Si explota, el espumoso es bueno
- Por Abel Isaac Cruz Padilla
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¿Por qué surgió el vino? Porque los hombres necesitaban sentirse felices, en momentos en los que parecía imposible. Les era necesario salir de la triste y a veces miserable vida por unos momentos, hacerla más soportable, para luego seguir... Olvidar un poco la racionalidad o perderla por entero, hundirse en el placer, reírse sin sentido, ser feliz toda una tarde o una noche o una semana entera. Y perder la identidad y ponerse máscaras y ser alguien más interesante. Y que así surgiera el teatro.
Para eso existe el vino. O por lo menos, eso nos enseñaron los griegos antiguos, los padres de nuestro mundo occidental. Afirmaban que Dionisos les enseñó cómo elaborarlo y los visitaba durante las celebraciones, al final de las vendimias, para llevarlos al éxtasis y depurar las tristezas, porque no hay que esperar a tener razones para sentir alegría.
Además de los goces festivos, esta bebida también es útil para la digestión, fortalecer el sistema inmunológico, como antioxidante...
Tal vez por eso, Holguín cuenta con bodegas que están entre las mejores del país, en las cuales se fabrican casi todas las variedades: según el color de la uva, la cantidad de azúcar, el grado de alcohol, el método de elaboración…
El Club Bayado agrupa a los principales vinicultores de la provincia, quienes les aportan una calidad superior a los eventos socioculturales que distinguen la ciudad, como las Romerías de Mayo o la Fiesta de la Cultura Iberoamericana.
Para abrir esos espacios descorchan y riegan el espumoso; pero el brindis por la ciudad lo hacen con el de marañón, el vino insigne de Holguín, en honor a un río que nos representa y que una vez estuvo limpio.

“En la Fiesta Iberoamericana realizamos Festivales de Vino. Alzamos nuestras copas por la región, durante la inauguración del Centro Ibérico (Museo Provincial La Periquera), donde mantenemos la expoventa. Y en Bariay, hacemos un brindis de vino y casabe, por el encuentro entre las dos culturas, aborigen y española”, afirma Rosell Martínez, presidente del Club Bayado, coordinador nacional de los clubes y propietario de la bodega Marpe, una de las más destacadas del país.
Entre las principales que integran el Bayado, se encuentra Torres Aguilera, de Abilio; Aduanero, de Luis Alberto Bermúdez, uno de los vicepresidentes; y Vinos de Raquel, de Raquel López Durañona, la fundadora del Club Bayado.
Otra de las más notorias es la registrada como VC Ivette, con el eslogan Para tocar el cielo, propiedad de la M. Sc.Ivett Valentina Pupo, también vicepresidenta del Club.
Desde el 2005 es vinicultora y sostiene que, para mantener en aumento la calidad en cada nueva producción, durante muchos años ha estudiado el vino y los elementos relacionados con su elaboración. Afirma que a veces, cuando está cenando, a un lado tiene la copa, y del otro, un libro o material audiovisual sobre la bebida de Dionisos.
“Empecé a elaborarlo por mi cáncer de piel. Busqué literatura sobre el tratamiento de esta enfermedad y encontré que la uva era buena una vez se acaba la cosecha, y por consiguiente, el vino, porque en el proceso de fermentación, la fruta le transfiere todas sus propiedades”, dice.

En los últimos años, la bodega ha experimentado un aumento sostenido en la calidad y cantidad de la producción. Ivett ha invertido en la mejora de los instrumentos de fabricación; por eso, la bebida brilla con intensidad en la copa y los sedimentos quedan excluidos.
Los filtros modernos propician estas cualidades, mientras que las bombas de trasiego multiplicaron la rapidez de la elaboración. Antes, uno de sus obreros tardaba cuatro horas en elaborar dos tanques de la bebida; ahora, en solo 25 minutos termina uno.
También tiene equipos para moler las uvas y hacer el vino de prensa, del cual se extrae un jugo rico en alcoholes, con el cual elabora aguardiente, utilizando sus nuevos destiladores.
Las bodegas holguineras, en sentido general, suelen especializarse en un solo tipo de vino. “Sin embargo, me gusta tener una oferta más abarcadora: seco, semiseco, dulce, semidulce, blanco, rosado, tinto, vermuth y espumoso (soy la única que lo hace en cantidades suficientes para vender en Holguín). Me gusta que cuando alguien vaya a mi bodega, encuentre el tipo específico que le encanta”, dice Ivett.

Aunque en las circunstancias económicas actuales resulta muy difícil mantener esa variedad, la bodega no se detiene y siempre busca soluciones. Entre otras entidades, estableció colaboración con la UEB Turquino Holguín: ellos le vendían azúcar y envases y VC Ivette les vendía el vino.
El más vendido es Pasas Dulce, porque en Cuba existe una fuerte tradición de su consumo. No obstante,el que funciona mejor Para tocar el cielo, por su calidad y capacidad de provocar emociones positivas y también por lo que simboliza, es el espumoso.
No del que se le agregan burbujas a la botella y sabe bien, pero no tanto, ni tiene suficiente glamur; sino espumoso al estilo de los vinicultores de una tierra francesa llamada Champagne, que se convirtió en denominación de origen (sello de calidad debido a características exclusivas de una región) y en símbolo de la elegancia y el estatus mayor de una celebración; por ejemplo, cuando ganas el Mundial de Fútbol o el premio Oscar.
Ivett Valentina hizo su primer espumoso hace 12 años y desde entonces, empezó a conquistar premios. Ya acumula nueve medallas de oro en eventos nacionales, entre ellos, el primer lugar nacional en 2019.

El espumoso es fermentación de fermentación en botella. Necesita un tiempo mínimo de nueve meses. Después de que el vino blanco normal tiene las propiedades en un punto excelente, se le añade levadura y azúcar, se pone a fermentar en botellas lo suficientemente gruesas para que soporten la presión. Sin embargo, cuando el lote queda con calidad, bien espumoso, muchas botellas no soportan la presión y explotan… “Esta es una señal de que el trabajo va bien”, dice Ivett.