Reinas de nuestros días

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Dia MadresFoto: Presidencia de Cuba.

A las madres en su día, permítanme, dedicar esta Columna, a las reinas de nuestros días, cuando para el amor a sus hijos y viceversa no hay pandemia, en el segundo año de una celebración extraña en este convulso mundo, en que, abrazos y besos, se sustituyen por afectos gestuales o virtuales.

Ellas son amor, ternura, desvelo, sacrificio, cariño, comprensión y enseñanza, sin ninguna duda, las personas más maravillosas que tienes en la vida, las que en noches de desvelo siempre tuvo la luz precisa, con quienes estaremos este domingo juntos, pero separados, cuidándonos todos, con infinitas miradas de cariño.

Es un premio, aun así, tenerla hoy a tu lado a quien te dio lo más importante que tienes: la vida, siempre con amor, junto a ti en todos los momentos, sin importar sacrificios, solo para guiarte y protegerte desde que abriste los ojos, consejera de cada una de tus acciones.

Es una celebración con mucha paciencia, esperanza y serenidad, con el principal objetivo de protegernos todos, como la máxima muestra de amor y esperanza que unidos venceremos la endemoniada pandemia, para que esta pesadilla sea lo menos dramática posible.

Hoy muchos celebran, además, haberle ganado la batalla a la muerte, salir de los aislamientos, dar negativos en los análisis, recibir las alentadoras llamadas de quienes cumplen el sagrado deber en las llamadas zonas rojas o de los miles de integrantes del ejército de batas blancas, quienes, en todos los continentes de este planetas, reparten amor, aún a riesgo de sus propias vidas.

Otros en la nostalgia de la distancia echan a volar el amor con el propósito de proteger a los suyos en esta inédita conmemoración en que no podemos visitarlas para protegerlas de un contagio, que podría ser fatal.

Aunque el Día de la Madre debe ser cada día del año, este segundo domingo de mayo, será otra jornada especial, con diversos obsequios: materiales, sentimentales o un sinfín de iniciativas con opciones muy susceptibles para quienes están ahí desde que nacimos, como la sola palabra que caben millones de sentimientos.

Para quienes sufren la peor pérdida a la que puede enfrentarse una persona, saben que siempre estará viva, en la inspiración de tus actos.

Reflexionemos con el apóstol José Martí: "No cree el hombre en la muerte hasta que su madre se le va definitivamente de entre los brazos" o “Madre del alma, madre querida,

Son tus natales, quiero cantar; Porque mi alma, de amor henchida, Aunque muy joven, nunca se olvida De la que vida me hubo de dar.” Y con Honoré de Balzac, novelista francés: “El corazón de una madre es un abismo, en cuyo fondo encontrarás siempre refugio y comprensión”, mientras Sófocles, poeta griego: “Los hijos son las anclas que atan a la vida a las madres.”

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 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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