De Makarenko a Doctor Honoris Causa
- Por Yanela Ruiz González
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Del muchacho que salió con 11 años de edad, en un vagón de cañas, del municipio de Cueto para formarse como maestro primario en el instituto “Makarenko”, pasando por sus experiencias como profesor y director de secundaria básica en instituciones educativas de su tierra natal y del municipio de Mayarí, hasta el prestigioso profesor Emérito y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Holguín, siempre habrá cuartillas por llenar, pues disímiles han sido sus aportes, muchos de ellos dedicados a este espacio de la academia universitaria, en el que confiesa haber crecido y hace crecer a otros.
Precisamemte sobre esta condición especial que le concediera la casa de altos estudios holguinera a sus extraordinarios méritos, en los primeros meses del presente año, parafraseando a Martí refirió: “Yo no trabajo por mi fama, puesto que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
“Asumo como un reconocimiento, más que a mí, a la colosal obra educacional de la Revolución cubana, que me ofreció la posibilidad de crecer y desarrollarme como ser humano y profesional y, paralelamente, me concedió el privilegio de contribuir en su construcción como un protagonista activo, que cada vez se fue comprometiendo más con ella”, afirmó.
Desprendido de toda vanidad que a veces se agencian ciertos títulos, el septuagenario Valiente Sandó, desde el cómodo balance de la sala de su casa, reveló, con la prestancia, pedagogía y elocuencia que le asisten, pero sobre todo, con la humildad de un servidor, cómo fue su desempeño, cuyo inicio lo ubica con 16 años de edad en el intrincado lomerío de Arroyo Seco, (actualmente perteneciente al municipio de Mayarí), donde comenzó a materializar sus dotes de maestro primario en el cumplimiento de su servicio social.
Un lugar bien intrincado. Trabajaba durante siete semanas y a la siguiente podía visitar a mi familia. Pude optar por otra carrera, pero a mí me agradaba ser maestro. Siempre me gustó. Lo descubrí en la exposición que hice sobre la invasión a occidente en una clase de Historia con el maestro Dr. Antonio Guach Cáceres, en mi escuela primaria de Cueto, y luego en la interacción con mis compañeros en los equipos de estudio. Era lo que quería hacer de alguna manera. Así empezó a forjarse mi vocación.
“Como dijo José de la Luz y Caballero esta es una profesión que siempre requiere de un entusiasmo, que no es más que el compromiso, la motivación, el interés y la consagración que hace falta para ser maestro.Todavía tengo el entusiasmo”, afirmó con una sonrisa, que denota plenitud y disfrute en lo que hace.
Bien lo sabe su esposa Esther, la compañera de hace más de 30 años que ha vivido junto a él esa pasión desmedida, que lo lleva a permanecer, la mayor parte del tiempo, en su cuarto de estudio, frente a la computadora y muy cerca de su estante de libros, donde crea y produce, y da riendas sueltas al investigador científico, al tutor de tantos doctorandos, que ya son como su propia familia, pues se entrega en cuerpo y alma, durante horas, a su guía y orientación, lo que exige, al decir de él, su propio estudio en los temas.
Allí tiene pues, digamos su templo, el mágico sitio en el que despliega todo ese caudal de sapiencia que se ha materializado en 49 artículos cietíficos publicados en 11 reconocidas revistas nacionales y extranjeras, 12 libros como autor y coautor, tutorías a disímiles tesis de maestría y doctorados, además de su participación en comisiones de grado científico, de la Junta de Acreditación Nacional, tribunales y proyectos de investigación, así como premios provinciales de la Academia de Ciencias y un sinnúmero de reconocimientos, medallas y distinciones, que avalan toda su trayectoria.
Para quien atesora 55 años de labor en la Educación cubana, con la experiencia de una década en su tránsito por la enseñanza general, el haber sido uno de los favorecidos con los escenarios de preparación para docentes resultantes del primer perfeccionamiento de la Educación cubana, fue el impulso para alcanzar metas superiores.
“De la mano de la Doctora Divina Miranda llegué en el año 1979 al pedagógico holguinero, no ya solo como el estudiante de quinto año de la carrera profesoral de Historia, sino como docente para trabajar con los estudiantes del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech.
“Esta fue mi entrada a la Educación Superior, donde comencé a dar pasos de más envergadura, pues aquí tuve la posibilidad de ocupar diferentes responsabilidades, como director de unidad docente, vicerrector primero y rector durante siete años con apenas 33 años de edad y en lo sucesivo fue cada vez más sólida la carrera, a la par que ocurrían transformaciones en planes de estudio y ocupaciones. El pedagógico llegó a tener 18 mil estudiantes, y logró un prestigio importante, a partir también del desarrollo de la formación doctoral.
“Por ese mismo vínculo con el sector educacional asumí la tarea de la subdirección provincial durante tres años, a su término retorné a mi casa de altos estudios, para desarrollar otras labores relacionadas con la dirección científico-educacional y la preparación de la reserva especial pedagógica”, explica.
Fue así el comienzo en otro ámbito en la academia, que luego se encaminó al trabajo con el postgrado, al que le ha consagrado la mayor parte de su carrera y vida.
“En el 2015 con la integración pasamos a ser la Universidad de Holguín, y paso a formar parte del Centro de estudio de Gestión organizacional que surge con esta unión, para desarrollar cinco líneas de investigación, una de ellas la gestión de la organización escolar, de la cual soy su coordinador, actualmente con 50 doctorandos.
En este escenario muchísimos son los aportes del profe Valiente, que además como integrante del Consejo Técnico Asesor del Mined, tiene la misión de darle seguimiento al perfeccionamiento educativo en la implementación de las nuevas formas de trabajo de la escuela relacionadas con el proyecto educativo institucional y de grupo, el currículo institucional y el trabajo en red.
Sobre estos temas puedes pasar muchas horas debatiendo y conversando, tanto de los objetivos como de los proyectos que lo implican. De cada tópico, Valiente hace una exposición exquisita, como si fuera una tesis de maestría. Tiene el don de atrapar con cada palabra, no por gusto ha sido invitado a impartir conferencias en varios escenarios, incluso internacionales.
Pero él mismo resume su fecunda obra en tres ejes fundamentales que tienen que ver con la tarea como cuadro educacional, la misión en la formación de directivos educacionales, y en la investigación sobre dirección de instituciones educativas y la labor pedagógica y directiva en la formación doctoral. Entonces solo queda preguntar al profe por las satisfacciones de estas más de cinco décadas de trabajo, a lo que responde:
“Haber aportado y contribuido con la mayor honestidad posible, sin pensar en mucha recompensa, con la mayor humildad del mundo y sin esperar que me den nada. Siempre he trabajado porque me gusta y como dijo Luz y Caballero, es obra de inspiración, sacerdocio, mansedumbre, carácter, templanza, flexibilidad…es lo que me ha gustado hacer siempre y me da mucha satisfacción”.
Comentarios
Muchas Felicidades al Profe Valiente y gracias a usted por dedicar un atesorado espacio a la obra de tan valioso recurso humano y profesional de la Educación.
Magnífico trabajo periodístico.
Felicidades.
Gracias.
Gonzalo Rubio Mejías.