Un eslabón perdido en la agricultura
- Por Flabio Gutiérrez Delgado
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Resulta llamativo que el municipio de Sagua de Tánamo, uno de los mayores productores agrícolas de la provincia, solo acopie el 28 por ciento de la producción de sus cosechas, según se dio a conocer en la asamblea de balance de la Anap, que se desarrolló en ese territorio.
Es decir, que el resto de los productos van a parar, es verdad, a las manos del pueblo, pero luego de varios filtros que provocan un incremento de los precios y un poder centralizado en la comercialización, que muchas veces conllevan al desabastecimiento y el malestar de la población.
Ante tal situación, que se multiplica en todos los municipios, surgen algunas interrogantes: ¿Quién controla las producciones de los campesinos y las cooperativas? ¿Con qué frecuencia supervisan el trabajo, que se realiza en el campo? ¿Qué sucede con los infractores?
Desde la antigüedad la agricultura ha sido una fuente de desarrollo para cualquier país, y por ello cuando triunfa la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz potencia este sector, integrado fundamentalmente por personas nobles y humildes.
Hoy, cuando el mayor imperio que ha existido se empeña en ahogarnos con sucesivas restricciones y tratan de humillar a nuestro aguerrido pueblo, no podemos darnos el lujo de equivocarnos, porque estaríamos contribuyendo a recrudecer aun más el cerco económico, financiero y comercial, que nos imponen desde el norte.
La máxima dirección del país nos ha convocado a producir más cada día para disminuir las importaciones, pero, sobre todo, trabajar con el objetivo de beneficiar al pueblo, a través de las producciones nacionales, que transiten por el camino planificado, o sea, que lleguen a la clase obrera de forma ordenada y a precio moderado.
Si un campesino posee una hectárea de tierra en usufructo o no y en la misma siembra una determinada cantidad de maíz, cómo es posible que la mayor parte de esa cosecha vaya a parar a manos de cuentapropistas “autorizados” a comercializar estos productos.
Es conocido que los “particulares” pagan el fruto de las producciones más caro que Acopio, pero si los campesinos tienen un compromiso con el Estado cubano mediante sus formas productivas que los representan jurídicamente, no pueden existir paños tibios con los incumplimientos, que luego se revierten en acaparamientos y escasez.
Si usted compara las viandas que se comercializan en un mercado estatal con las que traen los “carretilleros” en sus “vehículos mágicos”, entonces se percata de por qué la calidad de sus productos supera a los de la placitas y es que al pagárselos a sobre precio a los hombres del campo, su estado de conservación tiene que ser mejor.
Los tiempos convulsos que vivimos nos exigen diseñar bien las estrategias, para ubicar los recursos y las fuerzas técnicas en el lugar y el momento adecuados, con el fin de sacar provechos con la menor cantidad de gastos y tiempo, este último aspecto muchas veces subvalorado.
Si la disponibilidad de implementos necesarios para desarrollar la agricultura no son suficientes, entonces se debe buscar la forma de llevarlos a los productores más eficientes, para que los resultados tengan mayor impacto y no existan las frecuentes pérdidas, que laceran la sacrificada labor agrícola.
No puede suceder que un productor pacte una mercancía con Acopio y luego esta diga que no tiene transporte para buscar la producción o viceversa, que el productor no cumpla su compromiso y la formalidad legislada quede impune, como si las leyes se hicieran solamente para leerla.
Si las palabras claves de este problema “Organización y Control” fueran de la mano, no existieran tierras en usufructo sin producir en estos momentos y menos jóvenes esperando porque se les entreguen terrenos, cuando sabemos que hay áreas inutilizadas.
Enfoquemos nuestra mirada hacia el proceso agroalimentario, porque no existen dudas de que en Holguín se producen alimentos, pero se pierde el eslabón o en este caso la vianda del campo al punto de venta. Si debemos estimular más a quienes controlan, hagámoslo, seguro estoy de que se perderá menos.
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