Nidia y su perseverancia
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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Ni idea tenía que iba a conversar con ella ese día. El encuentro fue fortuito en medio de la calle, a pleno sol de mediodía, mientras esta mujer de camisa y pantalón gris y mochila al hombro tocaba una y otra puerta de vecinos del centro de la ciudad de Holguín.
En sus manos portaba una tablilla donde descansaban varios papeles escritos. En uno de ellos se dejaba leer el nombre de varias personas, dirección particular y la aclaración: Viviendas a recuperar.
Al ver aquella menuda mujer en plena faena en una de las tareas más importantes, que hoy se libra en la ciudad por liquidar al mosquito Aedes aegypti, no pensé dos veces y la llamé.
Así supe que Nidia Hernández Almaguer, operaria integral de vectores del policlínico Julio Grave de Peralta, tenía la misión de visitar ese día 15 viviendas para realizar el focal, inspección que al momento de pasar el técnico no fue posible realizarse porque estaban cerradas.
Eran las 11 de la mañana y Nidia, con 13 años de experiencia, solo había recuperado cuatro. Varias seguían sin estar sus moradores. “Comencé desde la calle Martí y mira estoy en ¨Luz Caballero¨ y todavía me falta más de la mitad; no obstante, espero hoy terminar la jornada con la mayoría de las casas visitadas. Todo es cuestión de tiempo, y claro, paciencia”.
La persistencia es la carta de triunfo de esta mujer, que a pesar de sus 55 años de edad no se detiene ante escaleras altas para subir a revisar tanques elevados, caminos intrincados, la mala cara de algunos porque escrudiña vasos espirituales y en los lugares menos creíbles donde pueden esconderse los mosquitos o si tiene que colar el agua de los que no quieren botarla ante la escasez del líquido, como le ha sucedido en varias ocasiones al detectar larvas en una vasija.
Comenta que en los últimos tiempos el trabajo es más engorroso y ella afronta serios problemas familiares, pero siempre trata de cumplir en las actividades de recuperación y verificación, en las cuales están volcados fundamentalmente en los últimos meses.

“Esta es una labor de mucho sacrificio, dedicación; sin embargo, los que estamos consagrados a ella nos entregamos sin reparo a su cumplimiento y tratamos de hacerla bien. Solo falta que haya mayor cooperación por una parte de la población, que aún no está sensibilizada con la magnitud del problema”, comenta al tiempo que mira su reloj.
Nidia, quien es técnico contador y fue gastronómica durante 22 años, afirma que si los vecinos dejaran las llaves con alguien de su confianza se avanzaría más, no habría que volver sobre el terreno. El tema de las viviendas cerradas es lo que más los complica, al igual que la fluctuación en la fuerza, por eso los refuerzos que les llegan de otros municipios y provincias del país.
Conoce que su área de salud no es de las de más infestación en estos momentos; no obstante, entiende que no pueden perder lo alcanzado y solicita a los vecinos de más comprensión para los trabajadores de la Campaña Antivectorial por el bien de todos.
Dejo a Nidia frente a una casa de puerta azul en la calle Mártires. Toca y vuelve a tocar. Nadie sale. No se desanima y comenta: “Vuelvo a la tarde”.
Como esta sencilla mujer, los demás integrantes de Vigilancia y Lucha antivectorial de la provincia, la cadena de mando y directivos del sector, tienen sobre sus hombros la alta responsabilidad de bajar el índice de infestación de mosquito, principalmente en el municipio cabecera, que aporta más de 85 por ciento de la focalidad del territorio holguinero, hoy el único del país con trasmisión de dengue.
Las nueve áreas de salud de la ciudad están ahora con visitas de los operadores y tratamiento adulticida. A los holguineros nos corresponde abrir nuestras puertas para que los de la campaña fiscalicen y maten al intruso peligroso.