Huellas de la Crisis de Octubre
- Por Jorge Fernández / Estudiante de Periodismo
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Hace 60 años, entre los días 22 y 28 de octubre de 1962, el mundo fue testigo de un conflicto, calificado por especialistas en relaciones internacionales como el incidente más peligroso por el que ha atravesado Cuba, y que las páginas de la historia recuerdan como la Crisis de Octubre o de los misiles.
El hecho se produjo en un momento tenso de la Guerra Fría y estuvo a punto de desencadenar un enfrentamiento nuclear a raíz de la pugna entre dos potencias globales con viejas discrepancias y rencores arraigados, Estados Unidos y la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Al norte de la provincia Holguín, ocurrió la única acción combativa durante la Crisis de Octubre: el derribo del avión U-2. El recuerdo de ese hecho aún permanece imborrable, pues significó un punto crucial para el desenlace del conflicto.
Antecedentes de la Crisis
A tres años del triunfo de la Revolución, los intentos de Estados Unidos para derrocar al gobierno cubano eran constantes y a finales de 1961 iniciaron la Operación Mangosta, que comprendió diferentes ataques y acciones terroristas. Sin embargo, al comprobar la resistencia de los nacidos en la isla, asesores norteamericanos congeniaron darle un curso más violento al plan.
Imagen aérea del material bélico soviético en el Puerto del Mariel.
En ese contexto, y a partir de las tensas relaciones que mantenían con la Casa Blanca, representantes de la URSS consideraron que Cuba no sería capaz de soportar una agresión militar directa de una nación tan poderosa, y propusieron la instalación en la isla de un contingente con cohetes nucleares de alcance medio para, de ser necesario, defender la integridad del archipiélago.
“Desde el punto de vista del derecho internacional, a Cuba le asistía la razón. Para un país pequeño, subdesarrollado y agredido constantemente por el gobierno estadounidense era totalmente legítimo instalar armamento para garantizar la defensa de su soberanía. Es muy importante resaltar que el objetivo fundamental era la persuasión”, explica Paul Sarmiento Blanco, profesor de Historia de la Universidad de Holguín.
El gobierno cubano solicitaba hacer público el acuerdo, pero la parte soviética insistió en mantenerlo secreto por cuestiones de seguridad. Sin embargo, el 14 de octubre de 1962 un avión espía estadounidense sobrevoló nuestro país y tomó 928 fotos que confirmaban la presencia de cohetes nucleares. El día 22 se decretó el bloqueo naval a la isla, momento que marcó el inicio de la Crisis de Octubre.
Sábado negro en Holguín
A partir de ese instante, los cubanos vivieron jornadas de gran tensión, pero varios testimonios confirman que la mañana del 27 de octubre la zona norte de la provincia Holguín, a pesar de los nublados, se mostraba tranquila.
De repente, el operador de guardia en el radar soviético P-35 detectó la señal de un avión U-2, comandado por el piloto Rudolf Anderson Jr., que se encontraba a unos 20 km de altura, luego de sobrevolar la parte norte de la isla.
Grupos de otras regiones de Cuba solicitaron permiso para proceder al derribo, pero la orden no les llegó en su momento. El mayor Iván Minovich Guershenov, subordinado al regimiento de Potosí, Las Tunas, y jefe del grupo antiaéreo de Banes en el caserío La Anita, pidió sin éxito la autorización para derribar el U-2 y reiteró su solicitud al percibir que el avión se encontraba a 50 kilómetros de su zona de responsabilidad, pero tampoco recibió respuesta.
Las acciones se precipitaron: ante el aumento de la cercanía y el riesgo inminente de que el U-2 abandonara el país, el jefe del grupo banense dio la orden y el avión fue impactado por dos cohetes. Sus restos se dispersaron por los municipios Banes, Antilla y Mayarí.
Restos del U-2 derribado sobre suelo holguinero durante el conflicto.
“Cuando salí de la guardia ese día y caminé por la arena de la playa Baracutey, en la península El Ramón, sentí un gran ruido sobre mi cabeza. Un rato después supe el motivo de ese estruendo”, rememora el Coronel (R) Óscar A. Larralde Otero, quien se encontraba muy cerca del lugar donde ocurrió el hecho.
Diferentes versiones aseguran que las comunicaciones fallaron, lo que provocó la demora de la autorización, o que la orden del mando superior llegó simultáneamente cuando el U-2 caía en pedazos, a las 10:17 horas del 27 de octubre de 1962, en una jornada conocida como el sábado negro.
“Se sintió una detonación muy grande y todo el mundo se alarmó. La población se movilizó enseguida, de conjunto con el ejército. Yo y otros compañeros recibimos el cuerpo sin vida de Anderson Jr., en el hospital del central Nicaragua”, recuerda Abel Tarragó López, quien se desempeñaba como enfermero en aquella instalación banense.
A raíz de esa acción Estados Unidos lanzó un ultimátum: si los cohetes no eran retirados en los primeros días de la semana siguiente, iniciarían las acciones combativas.
Problema de tres, solución de dos
John F. Kennedy, Fidel Castro y Nikita Jruschov, protagonistas esenciales de los sucesos de la Crisis de Octubre.
Nikita Serguéievich Jruschov, por la parte soviética, y John F. Kennedy, en representación de los norteamericanos, iniciaron las negociaciones para resolver lo antes posible aquella situación y se acordó, entre otros aspectos, que se retirarían los misiles nucleares de Cuba si la nación norteña se comprometía formalmente a no realizar, ni apoyar, una invasión a la isla.
El día 28 de octubre se concretó dicha negociación entre ambas potencias, eso sí, a espaldas de los cubanos. Fidel Castro manifestó la inconformidad del pueblo ante “la promesa” del país vecino como única garantía y propuso cinco puntos con el objetivo de garantizar que se respetara el derecho a la autodeterminación y a la soberanía de nuestro país. Es evidente que Estados Unidos hizo oídos sordos ante aquellas demandas.
Recordar la historia
Obelisco en el sitio donde estuvo el emplazamiento coheteril que derribó el avión espía norteamericano U-2, en el poblado de La Anita, municipio de Banes. Foto: Juan Pablo Carreras
Hoy en la comunidad la Anita hay un recordatorio que sitúa a los que pasan por allí en el sitio donde estaba ubicado el grupo coheteril que ejecutó el derribo del U-2. En Veguita 3, lugar donde cayeron fragmentos del avión y ubicado también en Banes, había dos pequeñas tarjas que han sido víctima del paso de los años.
“Hay que conocer esa parte de la historia, llena de figuras que se destacaron tanto pública como anónimamente. Muchos de ellos todavía caminan por las calles de Holguín y Cuba, sin que la mayoría conozca que fueron testigos presenciales de aquellas jornadas”, asegura Larralde Otero.
Cuando suman seis décadas de aquellos luminosos y tristes días de la Crisis de Octubre, según los definió Che, debemos reafirmar el hecho de que la seguridad y soberanía de nuestro país depende, en primer lugar, del compromiso y la unidad de sus hijos como principal arma para su defensa.
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