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Hipócritas de sentimientos

“Todos los regalos los quiero, ahora, que respiro, porque muerto, ya no los necesito”, dice una vieja máxima, nacida por la costumbre de ofrecer al fallecido todos los cuidados, mientras cuando vivía sufrió la mayor desatención.

Son hasta risibles esos hijos, cargados de flores para el cementerio y, cuando tenían la responsabilidad de ocuparse de papá o mamá, no lo hicieron, incluso fue motivo de divergencia entre hermanos.

Conocí a una señora que nunca gastó un centavo, para comprarle alimentos a su viejo padre y ahora, adquiere un ramo a alto precio para ponerlo en su tumba. Más que obsequios materiales importantes son los espirituales: un mimo, un cariño, buen trato, respeto, complacencia, amabilidad y ternura.

Hay quienes piensan que ponerle al familiar un plato de comida sobre la mesa es suficiente. La soledad los mata poco a poco.

Actuar con hipocresía es lo común en historias como estas, en la cual puede venir del deseo de esconder, de los demás, motivos reales o sentimientos. Es la inconsistencia entre aquello que se defiende y lo hecho, entre lo sentido y lo dicho.
En otras palabras, es la actitud de fingir determinadas ideas, sentimientos o cualidades que son absolutamente contrarias a las que en realidad se sienten, tienen o piensan.

Es de doble moral hacerse, ahora, los preocupados y, cuando tenían la obligación de serlo, no lo hicieron.
Critican las actitudes que antes no tuvieron y son personas obligadas a defender situaciones o ideas no coincidentes con los valores siempre defendidos.

Se les denominan, en la jerga popular, “mercenarios” por esto, precisamente, de fingir u ocultar sus verdaderos pensamientos, opiniones o conductas.

Ante esta situación, este tipo de “hipócritas” suelen experimentar una presión psicológica muy grande, precisamente, porque esa manera de comportamiento no está dentro de sus deseos y debe comportarse así para mantener, aunque no lo logre, la valoración positiva de sus vecinos.

Siempre, en las mentes de quienes los conocieron de cerca están sus actuaciones y nefastos procederes.

Satisface ver rendir homenajes póstumos a sus seres queridos quien, en vida, lo dio todo, con total amor.
Dijo Abraham Lincoln. “Hipócrita: el hombre que asesinó a sus padres y pidió clemencia con el argumento de que era un huérfano.”

Charles F. Glassman: Prefiero rodearme de personas que revelan su imperfección, en lugar de personas que falsifican su perfección.
 
 
 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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