Sencillo

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Existe en el léxico holguinero un término cuya semántica peculiar, según mi comprobación empírica, compartimos con los granmenses y tuneros, aunque no con los habitantes de otras provincias de Cuba u otras regiones del mundo donde se habla Español.

El adjetivo en cuestión significa “que está formado por un solo elemento, y no compuesto de varios”, o “que presenta pocas dificultades o complicaciones”. Es sinónimo de fácil, llano, natural, sincero, franco, veraz, afable, cándido, simple, ingenuo… Sin embargo, aunque también se utiliza con tales significados normalmente, su uso popular peyorativo difiere de tales connotaciones.

Recuerdo que, de pequeño, me trajo gran confusión esa palabra al estudiar la valiosa producción literaria de José Martí, en la escuela primaria. Apenas sabía leer y escribir cuando aprendí, a cuenta de mi buena memoria de entonces, el luctuoso poema “Los dos príncipes”, que sería pieza clave en el repertorio de pionerito recitador, en perenne duelo con mi timidez natural.

No obstante, cuál no sería mi sorpresa al descubrir que el Apóstol había escrito versos sencillos. Porque en mi “variante local popular del Castellano”, como dirían mis amigos lingüistas, la palabra “sencillo” poseía un significado despectivo y hasta insultante. No pocas veces había escuchado a mis parientes, vecinos o condiscípulos referirse a alguna persona endilgándole ese adjetivo de manera desdeñosa.

Aunque ha disminuido su empleo, por estas tierras todavía se utiliza el término. Si una persona es melindrosa para comer, se le tilda de sencilla. Si otra resulta remilgada para vestir, recibe el mismo tratamiento. El que exagera sus hábitos higiénicos, padece exóticas dolencias, extrema las prevenciones en el cuidado de los niños, es demasiado metódico en sus rutinas domésticas o alardea de su erudición, religiosidad, relaciones o sofisticación, invariablemente es tenido por “sencillo”.

Igual suerte corren quienes intentan llamar la atención pública con su afectación, extravagancia o esnobismo. Que alguien utilice cultismos o jerga académica en medio de una reunión familiar o en un círculo donde es evidente que no se le comprenderá -y quizás tal es la causa de su pedantería-, es un síntoma inequívoco de “sencillera”. Y, en muchos casos, se le hace saber del rechazo que produce su exceso. Una aclaración, así como la “sencillez” califica la cualidad de sencillo; la “sencillera” engloba todos estos modos y prácticas.

Recuerdo mi azoro cuando algún conocido me interpelaba públicamente en inglés o francés, atrayendo sobre nosotros la curiosidad colectiva… Cuánto placer experimentaba esa persona al exhibir sus conocimientos de idiomas ante la multitud presuntamente ignorante, pero cuánto embarazo sentía el autor de estas líneas, consciente de que, como escribió Saulo de Tarso referido a otro contexto, hablar lenguas sin traducción, no edifica.

No hace tanto, en un transporte público, escuché a una madre joven reclamar así a su pequeña: “¡Oh, Yénifer Yaumara, no te toques esa petequia; te pondré tripleantibiótico cuando lleguemos a casa!”. Mientras la niña abandonaba de mala gana el rascado de su ñáñara y algunas personas se preguntaban qué rayos es una petequia o rumiaban su desdicha por no tener en casa el supermegaultrasofisticado triple-A, mi mente chilló: ¡Sencilla!

A veces, se utiliza de modo jovial, cordial, afable, para mostrarle al interlocutor, con condescendencia, que sus miedos no tienen razón de ser, que sus remilgos son innecesarios, que los problemas se resolverán, que tiene amigos para ayudarle, familia para comprenderle y una vida hermosa por vivir.

Sensiblería más que sensibilidad, pedantería más que cultura, complicación y no complejidad, critica este regionalismo, cuyo uso resulta una curiosidad lingüística. Lo veo como la reacción del hombre sencillo -en su sentido llano- ante lo falso, impostado, aparente, simulado o artificial. Humildad, modestia, discreción, prudencia, naturalidad deben adornar al ser humano y devienen escudo y coraza ante la impenitente “sencillera”.
 

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Comentarios  

# YHG 11-03-2020 06:33
Sencillamente magnífico! Gracias Rubén por recordarnos lo esencial.
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# OpianoL 12-03-2020 13:18
Hacía tiempo que no tenía el placer de leer un libro que me atrapara desde su primera página con su prosa entretenida y magistral escritura y eso me ocurrió con: Los amores eternos duran solo el verano, del autor de este artículo. Le recomiendo a todos los lectores ávidos de buena literatura lo busquen en las ferias provinciales del libro.
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