Neutralizar el “ganadicidio”
- Por Miguel David Bruzón Hernández / estudiante de periodismo
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Hace unos meses le robaron la yunta de bueyes del patio de su casa. Los había guardado en la corraleta con candado cuando se fue a dormir cerca de las 11 y 30 de la noche.
Cuenta Jorge Francisco Pupo Quevedo, campesino usufructuario de la CCS Eugenio González, del municipio de Holguín, que “la corraleta está ubicada frente a mi cuarto, yo siempre dejo la ventana abierta para, al más mínimo movimiento, tirarme; pero parece que ese día caí muerto a la cama, eran las 2 menos diez de la madrugada cuando desperté para revisar y vi la puerta del corral abierta…”
A Wilson Hernández, asociado a la misma CCS, pretendieron hacerlo pasar por la misma mala experiencia; afortunadamente pudo recuperar su yunta de bueyes gracias a la valentía de sus amigos, pero no estuvo conforme con el proceder de la PNR que “simplemente fue a llenar los papeles de la denuncia”, alegó.
“Hubo tiempos cuando los animales dormían en el potrero. Se podía descansar bien luego de trabajar la tierra el día entero, había patrulleros la noche entera en casi todo el barrio, pero cuando fueron eliminando las postas, el delincuente dijo aquí estoy yo”, comentó Jorge.
Similares pueden ser las historias de muchos tenedores de ganado en la provincia, afectados por el delito de hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor, convertido en un azote para nuestros campos, que trae en jaque tanto a campesinos como a autoridades policiales. A pesar del alto nivel de enfrentamiento y las acciones de prevención de la PNR de conjunto con la Agricultura y la Anap, fundamentalmente, no se consigue neutralizar su ocurrencia.

Entre los cooperativistas de la “Eugenio González” prima el criterio de que es complejo conformar las patrullas campesinas, cada día son menos los productores, la mayoría sobrepasa los 60 años y no es efectivo el modo cómo funcionan allí estas patrullas.
No obstante, añoran los tiempos de la operación Tauro, cuando conformaban los destacamentos campesinos para contener este delito. En cada CCS existían varias patrullas campesinas, las cuales hacían recorridos nocturnos, esto frenaba un poco la agresión, por lo que sería fructífero retomar la experiencia.
Para Jorge, el trabajo en el campo es su vida, pero hay razones que lo desmotivan; como los casos de hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor, en ocasiones sin esclarecimiento.
Causas, impacto y otros demonios
En los últimos años, los hechos contra el ganado mayor han aumentado. Las causas que incentivan su ocurrencia se relacionan con las condiciones económicas-financieras que atraviesa el país, con incidencia en la baja disponibilidad de alimentos, lo cual propicia la aceptación por parte de la población de la compra-venta de las carnes resultado del sacrificio en el mercado ilegal.
Con menor incidencia, aparece la inconformidad del campesino con el precio a que se comercializa el animal por el Estado. Para algunos, el negocio clandestino resulta más lucrativo, de ahí que se cometan fechorías, como la simulación de delito, sin obviar que hay propietarios responsables y celosos veladores de sus animales, pero también despreocupados.

El hurto y sacrificio ilegal tiene un impacto considerable en el decrecimiento de la masa ganadera y, por tanto, en la economía del país y la vida del campesino. Al respecto, Ramón Ortiz, jefe del departamento de Genética Animal y Pecuario, comentó cómo atenta contra la seguridad alimentaria y la soberanía del país, pues incide en la disminución de la producción y suministro de carne y leche para niños, centros hospitalarios, dietas médicas…
Influye también en la reducción del rendimiento agrícola por la merma de medios de tracción animal; para el campesino perder un ejemplar es, en no pocos casos, quedar sin el principal sustento económico y sin fuerza de trabajo.
Estadísticas alarmantes
“La provincia de Holguín cerró 2022 con más de 4 mil 500 cabezas perdidas por hurto y sacrificio, y en lo que va de 2023 la cifra supera las 7 mil 400. En el decrecimiento de la masa determinan también las muertes por accidentes, malas condiciones del terreno para pastoreo, entregas a la industria y el sacrificio autorizado”, explicó el especialista.
“Lo alarmante –argumentó Ortiz- es que contábamos con un total de 307 mil 053 cabezas, de estas causaron baja 38 mil 319; el 19 por ciento por hurto y sacrificio ilegal, y el 52 por ciento por muertes”.
La delegación de la Agricultura, la Anap y el Minint desarrollan acciones conjuntas e independientes para controlar este delito, convertido también en desestimulo para los ganaderos, como el conteo sistemático de animales, a través de los cuales detectan violaciones registrales y de procedimientos.

Según explican las fuentes, los resultados de las investigaciones y controles muestran vulnerabilidades que persisten en el control de la masa en el sector estatal y privado, al detectarse compra-ventas ilícitas, traslados sin autorizo, pérdidas o faltantes, pastoreos ilegales y desprotección del ganado y las áreas de crías.
Igualmente, se detectan brechas en el Registro Pecuario, como la no comprobación física sistemática de los animales, lo cual posibilita que algunos productores no los marquen, los sacrifiquen y durante los conteos los suplanten por ejemplares prestados.
Los efectos de estos hechos son “virales”, por la cadena de personas involucradas y por otros delitos asociados, dígase hurto, robo con fuerza, receptación y hasta amenazas, otra razón por la cuales imprescindible actuar con rigor ante estos hechos.
Dada la trascendencia nociva que ha generado esta tipicidad, los organismos judiciales incrementan su rigurosidad. Hasta octubre de este año, el Tribunal Provincial radicó 133 expedientes de fase preparatoria, el 85 por ciento implican privación de libertad y sanciones alternativas.
A pesar de las acciones, el delito persiste. Neutralizarlo, dadas las circunstancias actuales, siempre será un desafío no imposible. Organizar las milicias campesinas donde no las hay y sostener el funcionamiento de las existentes, así como trabajar siempre por el esclarecimiento de los hechos, serían remedios contundentes para neutralizar el “ganadicidio”.
Fructífero resultaría divulgar los resultados de operativos y sentencias firmes contra quienes incurren en estas faltas, como mecanismo válido para desmontar la falsa estela de impunidad que estimula al trasgresor y desilusiona al campesino. Así, otros gallos cantarán en nuestros campos.