Multiplicador de esperanzas

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eloy verdecia 1Fotos: Carlos Rafael
 
Este lunes desde bien temprano en la mañana lo ocupaban cuatro capturas y una transferencia. Dicho así, sin ningún tipo de miramiento, por la muchacha de ojos verdes y uniforme blanco era la confirmación de lo complicado que sería llegar ese día hasta el doctor Eloy Verdecia Silva; sin embargo, decidimos esperar.

Frente al largo pasillo con puertas blancas a ambos lados del Centro de Reproducción Asistida del hospital universitario Vladimir Ilich Lenin estuvimos una, dos, casi tres horas con la vista fija hacia el final de aquel pasaje que nos pareció infinito por momentos.

Pues, si el día era de “capturas” y “transferencias” él debía aparecer, en algún instante por allí, donde está el salón de operaciones destinado a realizar esos procedimientos a las mujeres en tratamiento para lograr la deseada la concepción.

¡Ahí viene! Escuchamos exclamar a otras personas impacientes, que también aguardaban al hombre alto, canoso y con bata blanca larga en cuyo bolsillo izquierdo se podía leer su nombre y apellidos bordados con hilos de colores oscuros.

Pero, como la entrevista estaba concertada de antemano, no dilató más la espera para entre preguntas y respuestas revelarnos al profesional incansable con ansias perennes de aprender; al jefe de equipo competente que los subordinados siguen; al obstetra solícito y respetuoso; al buen hijo, padre y esposo, en fin, al especialista de Segundo grado en Ginecología y Obstetricia y Máster en Atención Integral a la Mujer, responsable del Programa de Atención a la Pareja Infértil del Territorio Oriental desde enero de 2008.
 
Sentados uno frente al otro en un local con ambiente agradable en esta época de intenso calor, el doctor recordó cómo al proponérsele esta novedosa misión emprendió la tarea de atención a parejas con problemas en la concepción, en una pequeña consulta con nada más que con un bolígrafo, la hoja de cargo, una mesa y escasas dos sillas, una para la paciente- el esposo quedaba de pie- y otra para él.
 
eloy verdecia centro

“La arrancada fue en pañales, como decimos en buen cubano- afirma seguro, pero empezamos y eso fue lo importante. Dábamos una consulta a la semana y entre guardias y otras responsabilidades en el servicio de la Maternidad del hospital, fuimos aprovechando el tiempo para prepararnos en esta especialidad, a partir de bibliografía que colegas nos enviaban en memoria flash y discos, folletos; así como iniciamos la búsqueda en el hospital y fuera de él de algunos equipos y medios necesarios, porque el Ministerio de Salud Pública ya manejaba la decisión de crear acá un Centro de Alta Complejidad”.
 
Así fue apareciendo la otra silla que faltaba, una lámpara, ultrasonidos de segunda y tercera mano hasta llegar a tener tres, que adaptó transductor para realizar el ultrasonido transvaginal a las pacientes, de esa manera transcurrió 2008, 2009, 2010 hasta que en 2011 lo mandan a buscar desde La Habana para recibir entrenamiento en el servicio de Fertilización In Vitro (FIV) del hospital Hermanos Ameijeiras por período de cuatro meses.

Para esa época ya él, con su pequeño equipo de apenas una laboratorista, la psicóloga, endocrino y secretaria, en un espacio más amplio ganado en el hospital, había empezado a recibir pacientes, clasificarlos y a lograr resultados en la inseminación artificial, a partir de contar con determinado equipamiento nuevo recibido en el Centro de baja complejidad.

Así llegó para Eloy el 12 de julio 2014, una fecha difícil de olvidar, porque fue la inauguración del Centro Territorial de Alta Complejidad, concebido para la atención de las parejas de la región oriental y de otras partes del país llegadas a la nueva, amplia y moderna instalación equipada con tecnología novedosa.

Asegura que “iniciamos ese año con 40 casos, pero ninguno fue positivo, lo cual no nos desanimó, todo lo contrario, sirvió para en el 2015 lograr el primer diagnóstico de gemelares a una mujer de Manzanillo; luego fueron siete más y así fuimos triplicando la cifra cada año hasta el 2017, cuando totalizamos 45, récord que dejamos atrás en julio último, por eso todos los embarazos de alta complejidad de los próximos meses nos aportarán un balance positivo en el número de gestantes de 2018 y lo mismo ha ocurrido con la baja complejidad, que nos ha permitido sumar 110 embarazos en esta etapa contra 109 en 2017”.

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Para él esos números son algo más que meras cifras, son posibilidades, sueños y esperanzas que han contribuido a materializar para llenar de alegría a decenas de familias; es por eso que cada diagnóstico positivo el equipo lo vive como un nuevo hijo que les llegará.

Y aunque parezca increíble y, como afirma sonriente el propio doctor: “en casa del herrero cuchillo de palo”, esos mismos anhelos cumplidos por cada uno de los que asisten a la consulta los experimentaron él y su pareja, como pacientes del Centro hace dos años, cuando le confirmaron el embarazo a la esposa tras la inseminación artificial.

Entre risa, porque le causa gracia su historia, comparte la experiencia vivida en carne propia: “Varios años de casados y no teníamos hijos, ya al quinto nos empezó a preocupar que ella no quedara embarazada. Dos cosas podían influir: mi edad, pasaba los 45 años en esos momentos o que ella tuviese trastornos en la ovulación. Fueron días de zozobra, expectativa, como los tienen todas las parejas que se someten a algunos de los tratamientos para concebir, pero luego de varias inseminaciones logramos a Brenda Beatriz, quien me tiene chocho”, reconoce mientras muestra del celular un rostro precioso de una niña de dos años.

Eloy aprovecha el momento para también enseñar su otro orgullo: el hijo mayor, que siguiendo sus pasos venció el primer año de la carrera de Medicina. En él se recuerda a sí mismo en sus tiempos de estudiante en la Universidad de Ciencias Médicas, después como especialista en Obstetricia en las montañas de Sagua de Tánamo y después en Mayarí, donde se apoderó de una serie de elementos que contribuyeron a su formación.

“El ritmo de trabajo era muy fuerte debido a la cantidad de partos diarios y como jefe del servicio de Obstetricia del hospital debía adoptar decisiones definitorias, por eso no dejo de reconocer que ese fue como el bautismo de fuego en mi desarrollo profesional”.

Sin embargo, otras muchas han sido las tareas cumplidas con total consagración desde la jefatura del salón de partos del Hospital Lenin, Obstetra del Grupo Materno Infantil de la provincia hasta la misión internacionalista en Haití, donde dejó su impronta por la pericia de sus manos en difíciles cesáreas realizadas y sufrir con cada paciente a la que debía entregar una lista de los medicamentos y recursos a comprar para poderla asistir en el salón.

Por eso y otros muchos detalles dejados de mencionar, Eloy Verdecia Silva es un profesional al que siempre he admirado y después de esta conversación, admiro aún más.
 
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