Las cosas “buenas” de la COVID-19

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Aunque algunos piensen que es una locura, lo cierto es que la COVID-19 nos ha dejado mucho por agradecer a lo largo de estos casi cerca de ocho meses de enfrentamiento a un virus muy contagioso y mortal.
 
Una reconocida epidemióloga holguinera nos comentaba esta semana sobre este particular y aseguraba que “todas las cosas malas aportan algo bueno y a su vez las buenas dejan también algo malo, lo que a veces no nos damos cuenta”.

Al extrañarnos por esa afirmación, ella nos fue enumerando determinados hechos, que al analizarlos uno a uno terminamos dándole la razón. Por ejemplo, la experta comenzó citando a las pandemias de Influenza A y H1N1, las cuales nos aportaron un fuerte sistema de vigilancia para las enfermedades respiratorias agudas, a través de las cuales se mantienen hoy bajo seguimiento 16 agentes etiológicos.

En tanto que la, aún misteriosa, COVID-19 a lo largo de estos meses ha propiciado fortalecer un sistema de vigilancia epidemiológica desde la frontera del país, entre provincias hasta la comunidad; la pesquisa activa casa a casa, además de un método de trabajo multisectorial coordinado y cooperativo, que ha permitido prevenir y enfrentar al nuevo coronavirus SARS-CoV2 de manera oportuna; además de perfeccionar los métodos de control ante la ocurrencia de eventos o focos en la provincia.

La especialista mencionaba otras ventajas, como “el aumento en la precisión de los diagnósticos médicos, la rapidez en el proceso de toma de decisiones con los pacientes y, por ende, la disminución de la cantidad de personas ingresadas al disminuir la estadía intrahospitalaria y en los lugares de aislamiento”.

El país ha reafirmado la capacidad de sus científicos y profesionales en general de trabajar en condiciones excepcionales y en medio de estrecheces económicas y recrudecimiento del bloqueo norteamericano. Por ejemplo, para reafirmarlo ahí están las dos vacunas cubanas contra la COVID-19, Soberana 1 y 2, ambas en fase de ensayos clínicos.

Con la segunda, como informara recientemente el Doctor en Ciencias Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Carlos J. Finlay, se aspira “prevenir la enfermedad y la infección, estimule una memoria inmunológica duradera, y es la vacuna ideal para la edad pediátrica”.

Sin dudas, con este resultado la ciencia cubana marca un nuevo hito en su quehacer en favor de su pueblo y de todo aquel que lo necesite.

La pandemia reafirmó la necesidad de ampliar su red de Laboratorios de Biología Molecular en el territorio nacional, por lo cual fueron construido varios en provincias del occidente, centro y oriente del país, entre ellos, el de Holguín, casi a punto de inaugurarse al disponer de todo el equipamiento necesario, por cierto una moderna tecnología de muy alta confiabilidad.

Sin dudas, esto constituye una fortaleza para Holguín en la lucha contra el SARS- CoV- 2 en su tránsito dentro de la nueva normalidad, cuando ya tiene abiertas sus fronteras para la entrada de turistas al polo y está anunciado el arribo de los primeros vuelos al aeropuerto internacional Frank País, el próximo 3 de noviembre; además de la llegada de viajeros y visitantes.

Precisamente, en la terminal aérea fue construido un laboratorio con todas las condiciones requeridas para la toma de muestra de exudado nasofaringe para la prueba de PCR a todos los que entren por esta vía al territorio holguinero.

Por último, de la lista de cosas dejadas, para bien, por la pandemia, la fiel colaboradora de temas sobre higiene y epidemiología, la doctora María Eugenia Escobar apuntó que la COVID-19 “nos aporta como experiencia y gran lección que la responsabilidad con nuestra salud, la familia y la comunidad es clave en el control de las enfermedades, cualquiera que sea; así como la reafirmación de la importancia del lavado frecuente de las manos y el cumplimiento de otras medidas preventivas a favor del bienestar y la vida”.

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