Sin temor a vivir

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La conocí en la sede de la Asociación de Limitados Físcos Motores (ACLIFIM) en el Banes entre documentos, escuchando a Marco Antonio Solís y tarareando algún que otro estribillo.

Así me dio la bienvenida María de los Ángeles Pérez Barceló, vicepresidenta de Cultura y Educación en esta asociación. Con la alegría que la carateriza, accedió a confesarme algunos de sus secretos mejor guardados, así como lo que hace diariamente para enfrentarse a su discapacidad y a vivir, según ella, “sin tenerle miedo a la vida”.

Fui conociendo entonces la historia de María, que según refieren sus amigos, hace gala de su nombre porque es un ángel caído del cielo. “Tengo 48 años, soy discapacitada desde 1991 debido a una operación de escápula ósea. Mis primeros días así fueron difíciles porque solo tenía 20 años y sufría de un trauma psicológico que no quería que las persona se acercaran a mí. Fue una etapa de mi vida bastante complicada y me alegro de que pasara. En esa época estaba casada y a mi esposo le debo mucho mi recuperación porque él me ayudo y apoyó bastante integrándome poco a poco a la sociedad”.

María de los Ángeles es de esas personas que te permite adentrarte en su vida y recorrer junto a ella por sus recuerdos, porque a la conversación se le van uniendo toda una mezcla de sentimientos y emociones que estuvieron por mucho tiempo guardadas en su corazón. Así es cuando comenta sobre su principal inspiración, lo que le da fuerzas para levantarse cada mañana.

“Mi hijo Yónatan es mi príncipe, lo que más quiero en la vida, y cuando nació yo crecí como persona y como mujer. Él cambió mi entorno, fui más fuerte porque he tenido que ser mamá y también papá para mi hijo, tuve que encontrar mucha fuerza y también luchar contra mi discapacidad, porque así lo dormía, lo cargaba y le daba la comida, así realizaba todas las acciones que comunmente hacemos las madres”.

Cuando refiere a su labor en la Aclifim, sus mirada resplandece porque se siente orgullosa de lo que ha hecho allí.
 
“Comencé en esta organización dos años después de mi operación. A partir de este momento mi vida dio otra vuelta, siempre colaboré ayudando con la documentación, pero mi trabajo inició en el 2012, cuando asumí la vicepresidencia de Cultura y Educación y es aquí donde considero que aporto mi granito de arena a la sociedad porque atiendo a los niños de nuestra asociación que hoy se encuentran en la etapa escolar, apoyándolos en sus estudios, trabajando con la familia y teniendo presente siempre las palabras de nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro, cuando expresó: estoy absolutamente seguro que ustedes serán felices como cualquier miembro de la sociedad y que un día la palabra discapacidad desaparecerá”.

María de los Ángeles Pérez Barceló es una mujer que hace realidad sus sueños, que no le teme a la vida, y, sobre todo, que demuestra cada día que la discapacidad no constituye una barrera.

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