara: tan solo con mirar.

Ser madre me enseñó a permanecer en vigilia con mucho sueño; a desear la ropa “talla menor”; a ver el parque como el mejor sitio para mi cumpleaños; a multiplicar mi dolor, sin haberme dado un rasguño…

Desde que me convertí en madre aprendí a caminar despacio, aunque lleve prisa; a oír el canto del pájaro que la rutina no deja escuchar; a sacar desérticas fuerzas de donde el cansancio agrieta; a preferir el filo del colchón con tal de sentir el suspiro placentero por dormir en más posturas que las del Hombre de Vitruvio.

Tras volverme madre he tenido que inventar más cuentos que los Grimm; ofrecer respuestas ante preguntas inimaginables; reflexionar ante la filosofía infantil.

Como madre me volví la primera fans de garábaticas invenciones; experimenté el más sano orgullo; la verdadera dicha; el regocijo de ver lo esencial y valioso en lo más simple.

Al ser madre aprendí a amar a otro más que a nada; a preocuparme por el molde de la arcilla que llevo en las manos; a triplicar esfuerzos, postergar deseos; a encontrar el centro de la circunferencia de la vida; a soñar por dos, luchar por dos, aunque, a veces, a la hora de dividir tenga que hacerlo solo por uno, que no soy yo.

Ser madre me llevó a entender el pasado, planificar el mañana; a comprender a otras, a la mía, desde el sentido común que nos une a todas; a ver la creación más allá del parto, lo cual demuestra que se puede ser madre, incluso, sin dar a luz.

¡Hay tanto que decir y agradecer, a tantas en este Día! Pero seguro muchos coincidirán conmigo:
Ser madre es una de las obras de arte de la naturaleza; un axioma que a la vez es reto; un vínculo que revasa distancias, y hasta la muerte; un sentimiento único que impulsa hasta a lo adverso, y funje como extractor de valentía y optimismo. Ser madre no es fácil, pero sí maravilloso.


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