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Accidentes

accidentes niños
Durante el pasado fin de semana un nuevo episodio doméstico con un menor de protagonista conmocionaba y ponía en vilo a muchos holguineros y, sobre todo, a los especialistas, que primero lo atendieron en Cueto y luego al equipo multidisciplinario del hospital Pediátrico, que, con todo éxito, extrajo un clavo alojado en pulmón derecho del niño, quien había tragado ese objeto accidentalmente.


Hoy ya el pequeño de tres años de edad está fuera de peligro y la historia tuvo un final feliz; sin embargo, como nos comentaba una experimentada doctora, no puede olvidarse que “cuando un chico broncoaspira un cuerpo extraño por accidente, ya es una batalla perdida; un hecho que siempre puede evitarse con la adecuada precaución y vigilancia permanente en los pequeños. Sin contar que, a pesar de una actuación adecuada por el personal de Salud, pueden sobrevenir en el trans y el postoperatorio graves complicaciones obstructivas y anestésicas”.

Lamentablemente, el hecho del sábado 4 de marzo no es un acontecimiento aislado. Por ejemplo, solo en 2023, por causas similares, especialistas en Otorrinolaringología y Anestesiología del “Octavio de la Concepción de la Pedraja” han atendido de urgencia a otros dos casos-uno por mes-, el primero fue por un grano de maíz, en enero; el segundo un frijol, en febrero y ahora un clavo.

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A estos profesionales se suman los de otras especialidades o servicios que de manera cotidiana, por lo regular, reciben pacientes desde pocos meses de nacidos hasta ya mayorcitos, por broncoaspiración de un cuerpo extraño, ingestión de productos tóxicos, caídas de cunas, camas, coches, placas hasta de lugares a veces inexplicables; quemaduras y víctimas de otros tantos accidentes infantiles que suelen ocurrir en el hogar, en el entorno familiar y también en la calle, escuela y otros sitios, como ríos, playas o piscinas.

Por lo general, los accidentes infantiles están relacionados con la edad del niño. Los más comunes en el primer año de vida están conectados con los atragantamientos; aunque también ocupan lugar preponderante los incidentes en cunas, quemaduras, colecho y las caídas.

Después de los tres años, casi siempre esos sucesos se relacionan con la intoxicación por ingestión de productos de limpieza; tintes de pelo, combustibles, medicamentos y otras sustancias dejadas al alcance de estos menores, cuya avidez por conocer y explorar unido al poder de andar por sí solos y habilidad alcanzada en su manitas los lleva hasta los lugares menos insospechados y a “probar” todo lo que encuentren a su paso.

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Aunque también la curiosidad por buscar y descubrir aparejado a su inocencia los conduce a introducir sus deditos en enchufes de la casa, manipular botones del fogón, coger planchas eléctricas, entrar a tinas donde hay agua almacenada y muchos otros sitios potencialmente peligrosos para su edad e inexperiencia, por lo cual siempre resultará poco todo cuidado y prevención que tengamos alrededor de los niños, tanto en casa como fuera del seno familiar.

Sin embargo, con mínimos y sencillos detalles mamá, papá, abuela y demás miembros del núcleo familiar pueden proteger, tener a salvo a los infantes de riesgos, que pueden provocar más allá de un buen susto, discapacidades hasta la muerte.

Por ejemplo, el otro día una colega para tener a bien resguardo a su niña de un posible contacto con la electricidad solicitaba el plástico que cubre los paquetes de las toallitas húmedas para revestir los tomacorrientes de la casa; otra recolectaba pomos de crema suavizante vacíos para echar botones, tuercas, alfileres y otros objetos que el niño pudiera llevarse a la boca y las dos embarazadas del colectivo buscaban la manera de forrar el interior de las cunas, para cuando nacieran sus bebés no existiera el riesgo de que una vez más grandecitos entraran sus cabecitas entre los barrotes o los hermanitos pudieran llegar hasta ellos sin la vigilancia de una persona mayor.

Aunque, aclarar, que no es solo con los más chicos con los cuales la familia debe extremar las medidas de cuidado, pues no son pocos los accidentes entre otros grupos contemplados en edad pediátrica (hasta 18 años), algunas veces por el exceso de confianza de padres, que los dejan realizar actividades inapropiadas o prohibidas para ellos, como ingerir bebidas alcohólicas, fumar, manejar vehículos y motorinas eléctricas; bañarse en ríos y practicar otras actividades sin la supervisión de un mayor.

Recordar siempre, como asegura un viejo eslogan, que “los accidentes no son siempre tan accidentales ni tan imprevisibles”. 


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